Perseguidos por las catástrofes ambientales, los filipinos finalmente tuvieron algo que festejar esta semana cuando el gobierno rechazó un plan para construir una planta productora de cemento en uno de los más ricos santuarios marinos del sudeste asiático.
El Departamento de Ambiente de Filipinas denegó "terminantemente" la solicitud de Pangasinan Cement Corporation (PCC), un consorcio filipino-taiwanés, para la construcción de un complejo productor de cemento de 519 millones de dólares cerca de la ciudad de Bolinao, al norte de Manila.
La decisión tiende a afirmar el concepto de "aceptabilidad social" como requisito para los megaproyectos mientras Filipinas intenta convertirse en "el tigre verde" de Asia, señaló el subsecretario de Ambiente, Delfin Ganapin.
Los ambientalistas se regocijaron ante esta rara victoria, ya que Bolinao es el primer proyecto importante rechazado por las autoridades.
Ahora, los activistas pretenden que el gobierno aplique las mismas reglas y dedique más recursos y voluntad política a proyectos aún más impopulares.
"Tomamos esto como precedente en el sentido de que sabemos que puede haber un 'no' como respuesta a estos proyectos", manifestó Judy Pasimio, del Centro para los Derechos Legales y los Recursos Naturales, de Manila.
El proyecto, que dejó en evidencia la dificultad de equilibrar los beneficios de la inversión extranjera con la voluntad de los residentes locales y la preservación del medio ambiente, enfrentó durante dos años a los proponentes contra los ambientalistas y científicos marinos en una dura batalla.
El gerente general de PCC, Andrew Wang, había declarado que el proyecto sería "no sólo la más moderna, sino la más limpia fábrica de cemento del mundo", capaz de producir anualmente 3,2 millones de toneladas de cemento para uso local y para exportación.
El consorcio escogió Cabo Bolinao, un lugar frecuentado por investigadores marinos y turistas, debido a sus ricos yacimientos de piedra caliza, que según PCC podrían ser explotados durante 130 años.
Pero residentes locales y grupos ambientalistas encabezados por el Instituto de Ciencia Marina de la Universidad de Filipinas argumentaron que la instalación en ese lugar de una fábrica de cemento tendría consecuencias desastrosas para el aire y el agua de los alrededores.
Cabo Bolinao es un área de desove de peces y otros animales marinos, y también posee arrecifes de coral y ricos bancos de pesca. Además, constituye una frecuentada zona de investigaciones para los estudiantes de ciencia marina y fue en el pasado sitio de varios hallazgos arqueológicos.
La planta, que se proyectaba construir a 1,5 kilómetros de la ciudad misma, hubiera comprendido un puerto, una planta termoeléctrica de 60 megavatios, 22 canteras y una cinta transportadora de 10 kilómetros de largo para trasladar la arcilla y la piedra caliza desde las canteras hasta la fábrica.
El anuncio gubernamental este miércoles sobre el rechazo del proyecto constituye una gran victoria para los activistas que luchan contra proyectos que implican enormes inversiones extranjeras pero desastrosos efectos sobre el medio ambiente, y un reconocimiento de los derechos de los filipinos sobre los recursos del país. (FIN/IPS/tra-en/js/cpg/ml/en/96