La visita a Estados Unidos esta semana del presidente electo de Ecuador, Abdala Bucaram Ortiz, revela hasta dónde ha debido llegar para aplacar a inversores estadounidenses preocupados por su campaña populista.
La pregunta que más inquieta a Wall Street fue planteada este lunes por un banquero en una reunión con representantes de instituciones financieras organizada por el Consejo de las Américas. ?Será su gobierno tan populista y partidario de los pobres como lo fue su retórica de la campaña electoral?
Para el regocijo de su audiencia, Bucaram, quien asumirá la presidencia el sábado, se encogió de hombros y dijo "una campaña es una campaña".
Antes de su victoria frente al rival conservador Jaime Nebot el 7 de julio, Bucaram preocupó a los inversores prometiendo en su campaña renegociar la deuda externa del país, devaluar la moneda (el sucre) y asignar 30 por ciento del presupuesto nacional a la educación.
Las propuestas de Bucaram lograron convencer a los votantes que, tras años de ajuste estructural, una inflación de 25 por ciento y el creciente deterioro de los servicios sociales, los casi ocho millones de pobres del país (en un total de 12 millones de habitantes), estaban ante la presencia de un campeón.
La campaña puso nerviosos a los banqueros de Estados Unidos. Cuestionando las "verdaderas intenciones políticas" y destacando sus "promesas inconsistentes durante la campaña electoral", la empresa con sede en Nueva York Salomon Brothers evaluó el mes pasado como "moderadamente negativa" la posibilidad de invertir en Ecuador.
Como se ocupó de aclarar el presidente electo, la tarea de confortar a Wall Street y asegurar las inversiones para Ecuador acaba de empezar.
Con ese fin, Bucaram mantuvo como asesor ejecutivo, al financista conservador Roberto Isaías, y designó a Alvaro Noboa, presidente del importante grupo agroindustrial, como presidente de la Junta Monetaria.
Bucaram también puso fin al discurso sobre la devaluación y la renegociación de la deuda, que supera los 20.000 millones de dólares de producto interno bruto (PIB) de Ecuador, y negó que intervendrá la economía liberalizada del país en nombre de las reformas sociales.
"?Quién mataría conscientemente a la gallina de los huevos de oro?", preguntó ante el Consejo de las Américas, para responder que "eso sería absurdo".
Pero, a la vez, se aferra a su compromiso con las reformas sociales. "Hay que poner la economía al servicio de la humanidad. No puede ser posible que un país como Ecuador tenga 60 por ciento de pobres", sostuvo.
Wall Street, en general, se ha calmado. El First Bank of Boston, cautamente actualizó su evaluación de Bucaram, saludando especialmente la selección de Isaías.
Michael Hart, del área de Investigación Económica sobre América Latina de Salomon Brothers, dijo que el futuro presidente de Ecuador "está formando un equipo económico técnicamente competente".
No obstante, algunos aún se preguntan cómo hará Bucaram para seguir el camino del libre mercado y aliviar las condiciones de vida de los más pobres de su nación.
Las necesidades de Ecuador son muchas. Un reciente informe del Banco Mundial estima que 1,5 millones de personas, o uno cada ocho ecuatorianos, "no puede satisfacer sus requisitos nutricionales aunque gaste todo lo que tenga en alimentos".
Noboa afirma que es posible "equilibrar el prespuesto y a la vez hacer trabajo social", y que el gobierno podrá con facilidad reunir entre 200 y 300 millones de dólares simplemente poniendo fin a la evasión fiscal.
El gobierno también planifica eliminar los subsidios al combustible, exceptuando a los sectores pobres, y poner a la venta acciones de la compañía de teléfonos estatal, ENTEL, y las industrias de energía e hidrocarburos.
Bucaram prometió a Wall Street que 35 por ciento de las acciones de ENTEL se venderán en el primer trimestre de 1997. Además, se planifica destinar 150 millones de dólares para construir por año 100.000 unidades de vivienda a bajo costo.
No todas las propuestas son aprobadas. Hart duda de que la campaña contra la evasión de los impuestos reporte tantos ingresos, y cree que algunas de las promesas de Bucaram en Nueva York, entre ellas la baja de intereses y la duplicación del crecimiento del PIB a 6 por ciento sólo son realistas para el futuro lejano.
Bucaram, ex alcalde de Guayaquil, no es ajeno a la controversia. Llamado "El loco" por sus críticos, estuvo brevemente en Panamá hace una década, tras haber sido acusado de corrupción. Mientras fue alcalde, llamó la atención por sus supuestos rezongos a mujeres en las calles de Guayaquil por vestirse impropiamente.
Todo esto, sin embargo, importa menos a los banqueros estadounidenses que el compromiso de Bucaram con la liberalización, cualquiera sea el costo social.
El presidente electo tiene claro dónde terminan sus promesas electorales. "Es obvio que no soy solamente un populista", dijo antes de regresar a Ecuador para asumir la presidencia, y añadió que "es responsabilidad de los empresarios sacar nuestro país adelante". (FIN/IPS/fah/yjc/lp/if-ip/96