El integrante del Consejo Legislativo Palestino Hatem Abdel Qader encontró hoy a tres policías de seguridad israelíes en la puerta de su casa, en el norte de Jerusalén, cuando regresaba de una reunión con un diplomático egipcio.
Los guardias fueron enviados por el ministro de Seguridad Interna de Israel, Avigdor Kahalani, y tenían la orden de "clausurar" la "oficina" que Abdel Qader había abierto en su hogar este fin de semana para atender a su electorado.
Abdel Qader ignoraba esa orden, y manifestó a los policías que recibir a sus votantes en su domicilio era parte de sus derechos como representante de los palestinos en Jerusalén. "Esta es mi casa y debo recibir a los ciudadanos en ella", les dijo.
Pero el incidente es solo el último de los enfrentamientos entre Israel y los palestinos en la disputada ciudad sagrada.
El incidente siembra dudas sobre el modo en que el gobierno de Binyamin Netanyahu responderá a lo que considera incumplimientos de los palestinos a los acuerdos de Oslo y cuán eficazmente los legisladores de esa nacionalidad podrán representar cabalmente a su electorado.
Los acuerdos de Oslo prohiben la actividad de gobierno de Palestina en áreas ajenas a su jurisdicción, que actualmente ocupa 80 por ciento de la franja de Gaza y zonas dispersas de Cisjordania.
Pero el pacto de 1993 también establecen expresamente que los representantes de Jerusalén oriental en el Consejo Legislativo Palestino pueden participar en la elección.
Después de asumir sus funciones en junio, Netanyahu mantuvo en sus actitudes la dureza que caracterizó su campaña electoral. En ese sentido, reiteró a los palestinos su pedido de "reciprocidad" en el cumplimiento del acuerdo de Oslo, especialmente en lo que refiere a Jerusalén.
En julio, cuando la policía de seguridad palestina secuestró un palestino jerosolimitano con ciudadanía israelí y lo condujo por la fuerza a Ramallah, Israel replicó en forma inequívoca con un toque de queda sobre Cisjordania hasta que el detenido regresó a la ciudad sano y salvo.
Israel también dejó claro que no desea que los diplomáticos extranjeros visiten la Casa de Oriente, donde funciona una suerte de cancillería de la Autoridad Nacional Palestina en Jerusalén oriental.
Si bien el anterior gobierno, encabezado por el Partido Laborista, permitía esas visitas, los diplomáticos han accedido a la pretensión de Netanyahu.
El viernes pasado, 24 horas después de que Abdel Qader publicó un aviso en el que notificaba que recibiría a sus electores en su casa en determinado horario, Israel le exhortó públicamente a clausurar voluntariamente la oficina, según fuentes oficiales.
Abdel Qader rechazó el pedido. Kalahani le dio el domingo plazo hasta el lunes para cumplir la orden. Ese día por la tarde, la policía discutía qué hacer si el legislador palestino continuaba atendiendo gente en su domicilio.
A las 18.30 hora local, le enviaron una segunda orden, según un portavoz de la oficina de prensa del gobierno.
El problema es que la oficina presuntamente en infracción se encuentra dentro de la casa de Abdel Qader. Israel debió clausurar la vivienda o, al menos, la sala para hacer cumplir la orden.
Un vocero de la policía explicó que la infracción fue "la apertura de una oficina", pero acotó que, si Abdel Qader "se limita a hablar con sus electores", es libre de hacerlo.
Los palestinos argumentan que no pueden representar efectivamente a sus votantes si no se les permite la apertura de oficinas en la ciudad.
"Escuchar a aquellos que nos eligieron y tratar de ayudarlos es nuestro deber", dijo Ziad Abu Zayyad, otro integrante jerosolimitano del Consejo, quien no tiene una oficina dentro de la ciudad pues la mayoría de sus electores viven en barrios alejados, fuera de los límites jurisdiccionales.
Pero como Israel controla la ciudad, muchos se preguntan qué puede hacer un integrante del Consejo Legislativo en favor de sus votantes, pues no tienen potestades sobre muchas cuestiones que los funcionarios electos generalmente tienen a su cargo, como la vivienda, el comercio o el empleo.
El único poder de los legisladores palestinos jerosolimitanos procede del rechazo de sus electores a que los israelíes controlen sus vidas cotidianas. Y por eso acuden a sus representantes.
"Los ciudadanos quieren solución a sus problemas, un lugar donde puedan ser escuchados. ¿En qué otro lugar quieren que los reciba?", se preguntó Abdel Qader.
La respuesta de Israel fue tajante. Los legisladores palestinos deberán atender a sus electores fuera de la ciudad. "Abdel Qader puede tener su oficina en cualquier lugar, pero no dentro de la municipalidad de Jerusalén", dijo Michael Stoltz, portavoz de Netanyahu. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/mj/ip/96