Italia hará todo lo posible para adherir a la Unión Económica y Monetaria (UEM) y al establecimiento de la moneda única, Euro, pero no se opondrá a discutir los tiempos fijados en Maastricht para su inicio, el 1 de enero de 1999, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores, Lamberto Dini.
En una entrevista televisiva, el lunes en la noche, Dini aclaró que ésta es la posición del gobierno, después que el vicepresidente del Consejo de Ministros, Walter Veltroni, había dejado abierta la posibilidad de discutir también los parámetros que deberán superar los países para formar parte de la UEM.
Dini trató así de poner punto final a una serie de discusiones que suscitaron las declaraciones de Veltroni, en que por primera vez un alto representante del gobierno parecía favorable a discutir esos criterios que constituyen hasta ahora pilares inamovibles en los cuales se basará la UEM.
El responsable de las relaciones internacionales dijo que el gobierno es contrario a tocar los parámetros fijados en Maastricht, Holanda, en 1991, pero se declaró al mismo tiempo abierto a discutir los tiempos en los cuales éstos se deben cumplir.
"Nadie está pensando en revisar los parámetros de Maastricht, sería un error que pondría en peligro a la misma unión monetaria", manifestó Dini.
Sin embargo, precisó que "cuando se llegue a la primavera de 1998 (marzo/junio), los jefes de gobierno deberán decidir si continuar adelante con una unión pequeña o prever una unión monetaria más significativa".
Los países de la Unión Europea (UE) serán sometidos en la primavera de 1998 al último examen para ver cuáles pueden ingresar a la UEM y cuáles deberán hacerlo en un segundo momento, cuando hayan cumplido los parámetros de Maastricht.
En caso que sean muy pocos los países que superen el examen, se considera que se podría postergar por un año el inicio de la UEM, según fuentes de la UE citadas este martes por el diario "La Repubblica".
El periódico italiano publica declaraciones de Herbert Hax, el jefe de los llamados 'Cinco Savios' (los asesores económicos del gobierno alemán), quien sostuvo que la moneda única deberá partir con atraso sólo si los países en regla con Maastricht son menos de cinco.
Tras precisar que de una flexibilización de los criterios no se debe ni siquiera hablar, dijo que esos cinco países serían Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
De la posición de Veltroni también se distanció Massimo D'Alema, secretario de su propio partido, el ex comunista Partido Democrático de Izquierda, el más importante de la coalición de gobierno, quien sostuvo que "sería una tragedia no entrar en Europa".
Según D'Alema, Italia debería incidir en Europa para que se lleve adelante una política en favor de la ocupación, cosa que aún no se ha hecho, en un continente donde el "ejército" de los desocupados está formado por 20 millones de personas.
"No existe un contraste entre la necesidad de crear trabajo y el establecimiento de la UEM", afirmó D'Alema, respondiendo así además al presidente de la Fiat, Cesare Romiti, quien se había declarado en favor de postergar el ingreso de la UEM para crear nueva ocupación.
La desocupación en Italia alcanza a 12,1 por ciento de la población económicamente activa.
El jefe del gobierno, Romano Prodi, también se declaró contrario a Veltroni, aunque está de acuerdo en sondear a los otros países sobre la posibilidad de postergar la fecha en la cual se deben cumplir los parámetros de Maastricht.
Sin embargo, considera que ese paso se debe hacer de manera reservada y no a través de una entrevista a un diario como hizo Veltroni.
En Maastricht se acordó que para entrar a la UEM la tasa de inflación no debe ser superior de un 1,5 por ciento a la de los tres países que la tienen más baja, el déficit fiscal no debe superar tres por ciento del producto interno bruto (PIB) y la deuda pública no debe superar el 60 por ciento del PIB.
Italia tiene un déficit fiscal de seis por ciento y una deuda pública de 120 por ciento del PIB, el doble de los parámetros de Maastricht. (FIN/IPS/jp/jc/ie/96