Alrededor de 3,7 millones de menores filipinos están atrapados en esquemas de trabajo infantil en todo el país, según un reciente estudio a nivel nacional.
El estudio, realizado por la Oficina Nacional de Estadísticas por encargo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es el primero en su tipo sobre la incidencia del trabajo infantil.
Mostró que tres de cada 20 niños filipinos de cinco a 17 años de edad trabajan para ganarse la vida o aumentar el ingreso familiar en granjas, fábricas o como vendedores callejeros. En Filipinas hay un total de 22,4 millones de niños, equivalente a un tercio de la población total del país.
Cálculos previos realizados por funcionarios gubernamentales y activistas sugirieron que había entre 500.000 y cinco millones de menores incolucrados en algún tipo de trabajo.
"Si bien disponemos de numerosos estudios comunitarios y sectoriales sobre niños trabajadores, este es el primer panorama global de la situación laboral infantil en todo el país", señaló Richard Szal, director de la oficina de la OIT en Filipinas.
Un informe sobre la investigación indicó que, si bien se realizaron diversos estudios sobre trabajo infantil desde 1988, "no hubo una pintura global del problema referido a todo el país, y tampoco una apreciación de las categorías de menores más necesitados o que están expuestos a mayores riesgos".
Añadió que las nuevas estimaciones serán útiles no solo al gobierno sino tambien a organizaciónes no gubernamentales (ONGs) y comunidades, y afirmó que el vasto alcance del problema hace más difícil convencer al público de que urge una solución.
Szal expresó que la cuestión del trabajo infantil en Filipinas no es peor de la que existe en países vecinos del Sudeste Asiático, pero "no hay lugar para complacerse o aceptar en silencio esta lacra social".
El gobierno filipino, junto con la OIT, está lanzando una campaña de prensa contra el trabajo infantil mediante avisos impresos y propalados por radio y televisión, realizados por la filial local de la empresa de publicidad Mcann Erikson.
La convención de la OIT sobre la edad mínima fijó en 15 años el momento en que un menor está en condiciones de trabajar.
El estudio mostró que la mayoría de los niños obreros proviene de áreas rurales, donde trabajan en condiciones peligrosas y tratan de balancear el empleo con las tareas escolares. Muchos dijeron que pretenden mejores condiciones laborales.
De los 3,7 millones de niños trabajadores, el 67 por ciento o sea 2,46 millones se encuentra en áreas rurales y realiza sobre todo tareas agrícolas. También, el 65,5 por ciento de los menores que trabajan son varones.
El grueso de los menores obreros se encuentra en edades comprendidas entre 15 y 17 años, y la mayoría no termina la escuela elemental. Más del 30 por ciento tampoco va al colegio o no lo hizo durante el período escolástico anterior.
Sesenta por ciento o 2,2 millones del total de niños trabajadores están expuestos a condiciones ambientales peligrosas en sus lugares de empleo. Más de la mitad dijo que se desempeña en ambientes físicos difíciles, donde están expuestos a peligrosas sustancias químicas o biológicas.
El estudio dijo tambien que uno de cada 100 niños sufre lesiones o enfermedades relacionadas con su trabajo, pero son los padres y no los empleadores los que deben afrontar los gastos médicos.
Dos tercios, o el 68 por ciento del total de los niños lesionados o enfermos, vive en áreas rurales donde el impacto del trabajo infantil es mayor y más difícil de erradicar porque la pobreza es invocada como su causa principal.
En consecuencia, más del 15 por ciento de los niños trabajadores dijo que quería mejoras en su lugar de empleo. Menores obreros en áreas urbanas señalaron ambientes insalubres como el peor problema, mientras aquellos de las áreas rurales se quejaron de la falta de agua limpia.
Solo dos de cada 10 niños dijeron que no tenían problemas con el trabajo. "Entre los males que padecen figura el agotamiento cuando llegan a sus casas por el duro trabajo físico, la tensión del empleo, el aburrimiento y el hecho que su tarea sea peligrosa", apuntó el informe.
A pesar de todos esos inconvenientes, el estudio mostró que de todas maneras el 54 por ciento, o sea dos millones de niños obreros, prefiere seguir trabajando. La mayoría afirmó que trabajaba para suplementar el ingreso familiar y mejorar el bienestar hogareño.
No obstante, el 44,6 por ciento admitió que preferiría dejar de trabajar "si de diera la posibilidad". (FIN/IPS/tra- en/js/cpg/ego/lb-pr).
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