La empleada doméstica filipina Sarah Balabagan regresó hoy a este país después de pasar nueve meses en una cárcel de Emiratos Arabes Unidos (EAU), un hecho que evidenció riesgos para los trabajadores radicados en el extranjero.
Pero muchos filipinos no tienen otra opción que buscar empleo en el exterior. Expertos en el área laboral señalan que, si bien la economía nacional creció en los últimos dos años, la recuperación lograda no basta para acabar con la desocupación y la subocupación ni para detener la caída del salario.
Esos factores negativos obligan cada año a 700.000 filipinos a buscar un puesto de trabajo en el exterior, y entre ellos se contó Balabagan, de 17 años, cuyo caso resulta emblemático.
Balabagan mintió su edad para emplearse el año último como doméstica en EAU. Fue condenada por el asesinato de su empleador que, según aseguró ella, habría intentado violarla.
La familia de la víctima pidió la pena de muerte y, finalmente, el tribunal sentenció a Balabagan a 100 azotes y al pago de 40.000 dólares como precio de sangre.
El asunto tuvo amplia resonancia en Filipinas y en casi todo el mundo. No obstante, será muy difícil evitar que cientos de miles de filipinos sin calificación laboral emigren en busca de empleo, advirtieron los especialistas.
"El desempleo y el subempleo, relativamente altos en comparación con la situación de los países vecinos, y el bajo salario, conspiran contra los proyectos de detener la emigración", admitió el secretario de Trabajo, Leo Quisumbing.
Las autoridades filipinas comenzaron a alentar la exportación de mano de obra en 1974, como recurso provisorio para aliviar la presión del desempleo y los problemas de la balanza de pagos.
Lo que se presentó entonces como medida transitoria se convirtió en hecho permanente e indispensable para la economía. Filipinas es uno de los mayores exportadores de mano de obra del mundo, y se cuentan más de cuatro millones de emigrantes filipinos en 120 países.
Unos dos millones de familias obtienen ingresos de los emigrantes, cuyas remesas suman cerca de 3.000 millones de dólares anuales y, de momento, resultan indispensables para la economía filipina, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Esa cantidad equivale a 20 por ciento del ingreso por exportaciones y a cuatro por ciento del PIB, consignó la OIT en un informe sobre la emigración de trabajadores de Filipinas.
La economía filipina ha comenzado a mejorar. El producto interno bruto (PIB) creció más de cuatro por ciento en promedio anual desde 1994 y, con el agregado de las inversiones extranjeras, el aumento fue de 5,7 por ciento en 1995.
El gobierno aguarda para este año un crecimiento de 6,5 por ciento. Pero los especialistas creen que la presión de los factores determinantes de la emigración no cesará en lo inmediato.
"Aún en el caso de una recuperación macroeconómica rápida, robusta y sostenida, el tiempo para el debilitamiento del flujo emigratorio debe ser medido en décadas", advirtió la OIT.
La organización agregó que los antecedentes del país en materia de cantidad y calidad de creación de trabajo no son relevantes. Si bien crece el empleo, los ingresos caen sistemáticamente y aumenta la pobreza.
La población pobre ofrece su fuerza de trabajo por una paga menor en los últimos años. "Los datos parecen sugerir que el filipino promedio trabaja más para conservar una menguante porción" del ingreso general, se observó en el informe.
Unas 775.000 personas se incorporaron en 1994 al mercado de trabajo, mientras 719.692 se radicaron en el exterior. Los emigrantes representan 34,7 por ciento de la fuerza de trabajo del país, según la OIT.
Cerca de un tercio de la población económicamente activa está desempleada o subempleada. Dante Canlas, de la Autoridad Nacional de Economía y Desarrollo, indicó que el desempleo abierto muestra una "pequeña declinación" en los últimos cuatro años.
Esa tasa se situó en 10,6 por ciento en 1991 y en 8,4 en octubre de 1995. El desempleo promedio fue de 9,8 por ciento entre 1991 y 1994.
"Aunque la situación del empleo ha mejorado considerablemente en los últimos años, el país está aún lejos de generar suficientes puestos de trabajo y de frenar así la emigración", dijo la subsecretaria de Trabajo, Carmela Torres.
Dado que la emigración no podrá ser detenida en el corto plazo, los expertos instan al gobierno a mejorar la protección de los filipinos en el exterior mediante la disuasión de empleos de riesgo, como el servicio doméstico y el trabajo en el área de entretenimiento.
Al respecto, la OIT aconsejó al gobierno a mejorar la capacitación laboral de la población y sacar partido de las ventajas comparativas de los trabajadores filipinos, como su facilidad para expresarse en inglés y la alta tasa de participación de las mujeres en la población activa.
Finalmente, la organización advirtió que la recuperación observada es vulnerable ante factores emergentes de la debilidad estructural de la economía filipina, como los problemas fiscales, la alta dependencia de recursos del exterior para equilibrar la balanza de pagos y la baja tasa de ahorro.
Los filipinos ahorran sólo 14,7 por ciento de su PIB, frente a 55,6 por ciento en Singapur, 37,2 en Malasia y 36 por ciento en Indonesia. (FIN/IPS/tra-en/js/cpg/ff/lb hd/96