Una revolucionaria propuesta de ley para dar a los hijos el apellido de la madre, cancelando la norma del código civil que prevé tomen el del padre, deberá empezar a tratar el Parlamento de Italia cuando reanude sus sesiones en septiembre, despues de la pausa del verano europeo.
El proyecto llegará al Parlamento precedido por numerosas polémicas y al mismo tiempo grandes silencios de los hombres políticos que se han abstenido de pronunciarse, tanto los del gobierno de centro izquierda como los de la oposición de centro derecha.
La iniciativa confirmó además la inexistencia de los otrora poderosos movimientos feministas de los años 70 y 80, que no hicieron escuchar su voz ante este proyecto presentado además por un hombre, el jurista Giuliano Pisapia, senador de Refundación Comunista, movimiento político que apoya al gobierno.
La propuesta podría provocar la unidad de las parlamentarias más allá de su colocación partidaria, como ocurrió con un proyecto de ley aprobado este año por el Parlamento que presentaron las mujeres de todos los partidos para incrementar las condenas por los abusos sexuales.
En favor de la iniciativa se pronunciaron dos dirigentas políticas que se encuentran ubicada en barricadas diametralmente opuestas en el escenario nacional.
La ministra de la recién creada cartera de Iguales Oportunidades, Anna Finoccciaro, del Partido Democrático de Izquierda (PDS), la principal fuerza del gobierno, y Alessandra Mussolini, de Alianza Nacional, movimiento que forma parte de la coalición opositora de centro derecha.
Alessandra Mussolini, nieta orgullosa del "Duce", que implantó el fascismo en Italia entre 1925 y 1945, dijo que la obligación del apellido paterno es retrçograda y anunció que está tratando por su cuenta que su hija, nacida recientemente, lleve el apellido de su abuelo.
Sin embargo, el centro derecha no aparece unido frente a esta iniciativa, cuyo ataque principal provino de la dirigenta de otro de los movimientos que forman parte de la coalicion de centro derecha, Ombretta Fumagalli.
Fumagalli, del Centro Cristiano Democrático (CCD), grupo formado por ex democristianos, quien fue subsecretaria del Gobierno de Silvio Berlusconi (mayo/diciembre de 1994), afirmó que "es una manera para destruir culturalmente a la familia".
La ministra Finocchiaro sostuvo que es "sacrosanto que los hijos lleven el nombre de la madre que los engendra y que en la inmensa mayoría de los casos los cura y los cría".
Cristina Matranga, una diputada de Forza Italia, el movimiento político de Berlusconi, se declaró contraria a la iniciativa del parlamentario de Refundación Comunista, calificándola como una "provocación".
"No pasará jamás, yo presenté otra, mucho más moderada, que sin embargo ha sido vista con sospecha por los hombres, todos los hombres, del norte y del sur, de derecha y de izquierda, se sentían defraudados en su poder y su virilidad".
"Yo soy partidaria de un cambio gradual, propongo que en el momento del matrimonio, así como se decide qué hacer con los propios bienes, se establezca qué apellido dar a los hijos, pero soy contraria a la obligatoriedad, tanto de uno como del otro apellido", añadió.
El Instituto de estudios sobre la paternidad (Isp) se pronuncio tambien por el doble apellido porque ve en la propuesta de Pisapia un vuelco de un "discutible privilegio del apellido único paterno al también opinable del apellido materno.
Es una propuesta, afirmó el Isp, que "va en dirección contraria a una nueva sensibilidad social, jurídica y psicológica que tiende a asignar igual dignidad e importancia al padre y a la madre".
En Europa existen varias modalidades. En Alemania, en base a una ley de 1994, el matrimonio puede ponerse de acuerdo en uno de los dos apellidos, en España rige desde hace mucho tiempo el doble apellido.
En Francia, la ley excluye la posibilidad de que el hijo tome el apellido de la madre, aunque al momento de la mayoría de edad puede agregarlo al del padre, mientras en Gran Bretaña, cuando no es el padre el que inscribe a su hijo, lo puede hacer la madre, usando su apellido u otro elegido por ella misma.
En Estados Unidos no existe una ley federal que regule la cuestión de los apellidos, y cada Estado tiene sus propias directivas al respecto.
En el distrito federal de Columbia, donde se encuentra la capital, Washington, el hijo toma automáticamente el apellido del padre. (FIN/IPS/jp/jc/pr/96