Muchas mujeres de Filipinas abandonan su país en procura de empleo o matrimonio y acaban explotadas como prostitutas en cualquier parte del mundo, a pesar de los esfuerzos de funcionarios y activistas para evitarlo.
El caso más sórdido se registró hace cuatro años, recordó Catherine Maceda, principal funcionaria de la Comisión de Filipinos en el Extranjero (CFO). Una filipina se casó con un estadounidense y viajó a Filadelfia para reunirse con él. Pero allí se dio cuenta de que su marido ya estaba casado.
La pareja convirtió a la joven en sirvienta y esclava sexual. La obligaban a participar en orgías con sus amigos y la mantenían confinada en la casa.
La muchacha escribió una carta a la comisión y pudo enviarla en una de sus esporádicas salidas a la calle, en un descuido de su "marido", que siempre la acompañaba.
La CFO recibió la denuncia y estableció contacto con el consulado filipino más cercano a Filadelfia que, a su vez, informó a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI). Un grupo de oficiales de la agencia allanó la casa de los secuestradores.
"El FBI encontró a la filipina y a una muchacha portorriqueña en el sótano. También hallaron el brazo de una mujer en la heladera. El hombre fue acusado de asesinato y sentenciado a muerte. Ahora, aguarda la ejecución", dijo Maceda.
La comisión que preside Maceda brinda consejo cada año a 20.000 filipinos que pretenden obtener empleo fuera del país, o, incluso, casarse con extranjeros.
Aun algunos, si bien pocos, de los que pasan a través de los canales oficiales como el CFO resultan, a la postre, explotados, sin contar a las decenas de miles de personas que caen en manos de traficantes de esclavos extranjeros, que prometen trabajos bien pagados o matrimonio.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos afirman que los tratantes de blancas apelan a la red informática planetaria Internet como medio de reclutamiento.
Una muestra de ello es un aviso que ofrece "muchachas filipinas que hablan inglés, dedicadas, de dulce voz, colaboradoras, apreciadas compañeras de vida". El aviso promete "fotos a color gratis".
"Esto indica lo que quieren los hombres: control", dijo Cecilia Hoffman, de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres Asiáticas.
Cecilia Hoffman, de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres Asiáticas, sostuvo que, de medio millón de filipinos que abandonan su país cada año, la mayoría son mujeres que procuran empleo en la industria del entretenimiento o en el servicio doméstico.
Casi todas ellas actúa de buena fe, pero muchas sufren abusos cuando llegan al extranjero, explicó.
Un informe presentado en una conferencia de Naciones Unidas sobre mujeres migrantes celebrada hace poco indica que "los casos de tráta de blancas de mujeres filipinas aumentaron, pues son engañadas o eligen abandonar el país ilegalmente en procura de empleo".
Los activistas detectaron prostitutas de origen filipino hasta en Lagos, Nigeria. Pero la mayoría acaba en América del Norte, Europa, Australia, Corea del Sur, Japón y Taiwan.
"Controlar a las mujeres no es suficiente. Se debe controlar a la industria y a las políticas de los gobiernos", dijo Hoffman, para quien "la pobreza alimenta" el tráfico.
"Queremos que se preste atención al comprador y al comerciante, pero nadie se fija en los problemas de raza y de género", advirtió, al tiempo que sostuvo que los estados ofrecen frecuentemente protección al tráfico y a la explotación.
"En 1993, intentamos investigar a una mujer que vendió a 19 mujeres a Chipre y Kenia. Fue difícil hacerlo, pues, aunque tenía un grueso expediente policial, nunca la arrestaron ni arrestaron. Obviamente, contaba con protectores en altos puestos", acusó Hoffman.
La activista manifestó críticas hacia el gobierno de Filipinas, pues, dijo, alienta a los habitantes a buscar trabajo en el extranjero.
Hoffman recordó que un gobierno calificó la industria del entretenimiento como de interés nacional y luego informó a sus trabajadores sobre los medios para evitar enfermedades de transmisión sexual, lo cual, según ella, transmite señales equivocadas a un sector vulnerable de la población.
Maceda reconoció que las filipinas protagonizan con frecuencia historias de horror en el extranjero, pero, sostuvo, la realidad económica determina que muchas abandonarán el país por medios legales o ilegales en procura de mejoras en su calidad de vida.
La CFO pretende que el contingente de migrantes filipinos se prepare mejor para el salto de gigante que supone abandonar el país. Muchos pretenden, aun antes del viaje, engañar a sus futuros empleadores o a sus parejas.
Pero también existen historias con final feliz, que, generalmente, no son informadas a la comisión. Noventa por ciento de los filipinos que concurren a la oficina son mujeres que se casarán con extranjeros o ya lo han hecho y desean unirse a sus esposos.
No todas las mujeres son pobres. Muchas son de clase media y aun profesionales. La mayoría tienen entre 20 y 30 años de edad y algunas se casaron con hombres de más de 60, pero la diferencia de edad no es razón suficiente para deducir la existencia de un fraude, según Macedo.
"Muchas de esas mujeres, con la poca información con que cuentan, tienen genuinas intenciones de que sus parejas funcionen bien", lo que sucede en 95 por ciento de los casos que pasan por la CFO, dijo. Pero también son frecuentes los casamientos por motivos "económicos", añadió.
Un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Manila manifestó a IPS sus dudas respecto de la legitimidad de muchas de las visas solicitadas para viajar al país norteamericano.
La oficina diplomática emitió en 1995 1.429 visados para filipinos. De cada 20 solicitantes que lo lograban, más de tres volvían a sus casas pues el funcionario que los interrogaba sospechó de la existencia de fraudes.
"Esto no es un asunto de amor. Se trata de llegar a Estados Unidos o encontrar una mujer 'dócil'. Pero nosotros no somos consejeros matrimoniales. Todo lo que podemos hacer es preguntar", dijo el funcionario. (FIN/IPS/tra-en/ng/cpg/mj/pr lb hd/96