Sylvana Foa, la vocera oficial de las Naciones Unidas, estaba visiblemente asombrada.
La plataforma del Partido Republicano no solamente se opone a las misiones de paz de la ONU, sino tambien es contraria a cualquier interferencia internacional o de la organización respecto a los parques nacionales, un cargo que dejó perpleja a Foa.
"Las Naciones Unidas no están tratando de apropiarse de los parques estadounidenses. Simplemente les damos medallas… Hay mucha desinformación", lamentó.
Foa dijo no comprender porqué la plataforma, revelada en la convención republicana de San Diego durante el fín de semana, parecía tan preocupada ante el espectro del comando de la ONU, al punto de expresar "nos oponemos que nuestras tropas participen en misiones de paz si su jefe no es un oficial estadounidense".
Sin embargo, la plataforma republicana es el último ejemplo de cómo los temores de la derecha estadounidense -desde los grupos racistas como el Ku Klux Klan hasta las milicias armadas- están encontrando eco en los principales partidos políticos.
Robert Crawford, un analista de Coalición por la Dignidad Humana, con sede en Seattle, dijo que si bien muchos electores estadounidenses consideran a la ONU una amenaza contra la santidad de los parques nacionales, ese tema está vinculado a las milicias.
En la parte occidental de Washington, un estado fronterizo con Canadá, funcionarios locales están estudiando una propuesta de vigilar los parques juntamente con los canadienses, señaló Crawford. Sin embargo, la iniciativa inmediatamente irritó a las milicias derechistas.
"Numerosos voceros consideran que la supervisión conjunta forma parte del esfuerzo de las Naciones Unidas para apoderarse de una gran parte de terreno en el estado de Washington", dijo Crawford.
La campaña, que paralizó la iniciativa de vigilancia conjunta, simplemente forma parte del objetivo de las milicias "de atacar a las Naciones Unidas como una amenaza a la soberanía de Estados Unidos", agregó.
Con la campaña proselitista a pleno ritmo, tanto republicanos como demócratas se muestran deseosos de atraer el favor de los alinenados votantes blancos que forman la base de sustentación de las milicias. Como resultado, muchos de los temores de la extrema derecha se reflejan, aunque velados, en sus discursos políticos.
"Las milicias han tenido éxito en influenciar a todos tipo de políticos", observó Noah Chandler, un investigador del Centro para Renovación Democrática, un grupo basado en Atlanta que observa a las milicias.
Chandler estimó que hay más de 75.000 miembros de las milicias en Estados Unidos y quizás otras 25.000 personas involucradas con grupos racistas. No obstante, los medios de inteligencia de las milicias y sus lazos con organizaciones de base las convierten en un crucial bloque de electores.
Los políticos estadounidenses, obviamente, así lo piensan.
Robert Dole, el candidato presidencial republicano, habló de varios temas especialmente afines con las milicias, desde restricciones a la inmigracion hasta la promesa de poner fin al Servicio de Impuestos Internos (IRS).
Lo más importante fue que Dole expresó un pesimismo sobre las instituciones gubernamentales, desde el IRS hasta la ONU, mas en consonancia con las milicias que con su carrera de senador.
"Dole se ha apropiado de algunos de los temas de la campaña de (Pat) Buchanan", dijo Crawford, refiriéndose al comentarista político televisivo que este año se presentó como candidato republicano con fuerte apoyo de las milicias.
Uno de los principales consejeros de Buchanan, Larry Pratt, es miembro activo de grupos vinculados a la extrema derecha, apuntó.
Sin embargo, los demócratas del presidente Bill Clinton no ahorran esfuerzos para ganarse los votos de electores blancos furiosos por cuestiones raciales como la inmigración y la previsión social de los grupos de población menos favorecidos.
El mes pasado Clinton se vió obligado a bajar el tono de un aviso de la campaña que mostraba como un éxito de su gobierno la deportación de inmigrantes ilegales. El secretario de la Cámara Federal, Henry Cisneros, objetó y calificó de racistas imágenes en las que funcionarios oficiales detenían a inmigrantes de color.
El mandatario suscitó no obstante la rabia de sus propios partidarios porque prometió firmar una ley que abolirá los programas federales de prevision social y devolverá el dinero aportado a los estados.
"Creo que la llamada reforma de la previsión social es en sí misma una palabra en código para políticas raciales", dijo Chester Hartman, del Consejo de Investigación sobre Raza y Pobreza. Apuntó que la propuesta de reponer a nivel estatal la previsión social retrocedía el problema a la secesión sudista de 1861.
Seis estados rebeldes del sur se opusieron a cualquier acción federal para garantizar los derechos civiles de los afroamericanos, lo que dió lugar a una guerra civil entre unionistas y confederados (1861-1865) que causó más de 600.000 muertos de ambos bandos.
La retórica sobre "derechos de los estados" es popular entre muchos líderes de las milicias, incluso Ray Southwell, ex jefe de estado mayor de la milicia de Michigan, que fue asociado a los dos sospechosos arrestados por el atentado explosivo del año pasado al edificio federal de Oklahoma City.
"Hay una última esperanza para evitar una confrontación armada, y esto ocurrirá si nuestros gobiernos estatales se ponen de pie y le dicen al poder central que no interfiera", dijo Southwell. "Si el estado no se levanta… el pueblo americano lo hará".
"El derecho de los estados en los años '40 y '50 fue una palabra clave para la discriminación racial", apuntó Hartman. "No obstante, ahora, Clinton pretende usarlo como plataforma para solucionar el problema de fondos federales de previsión social".
Irónicamente, algunos políticos que obtuvieron el favor de las milicias en las elecciones de 1994, como la representante republicana de Idaho, Helen Chenoweth, ahora luchan para desprenderse de esos lazos comprometedores.
A pesar de todo, los principales dirigentes políticos han suavizado las agudas aristas de algunos temas de las milicias y los han incluído en sus agendas.
El secreto del éxito político de las milicias es que se han dividido en dos grupos, un movimiento populista que plantea sobre el terreno un furioso reclamo antigubernamental y otro clandestino que está vinculado a los ataques a instalaciones federales.
Sin embargo, esas dos alas de la derecha estadounidense "en realidad son una sola", observó Chandler.
Señalo que mientras los grupos populistas de "superficie" difunden su mensaje a nuevos prosélitos, principalmente a través de la radio, aquellos subterráneos despiertan otro tipo de interés demostrando que son capaces de brindar acción y no solo palabras.
"Los miembros de las milicias aumentaron despues de la bomba de Oklahoma", en la cual perecieron 170 personas, acotó. Ese vistoso incremento hizo que los políticos se muestren aún más deseosos de escuchar su iracundo mensaje.
Desde el suceso preliminar de la campaña de Buchanan hasta el actual debate sobre inmigración y previsión social, este año de elecciones arroja una nueva luz sobre las palabras de Tom Metzger, jefe de la racista Resistencia Aria Blanca.
Tras la bomba de Oklahoma, Metzger predijo que "el gobierno de este país -al que llamamos los criminales- haría mejor en escuchar a la gente blanca desposeída, a la mayoría desposeída".
Al parecer, ahora la está escuchando. (FIN/IPS/tra- en/fah/pz/ego/ip).
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