El secretario de Estado de Estados Unidos, Warren Christopher, reclamó una "ordenada transición" a la democracia en Indonesia, una señal de la creciente inquietud del gobierno de Bill Clinton frente a los disturbios políticos ocurridos en el cuarto país más poblado del mundo.
El gobierno de Estados Unidos y analistas independientes sostuvieron que esta es la primera vez que un alto funcionario de Washington adhiere a los reiterados reclamos de un cambio en el gobierno detentado por el presidente Suharto desde hace 30 años.
Christopher dijo este jueves ante la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado de Estados Unidos que Washington "alentará una transición que exprese la voluntad popular" de los indonesios.
El funcionario prestó testimonio ante el grupo parlamentario después de asistir a la reunión ministerial de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que se celebró en Jakarta la semana pasada.
"Existe un fuerte interés en advertir una transición ordenada del poder que reconozca el pluralismo que debería existir en un país de esa magnitud e importancia", manifestó Christopher.
"Este es un mensaje político muy fuerte. Existe cada vez más preocupación sobre la vulnerabilidad y vejez de Suharto. Además, no hay ningún posible sucesor a la vista", dijo Sidney Jones, experto en asuntos de Indonesia y conductor del grupo de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch/Asia.
Las declaraciones de Christopher se produjeron días después de las manifestaciones de protesta más serias ocurridas en Indonesia en los últimos dos decenios.
La demostración fue provocada el sábado 27 por el desalojo violento de simpatizantes de la líder opositora Megawati Sukarnoputri que ocupaban el local del Partido por la Democracia Indonesia (PDI).
Megawati, hija del primer presidente de Indonesia, Sukarno, es la personalidad más destacada de una amplia coalición de fuerzas de oposición, y fue expulsada del liderazgo del PDI en una convención partidaria manejada por el gobierno a fines de junio.
Después de que se rehusó a reconocer los resultados de esa convención, sus simpatizantes ocuparon la sede del grupo político en Jakarta hasta que fueron retirados de allí.
Este asalto detonó las manifestaciones en las que se atacó edificios de bancos y otras empresas pertenecientes a estrechos aliados de la familia Suharto y hombres de negocios de etnias chinas.
"El gobierno no esparaba que una oposición como ésta en las calles. La situación se tranquilizó, pero todos en el gobierno ya saben la furia que existe contra ellos, y ninguno sabe qué hacer", dijo Dan Lev, experto en Indonesia de la Universidad de Washington en Seattle.
Desde que ocurrieron las manifestaciones, en las cuales murieron al menos tres personas, las autoridades arrestaron, según distintos informes, a docenas de dirigentes opositores, en especial del izquierdista Partido Democrático del Pueblo (PDP), al que el gobierno atribuye los actos de violencia.
Estas versiones indican que, además, la policía arrestó a Muchtar Pakpahan, presidente del Sindicato de Trabajadores por una Indonesia Próspera, y que detuvieron para someter a interrogatorio a Ridwan Saidi, conductor de una treintena de organizaciones no gubernamentales.
"La intención parece ser la decapitación de varios grupos y el ataque contra cualquiera que aparezca como asociado con el PDP y con otros sectores de la coalición opositora de Megawati. Habrá muchos arrestos durante el próximo mes", dijo Jones.
El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos fue inusualmente crítico frente a la expulsión de los activistas del PDI. El portavoz de la cartera, Nicholas Burns, dijo el lunes que Washington estaba "seriamente inquieto por el uso de la violencia" para acabar con la ocupación del local partidario.
"Estamos profundamente preocupados por la aparente violación" al ejercicio de los derechos de expresión, asociación y reunión, agregó Burns.
Los comentarios de los medios periodísticos estadounidenses también expusieron críticas contra Jakarta, y atribuyeron el caos originado el sábado al pánico del gobierno por la rápida cohesión de la oposición alrededor de Megawati y a la furia popular respecto de la corrupción del régimen.
El diario Journal of Commerce, de alcance nacional, también mencionó "la creciente frustración frente a la ampliación de la brecha entre ricos y pobres".
Al mismo tiempo, los medios han expuesto visiones críticas acerca de la economía indonesia, considerada un modelo por el Banco Mundial.
En marzo, el diario The New York Times publicó un informe especial bajo el título "una ventaja indonesia es también un riesgo: los bajos salarios atraen a empresas extranjeras, pero el precio es la pobreza de los trabajadores".
Un mes después, el periódico dedicó una nota aun más larga sobre la familia Suharto. "Líderes corruptos en Indonesia amenazan el futuro del país" era su título.
Este jueves, The New York Times alertó que "el régimen de Suharto debe elegir entre su perpetuación en el poder o una transición política ordenada".
La influyente revista Business Week publicó un informe bajo el título "Suharto pierde el control: ¿quén es el próximo?", en el cual sugiere que el presidente protege más las empresas de sus propios hijos que la salud económica del país.
La opinión de los inversores internacionales será más importante que las posiciones que adopte Christopher, según Lev. El experto observó que las idas y venidas de Clinton respecto de las violaciones a los derechos humanos en China melló la credibilidad de Washington a los ojos del régimen indonesio.
"El asunto clave es qué impacto tendrá esto en las inversiones. El régimen ha estado ofreciendo estabilidad, pero, obviamente, no la puede garantizár más", sostuvo Lev.
De todos modos, la advertencia de Christopher puede tener un impacto importante en el círculo de dirigentes más allegados a Suharto, que deberían sentirse más proclives a adoptar una decisión sobre la sucesión del dictador, afirmó el experto.
Lev también observó señales de distanciamiento entre el gobierno y el ejército. "Muchos funcionarios se están callando la boca, un indicio obvio de que no les gusta lo que está pasando", especialmente "el olor a fin de régimen". (FIN/IPS/tra- en/jl/yjc/mj/ip/96