Aunque Cuba logró levantar a última hora y "salvar el honor" a expensas de batazos, remates y derechazos, los juegos olímpicos de Atlanta dejaron un sabor amargo en la boca de la mayoría de los cubanos.
Con nueve medallas de oro, ocho de plata y ocho de bronce, la isla del Caribe pasó del quinto puesto del medallero de Barcelona al octavo, superada por Estados Unidos, Rusia, Alemania, China, Francia, Italia y Australia.
Así y todo, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, calificó de "extraordinario" que Cuba se colocara entre los 10 primeros lugares y a la cabeza de América Latina.
Para los que siguieron los juegos día tras día, la posición final "no pudo ser mejor" en unas competencias catalogadas como "dramáticas" para Cuba, no tanto por los resultados, que a veces dependen de un golpe de suerte, sino por las actuaciones.
Acostumbrados a ver a las principales figuras del deporte cubano ganar o perder pero "con mucho honor", los aficionados locales al deporte vivieron los últimos días en una agonía constante, de desilusión en desilusión.
"Se confiaron, eso es todo". La opinión, sin dueño identificado, sale del centro de un grupo de hombres que en la mañana de este lunes se volvió a reunir en el Parque Central de La Habana.
Conocida como la "esquina caliente", la más famosa tertulia deportiva de las calles cubanas reinició sus encuentros tras un receso durante las semanas de la Olimpiada de Atlanta.
A pesar de los criterios divergentes, la mayoría de los participantes parece coincidir con Vitalio Gómez, jubilado de 58 años: "pensaban que iban a tener la misma suerte que en Barcelona. Se confiaron y en la confianza está el peligro", dice.
Pausides Cabrera, comentarista deportivo del semanario Tribuna de La Habana que circula en la capital, aseguró este domingo que Atlanta demostró cuán "peligroso" puede ser "aventurarse en pronósticos, sin tener en cuenta el cambiado panorama mundial".
Decididos a mantener el puesto ganado en Barcelona, Cuba fue a Atlanta con una larga lista de deportistas recientemente lesionados, con déficit de fogueo internacional y valoraciones inexactas sobre la calidad de sus rivales.
Si la medalla de plata de Ana Fidelia Quirot en los 800 metros plano alegró pero no asombró a nadie en la isla, para los seguidores del deporte tampoco fue una sorpresa la derrota de Javier Sotomayor, recordista mundial de salto alto.
Sotomayor era el único saltador del mundo en rebasar los 2,40 metros desde 1993 cuando, en sus últimas presentaciones de este año, aparecieron unas molestias en su pierna de despegue que le hicieron "fallar" en más de una ocasión.
Sin embargo, el campeón de Barcelona no encontró gran comprensión hacia sus molestias y sí más bien censura a sus actividades extradeportivas que, en los últimos tiempos, lo hicieron aparecer cantando rap en un video televisivo.
Para colmo entre las medallas programadas y perdidas, se encontraban las que lucharían en las pesas Joel Casamayor y Ramón Garbey, dos de los tres deportistas que a última hora cambiaron integrar la delegación cubana en Atlanta por el exilio en Estados Unidos.
El otro "desertor", Rolando Arrojo, era considerado el lanzador número uno del equipo cubano de béisbol que, aunque al final se alzó con el oro, enfrentó no pocos "aprietos", achacados, sobre todo, a deficiencias en el pitcheo.
Aunque la decisión de los tres deportistas podría igualarse a la de cualquier cubano que decide emigrar, para los observadores locales resultó obvia la existencia de "una buena suma de dinero por el medio" que los impulsara a dejar Cuba justo antes de las olimpíadas.
"El mayor sueño de cualquier deportista es participar en una olimpíada. Lo normal hubiera sido ir a Atlanta, jugar y no regresar a la isla", dijo un comentarista de una emisora de radio local.
Por su parte, el presidente Fidel Castro comentó, el 10 de julio, que como en otras ocasiones los desertores se dejaron llevar por "el mercenarismo, por el comercialismo, por las ambiciones" y traicionaron al país.
En un discurso de despedida a la delegación cubana a Atlanta, Castro aseguró que a pesar de la crisis que afecta al país desde inicios de esta década el deporte se mantuvo con un presupuesto anual de 115 millones de pesos (igual en dólares al cambio oficial).
Con una población de 11 millones de habitantes, Cuba tiene 100 escuelas deportivas con 24.000 alumnos, 32.000 profesores de educación física y 11.000 instalaciones deportivas.
Observadores locales aseguran que los Juegos Olímpicos reflejaron el resultado de todo un sistema de becas, patrocinios y ayudas financieras a un grupo de federaciones nacionales que facilitaron no pocas de las "sopresas" de los juegos.
A la luz de los resultados de Atlanta, funcionarios gubernamentales empiezan a hablar de la necesidad de introducir reformas en el sistema de organizaciíon del deporte.
"Nos hemos estancado", dijo Cabrera, que no es partidario de hablar descenso técnico del deporte nacional si no más bien de un gran ascenso de otros países para lo cual Cuba no se preparó. (FIN/IPS/da/dg/sp/96