Los hombres de mujeres que hurgan en los cubos de basura de las comunidades de clase media de esta capital, no buscan objetos perdidos, al contrario, tratan de encontrar una de las necesidades más basicas, comida.
"Hago esto todos los días para sobrevivir. Es mejor que morir de hambre", dijo Siata Maimuna, que está sin trabajo.
"He visto morir de inanición a gente de mi barrio porque se avergonzaban de hacer lo que yo hago ahora para subsistir", agregó Siata, quien viaja desde las áreas pobres de la periferia de Abidjan para buscar restos sobrantes de comida de las mesas ricas.
Siata dijo que era conciente de los potenciales riesgos que corría su salud por revolver residuos en busca de comida, pero "si no como eso, moriré mucho antes…"
"El hambre no conoce la verguenza. Yo sobrevivo así. No tengo un empleo permanente y a veces trato de encontrar algún mendrugo de pan en la basura", dijo Yaovi Klu.
Si bien no hay estadísticas oficiales sobre esta particular estrategia de supervivencia para los pobres, muchos observadores señalaron que la gente que revuelve los residuos en busca de alimentos ya son algo común en la capital de Costa de Marfil.
Una de las razones invocadas para que eso ocurra es el creciente desempleo.
"La migración urbana está en aumento. Más y más gente se encuentra desempleada en las ciudades pero deben vivir. Esa es una de las razones por las que hay personas físicamente capaces que realizan prácticas vergonzosas como hurgar en la basura por comida", señaló Jean Batlo, un trabajador social de Abidjan.
"Costa de Marfil es un rico país agrícola. Desgraciadamente, nuestros dirigentes políticos se equivocaron respecto a lo que consideran prioridades y niegan a la mayoría de la gente los medios decentes de subsistencia…", dijo.
Los alimentos abundan en el país, pero el desempleo, estimado en el 60 por ciento sobre una fuerza activa de casi cinco millones, no puede adquirirlos. No existen programas de asistencia o seguridad social para los pobres.
La Asociación para los Necesitados de Costa de Marfil (ADCI) ha venido golpeando puertas durante largo tiempo pidiendo mejor tratamiento para los pobres del país.
"Estamos logrando muy poco porque aquellos que supuestamente deberían ayudarnos"declaró la titular de ADCI, Kalu Oulai Rose Zibo. "Tanto funcionarios oficiales como algunas ONG afirman que respaldan nuestra causa, pero en realidad nos usan para obtener dinero y bienes materiales de los donantes", dijo Kalu.
"El año pasado, la primera dama, Madam Bedie, nos envió 10 toneladas de arroz a través del consejo distritual. Solo recibimos un saco de 50 kilos. Cuando preguntamos a la gente del consejo que pasó con el resto, dijeron que lo dieron a los hambrientos…", contó la presidenta de ADCI.
De los 13 millones de habitantes de Costa de Marfil, alrededor de dos millones viven en Abidjan. Según el gobierno, más de la mitad de la población capitalina vive en 75 barrios pobres y su mayoría está desempleada.
Según estadísticas de las Naciones Unidas, Abidjan tiene una densidad por kilómetro cuadrado de 3.030 habitantes.
El Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) atribuye el aumento de los barrios pobres en Costa de Marfil a los inadecuados programas socioeconómicos de alcance nacional, que estimulan la alta migración urbana en detrimento de las áreas rurales del país.
"A medida que más gente abandona las áreas rurales en busca de oportunidades inexistentes en las ciudades, las demandas de servicios sociales aumentan sin que el gobierno central tenga la capacidad de satisfacerlas", señaló un informe del PNUD.
La población de Abidjan crece anualmente un tres por ciento, según el alcalde de la capital, N'koumo Mobio. Esto ha desbaratado los esfuerzos del gobierno para satisfacer la demanda de viviendas que oscila en 20.000 por año.
Incluso cuando las casas son construídas, cuestan entre 15 y 18 millones de francos CFA, lo que supera los medios adquisitivos de la mayoría de la gente que apenas gana el equivalente de 100 dólares por mes. (Un dólar vale alrededor de 500 francos CFA).
Los desempleados se han visto obligados a instalarse en barrios de emergencia sobre terrenos públicos, donde erigieron casas de madera y cartón que contrastan agudamente con los rascacielos de aluminio y cristal del centro comercial de la ciudad, Plateau.
No es raro encontrar a una familia de 10 personas viviendo en una estancia de 10 metros de largo y seis de ancho en un barrio de emergencia que carece de escuelas, consultorios médicos, agua corriente y cloacas.
La pobreza es el pan de cada día de sus residentes y encontrar comida la prioridad absoluta.
"Comemos una vez al día. A veces ayunamos. Algunas personas están durante cinco días sin un pedazo de pan para tragar", observó Michael Mandu, un desempleado de 35 años que vive en Sicobois, uno de los barrios pobres de Abidjan.
"Sufrimos porque no tenemos trabajo y no podemos volver a la aldea porque vivir allí es peor", añadió Mandu, quien emigró a la capital hace cinco años.
"Hemos visto a gente morirse de hambre con la boca abierta, lo que significa que no habían comido durante días", dijo el titular de ADCI, Kalu, quien vive en otra zona pobre llamada Doukoure.
Indicó que en los barrios de emergencia la más leve enfermedad puede ser mortal por falta de asistencia. "No tenemos dinero para comprar medicamentos, incluso los más baratos", acotó.
Kalu, quien es considerada "la madre de los pobres", dijo que los indigentes podían ayudarse a sí mismos pero tambien necesitaban asistencia del gobierno. Hasta ahora la ayuda del ejecutivo fue nula y la situación de los pobres es desesperada.
"Esta gente no pide demasiado. Si les podemos ofrecer agua potable, electricidad y centros sanitarios, una gran parte de sus problemas quedarían resueltos", declaró Michel Man, un analista social. "Podríamos alegrar la vida en los barrios pobres dándoles lo mínimo indispensable". (FIN/IPS/tra-en/md/pm/ego/pr).
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