La privatización de la Stet, el monopolio de las telecomunicaciones italianas, que por su magnitud el primer ministro Romano Prodi llamó la "madre de todas las privatizaciones", constituirá la primera gran prueba que deberá superar el gobierno de centro izquierda.
Se trata de la más grande privatización proyectada en este país, y el gobierno se propone concretarla entre febrero y marzo de 1997.
La Stet tiene en sus manos todo el sistema telefónico nacional e internacional, y un volumen comercial global de 25.000 millones de dólares.
La aprobación de la iniciativa, que comenzará a discutirse en septiembre, con la reapertura del período legislativo, es un escollo particularmente difícil, ya que Refundación Comunista, sector que no integra el gobierno pero lo apoya en el parlamento, anunció su oposición.
La coalición de gobierno, que derrotó a la coalición de centro derecha en las elecciones parlamentarias de marzo pasado, requiere de los votos de los comunistas para lograr mayoría en la Cámara de Diputados.
Las utilidades de la Stet alcanzan a 1.634 millones de dólares, y cuenta con 132.000 funcionarios. Es administrada por el Instituto de Reconstruccion Industrial (Iri), organismo que controla las principales empresas estales.
La verdadera carrera de obstáculos que será esta privatización se inició ya en este mes de agosto, el período por excelencia de las vacaciones en Italia, en que se encuentra cerrado el parlamento y suspendida la mayor parte de las actividades políticas.
Las primeras escaramuzas presentan un cuadro particularmente difícil para el gobierno porque Refundación Comunista no sólo se opone a esta privatización, uno de los puntos claves del programa de gobierno, sino a que el ejecutivo establezca nuevas alianzas politicas para su aprobación.
El secretario de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, sostuvo que se trata de una posición de principio: "en nuestro programa está escrito de manera muy precisa un claro no a las privatizaciones" y agregó que "es un error poner en manos de privados un sector estratégico".
Al mismo tiempo, las fuerzas políticas de centro que forman parte del gobierno se oponen a sufrir lo que consideran vetos de los comunistas.
El líder del Partido Popular (PPI), formado por ex democristianos, Gerardo Bianco, se declaró contrario a lo que calificó como chantaje de Refundación Comunista, y dijo que el gobierno debe llevar adelante su política de privatizaciones.
Las poderosas centrales sindicales italianas también rechazaron la posicion de Refundación Comunista.
Las tres confederaciones sindicales, que en conjunto representan a 11 millones de trabajadores, calificaron de "insensata" la oposición a la privatización y sostuvieron que su posición "andaba bien en los años 70".
El economista Massimo Riva consideró inexplicable la posición de los comunistas de defensa del monopolio de la telefonía.
Hasta ahora, siguió, la demora en la privatización ha impedido a Italia de beneficiarse de las rebajas tarifarias de las cuales han gozado las economías de los Estados donde el mercado de las telecomunicaciones ha sido abierto a la competencia.
Riva señaló que es demagógico el planteo de Bertinotti de instaurar un regimen de tarifas más bajas en favor de los sectores sociales más debiles.
En los países donde se ha liberalizado el mercado telefónico, como Estados Unidos y Gran Bretaña, la competencia entre diversas empresas ha hecho precipitar las tarifas, en ventaja de todos, de los ricos como de los pobres, afirmó.
Estos últimos, agregó, no tienen necesidad de pedir favores al Estado porque son tutelados por la real competencia del mercado mismo, al igual que de todos los otros ciudadanos.
Los partidos de gobierno critican a Bertinotti y lo acusan de tratar de diferenciarse de los otros partidos por razones electorales. (FIN/IPS/jp/jc/ip/96