Sólo ocho países de la Unión Europea llegarán al 1 de enero de 1999, fecha del comienzo de la Unión Monetaria Europea, en condiciones de incorporarse, según un estudio publicado por el Dresdner Bank, el segundo instituto bancario más importante de Alemania.
Los ocho países serían Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Irlanda y Luxemburgo,
De acuerdo a estos datos, quedarían en esa primera etapa fuera del sistema los países mediterráneos, entre ellos Italia, uno de los fundadores de la Comunidad Económica Europea en 1957, Finlandia y Suecia.
El instituto bancario se adelanta así a la decisión que, según el Tratado de Maastricht, firmado por los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea en febrero de 1992, deberá adoptar la Unión Europea en el primer semestre de 1998 para dar paso a la primera fase de la transformación monetaria.
La publicación trata de dar respuesta a las cinco preguntas que se hace la población alemana con mayor frecuencia cuando se habla del Euro, la nueva moneda europea, que sustituirá al Ecu a partir de 1999.
En una fase sucesiva, a partir del 1 de julio del 2002, el Euro reemplazará definitivamente a las monedas nacionales de los países participantes.
Los economistas del Dresdner Bank son optimistas con respecto a la estabilidad de la nueva moneda.
Arguyen en favor de ella que el Tratado de Maastricht ha estipulado directrices muy rigurosas para la gestión del Banco Central Europeo, el cual dispondrá de los instrumentos necesarios para garantizar la estabilidad de los precios cuando empiece a trabajar en Francfort a partir de 1999.
La Unión Monetaria no causará grandes fluctuaciones en los mercados internacionales de capital ni originarará una fuga de capitales. Por el contrario, señala el banco, el nuevo y gran ámbito monetario ofrecerá a los inversores posibilidades atractivas y más variadas.
La publicación alude a los "profundos temores" que, según el banco, sienten los ciudadanos alemanes, sobre todo los de mayor edad, con respecto la sustitución de su querida y fuerte moneda, por otra desconocida.
Advierte con énfasis que el cambio del marco por el Euro no es una nueva reforma monetaria como la que experimentó el pueblo alemán en 1923, después de la Primera Guerra Mundial, o en 1948, después de la Segunda Guerra Mundial.
Para los alemanes -subraya el Dresdner Bank- el Euro no significará una pérdida de poder adquisitivo, pues la relación de cambio se fijará en base al valor que tenga el marco con respecto al Ecu el 1 de enero del 99.
El banco de Francfort se hace eco de las propuestas presentadas hace unos dos años por los políticos democristianos Wolfgang Schaueble, jefe de la fracción parlamentaria de su partido, y Karl Lamers, miembro de la presidencia de este grupo parlamentario.
Ambos parlamentarios sugirieron entonces que el proceso de la unificación europea debería avanzar al ritmo fijado en Maastricht y que el grupo de países clave, es decir aquellos que más se acercan a los "criterios de convergencia" fijados por el tratado, procediesen a realizar la unión monetaria.
Los otros podrían luego integrarse cuando vayan cumpliendo con dichos criterios.
Los acuerdos de Maastrihct establecen como codciones para la admisión que la inflación no debe exceder en 1,5 por ciento el promedio de la tasa de los tres países de la UE más estables, y que el déficit presupuestario no debe ser superior a tres por ciento del producto interno bruto (PIB).
También disponen que el endeudamiento estatal no debe superar el 60 por ciento del PIB, y que los intereses a largo plazo sólo pueden superar en dos por ciento la media correspondiente de los tres países con precios más estables en la UE.
También exigen como condición para entrar en la Unión Monetaria haber mantenido en los dos años anteriores el marco admisible en las fluctuaciones de los tipos de cambio.
Si se cumplen estrictcamente estos criterios, no existe el peligro, según el banco, de que la introducción del Euro pueda tener efectos inflacionarios.
El Dresdner Bank explica luego que la Unión Monetaria Europea podría comenzar con los 8 países mencionados, los cuales son hoy considerados por los mercados financieros como "muy parecidos".
Al describir el nacimiento del Euro, el banco germano se remite a la historia del proceso unificador en Europa y apunta que la idea de la Unión Monetaria comenzó a ocupar a los políticos comunitarios a finales de los años 60.
En esa época ellos deseaban fortalecer la eficiencia de la industria europea para hace frente a la pujante economía de Estados Unidos y su moneda, el dólar.
EE.UU. y Europa son dos zonas económicas muy parecidas en cuanto a dimensión y potenciales comparables. La diferencia está en que EE.UU. vienen actuando desde hace dos siglos con una sola voz y una sola moneda en el escenario internacional y Europa defiende allí un cúmulo de intereses y muchas monedas.
En las décadas de los años 60 y 70, el sistema monetario imperante en el mundo confirió al dólar estadounidense un papel rector, con tipos de cambio normalmente fijos y que a veces se modificaban incluso por medio de decisiones políticas.
Ante estas circunstancias, la recuperación económica del Viejo continente tropezaba con muchas turbulencias y se tuvo que abandonar el sistema y se dejó flotar libremente el dólar.
Y las subsiguientes grandes fluctuaciones entre los tipos de cambio perjudicaron las relaciones comerciales y financieras de la Comunidad Europea.
En 1979, el Consejo Europeo resolvió crear el Sistema Monetario Europeo (SME) para hacer frente a la moneda estadounidense y posteriormente se dió vida al Ecu como nueva unidad de cuenta y como unidad de referencia para los tipos de cambio.
En diciembre de 1995, en Madrid, el Consejo Europeo bautizó la nueva moneda y los pasos de su introducción definitiva.
Las monedas del Euro tendrán una cara europea y otra nacional y ésta llevará las estrellas de la Unión, el signo monetario, el país respectivo y el año de acuñamiento.
El lado europeo mostrará obras de la arquitectura y estilos del Viejo Continente, objetivos e ideales de la UE y personalidades europeas.
Los billetes de cinco Euros serán de color gris, los de 10 rojos, los de 20 azules, los de 50 anaranjados, los de 100 verdes, los de 200 marrón-amarillos y los de 500 Euros, de color lila.
Además llevarán las iniciales del Banco Central Europeo corespondientes a cinco idiomas: inglés, francés, alemán, danés y holandés. (FIN/IPS/rc/jc/if/96