El gobierno de Pakistán anunció una serie de medidas para controlar la extendida práctica del trabajo infantil, ante la amenaza de sanciones comerciales internacionales.
Las autoridades detendrán a intermediarios que llevan a niños y niñas a talleres e industrias de pequeña escala, y ya pusieron en funcionamiento "comités de vigilancia" en todo el país, con potestad para realizar inspecciones sorpresivas.
La nueva determinación para reducir el trabajo infantil se produjo tras acusaciones del congresista de Estados Unidos Joseph Kennedy, según las cuales alrededor de 35 millones de pelotas de fútbol fabricadas cada año en Pakistán son hechas por niños que trabajan entre ocho y 12 horas diarias por sólo 0,06 dólares la hora.
La denuncia de Joseph y la visita el mes pasado a Pakistán del presidente de la ejecutiva Comisión Europea, Manuel Marín, seguida por la preocupación manifiesta del diplomático por el problema de los niños trabajadores, parece haber dispuesto al gobierno a la acción.
El gobierno afirmó que los "comités de vigilancia" informarán directamente al Ministerio de Trabajo sobre el resultado de sus inspecciones y las acciones tomadas contra aquellos considerdos culpables de incumplir las leyes sobre empleo infantil.
Pakistán cuenta con leyes que prohíben el trabajo infantil, pero no han sido eficaces. La Ley de Empleo Infantil de 1991 y la Ley de Abolición del Trabajo Servil de 1992 no detuvieron a los empleadores que favorecen el trabajo de los niños, el cual resulta más barato que contratar adultos y presenta menos dificultades de control.
"Millones de niños y niñas, algunos menores de seis años, laboran durante muchas horas por bajos salarios o ninguna compensación en tareas agotadoras y peligrosas, privados de la educación y de una infancia normal", dijo Majid Chaudhry, director de una organización no gubernamental (ONG) en el sur de la provincia de Punjab.
La indignación internacional crece ante el continuo empleo de niños en granjas y pequeñas industrias del mundo en desarrollo. Aunque la mayoría de los gobiernos se ha comprometido a poner fin a la práctica desde la Cumbre Mundial de la Infancia, realizada en Brasil en 1990, los cambios son imperceptibles.
La pobreza es uno de los factores más citados como la raíz del problema. Los hijos de familias pobres del sur de Asia aún son vendidos regularmente a la esclavitud durante reclutamientos masivos en las regiones rurales por intermediarios que mantienen bien abastecidos, por ejemplo, a productores de alfombras.
Activistas defensores de los derechos de los niños pretenden que los gobiernos tomen medidas eficaces para resolver el problema.
"Las leyes sobre el trabajo infantil deben ser estrictamente implementadas por el gobierno, y deben darse pasos concretos para aliviar la pobreza, de modo que los padres no sientan la compulsión de depender de sus hijos para obtener ingresos adicionales", dijo Mirza Khalid Ishaq, trabajador social en Lahore.
Incluso los padres pobres citan las razones económicas. Muhammad Rafiq, trabajador de una fundición de acero, cuyo hijo de 13 años lo reemplazó en la fábrica después que perdió una pierna en un accidente laboral, declaró que "la alternativa a no enviar mis hijos a trabajar es enfrentarlos al hambre".
En las áreas rurales de Pakistán, los hijos crecen asistiendo a sus padres en las tareas domésticas y agropecuarias. Las familias pobres no pueden enviarlos a la escuela, ya que se espera que contribuyan en la economía familiar.
Para los fabricantes de alfombras y otros empleadores de trabajo infantil, esta compulsión económica es fuente constante de trabajo barato.
El presidente de la Asociación de Fabricantes de Alfombras de Pakistán, Mohammad Naeem, alega que el trabajo da a los niños un "sentido de autosuficiencia".
Naeem también defendió la práctica del trabajo infantil en la fabricación de alfombras negando que las niñas y niños sean explotados y no se les permita concurrir a la escuela. (FIN/IPS/tra-en/am/an/lp/pr-ip/96