Japón fue el único país que presentó un pedido formal de consultas con Brasil por el régimen de importación de automóviles, aclaró hoy una fuente de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La Unión Europea (UE), que había anunciado este jueves en Brasilia su decisión de sumarse a la queja nipona, no efectuó todavía presentación alguna ante la OMC, agregó el vocero.
Un representante de la UE en la capital brasileña comunicó que los 15 se sumarían a la solicitud que Japón planteó en Ginebra el 30 de julio. Sin embargo, hasta este viernes la OMC no había recibido notificación alguna de la UE.
Los procedimientos de solución de diferencias de la OMC contemplan la posibilidad de que un tercer miembro, que se considere con interés comercial sustancial, se asocie a las consultas.
La UE puede sumarse a la presentación de Japón o presentar una solicitud de consultas con Brasil por separado, explicó la fuente de la OMC.
El conflicto de japoneses y europeos con Brasil se origina en el régimen automotor que favorece a las marcas que realizan inversiones para fabricación o ensamblaje en el país sudamericano.
El régimen reduce los aranceles aduaneros de 70 a 35 por ciento en caso de que los fabricantes extranjeros incorporen a los vehículos un 60 por ciento de partes elaboradas en Brasil.
En América Latina, las fábricas japonesas de automóviles han privilegiado tradicionalmente el sistema de importación de vehículos totalmente terminados.
Por lo general, los fabricantes nipones han instalado en la región plantas de ensamblaje pequeñas con escasa incorporación de autopartes nacionales.
En cambio, las fábricas automotrices estadounidenses y algunas europeas han levantado plantas gigantescas en Brasil para cubrir la demanda del primer mercado de América Latina y de sus socios del Mercosur, Argentina, Paraguay y Uruguay.
Después de la sanción de las disposiciones legales que implantaron el nuevo régimen automotor, en diciembre de 1995, Brasil firmó convenios para la instalación de nuevas fábricas de automóviles extranjeros por un monto de 12.000 millones de dólares.
Por efecto del nuevo régimen arancelario, las exportaciones de automóviles japoneses a Brasil cayeron de 31.604 unidades en el primer semestre de 1995 a sólo 2.406 en el mismo período de este año, según datos de fuente oficial japonesa.
Durante el primer semestre de 1996, en Brasil se comercializaron 786.430 automóviles comerciales. De ese total, sólo un 4,8 por ciento correspondió a unidades importadas de distintos orígenes, incluidos Japón y Europa.
El régimen automotor brasileño tendrá vigencia hasta 1999. Para esa época, estimaron analistas, las inversiones de las transnacionales automotrices en Brasil habrán aumentado a unos 20.000 millones de dólares y la industria estará consolidada.
Con esa perspectiva, los negociadores brasileños han tratado de ganar tiempo y de dilatar las discusiones. Una contrapropuesta brasileña de autorizar, en 1997, la importación de 40.000 automóviles totalmente terminados en el exterior, fue rechazada por los fabricantes.
El propio procedimiento de solución de diferencias comerciales de la OMC puede brindar un respiro a Brasil.
Las normas determinan que, después del 30 de julio, Brasil dispone de 10 días para responder a la solicitud de consultas presentada por Japón. El mecanismo otorga otros 30 días más a Brasil para la iniciación de la consultas.
Una vez comenzadas las consultas, que son estrictamente confidenciales, las partes tendrán un plazo de 60 días para concertar un acuerdo.
Vencido ese plazo, Japón, como parte reclamante, podrá pedir al Organo de Solución de Diferencias de la OMC, la constitución de un grupo especial (panel) que examine la cuestión.
El grupo especial debe entregar su informe final en un plazo de seis meses. El procedimiento contempla también plazos para la adopción del informe por el Organo de Solución de Diferencias y para la apelación.
Antes de que se pueda aplicar un eventual informe negativo contra Brasil, pueden transcurrir entre un año y medio y dos.
El actual presidente del Organo de Solución de Diferencias de la OMC es, paradójicamente, el propio embajador de Brasil ante la OMC, Celso Lafer.
El diplomático brasileño es un decidido defensor del sistema de mediación de la OMC, que desde el nacimiento de la organización, el 1 de enero de 1995, y hasta fines de julio pasado, atendió 50 disputas entre partes. (FIN/IPS/pc/ag/if/96