El ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Lamberto Dini, dijo hoy que las nuevas medidas contra el terrorismo aprobadas por Estados Unidos son inapropiadas y que Europa debe reaccionar, pero sin histerias.
"Ciertamente estas medidas no son aptas para combatir eficazmente el terrorismo", dijo Dini. Las decisiones de Estados Unidos tienen un valor sobre todo simbólico, que los europeos entienden muy bien, añadió. Pero al mismo tiempo "no podemos quedarnos inertes y en silencio".
Este lunes, el Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firmó la ley D'Amato, propuesta por el senador republicano Alfonse D'Amato, que establece fuertes sanciones a las empresas extranjeras que inviertan en Libia e Irán.
La nueva normativa llega a pocas semanas de la ley que establece sanciones contra las empresas extranjeras que mantengan relaciones comerciales con Cuba.
En una entrevista publicada por el diario La Repubblica, Dini dijo que se debe tener mucho cuidado en no exacerbar los ánimos, "porque no podemos fingir que no sabemos que esta situación depende en gran medida del período muy particular que atraviesa Estados Unidos".
"Me refiero al período electoral, pero también y sobre todo al reto que el terrorismo ha llevado directamente sobre el territorio americano, desde la tragedia del avión de la TWA al atentado de Atlanta", añadió.
Según el canciller italiano, las medidas son más de anuncio que de automática e inmediata ejecución, porque tienen que ver con las nuevas inversiones en el campo de la energía, del petróleo y del gas natural, y no afectan las relaciones comerciales ya en curso.
Dini explicó que Italia "tiene una situacion muy delicada con Libia y no tenemos ningún interes en crean antagonismos exaperados", acoto.
Mas adelante señaló que es demasiado temprano para prever el desenlace de esta cuestión, pero explicó que Italia operará con los otros países europeos para estudiar juntos las medidas a tomar, con el fin de conjurar los efectos dañinos que podrían derivar a las empresas de la región.
"Debe quedar bien claro que los europeos somos los primeros en decir que no se debe bajar la guardia contra el terrorismo. Los estadounidenses sobre esto no deben tener ninguna duda".
La nueva ley está proyectada para poner en dificultad la industria petrolera, la mayor fuente de ingresos de Irán y Libia. Prevé sanciones para las empresas extranjeras que hagan inversiones superiores a los 40 millones de dólares al año en el sector petroquímico.
Según observadores, esta cláusula parece lanzada directamente contra los grandes grupos públicos y privados de Europa occidental que han efectuado fuertes inversiones en los dos países acusados y que compran de ellos buena parte de los productos energéticos para abastecer sus mercados internos.
Entre estos grupos se encuentran la francesa Elf, la británica British Petroleum, la anglo-holandesa Shell y la ENI de Italia, entre otras.
Italia importa actualmente de Libia 30 por ciento de sus necesidades energéticas, 85 millones de toneladas de crudo al año, de las cuales la mitad entran directamente a través del Ente Nacional de Hidrocarburos (ENI), bajo forma de petróleo y productos derivados.
De Irán importa 14 por ciento del petróleo que entra en el país, es decir que 44 por ciento de la energía que mueve la economía italiana viene de las dos naciones golpeadas por las sanciones de Estados Unidos.
Libia exporta a Italia por valor de 4.063 millones de dólares, de los cuales 3.316 vienen de los productos energéticos. Las exportaciones iraníes se elevan a 1.904 millones de dólares, con una cuota energética de 1.529 millones de dólares.
Con relación a las importaciones, en base a los datos de 1995, dados por el Instituto de Comercio Exterior (ICE), Italia es el primer abastecedor de Libia, con una cuota de mercado igual a 20,9 por ciento de la necesidad total de ese país, con un valor aproximado de 1.000 millones de dólares.
Italia cubre 4,3 por ciento de las importaciones de Irán, a donde en 1995 se exportaron mercancías por 563 millones de dólares. El primer socio de Irán es Alemania, con una cuota de 13,5 por ciento, seguido de Francia con cinco por ciento. (FIN/IPS/jp/jc/ip/96