La exitosa experiencia del Hogar de Cristo, una organización católica de ayuda a los más pobres, tiende a ser imitada en otros países y convierte a la solidaridad en otra exportación no tradicional de Chile.
Este domingo se celebrará el Día de la Solidaridad, en un nuevo aniversario de la muerte del sacerdote jesuíta Alberto Hurtado, fundador del Hogar de Cristo y uno de los mayores exponentes de la dimensión social de la Iglesia Católica chilena.
El padre Hurtado, como se le conoce en el país, fue además fundador de la Acción Sindical Chilena y de la revista Mensaje. El Papa Juan Pablo II lo beatificó en 1994, a 42 años de su muerte, ocurrida en 1952.
El Hogar de Cristo es actualmente una institución con su sede central en Santiago y 52 filiales distribuidas en todo este país de 13,5 millones de habitantes, de los cuales cuatro millones son pobres.
La institución, dirigida en los últimos 12 años por el sacerdote Renato Poblete, tiene una planta de 2.000 trabajadores, además de 3.000 voluntarios y un universo de cooperadores de 300.000 socios y 250 empresas.
En la red solidaria del Hogar de Cristo se mantienen las hospederías que el padre Hurtado creó para albergar de noche a niños de la calle y ancianos vagabundos que el propio sacerdote recogía en una camioneta pintada enteramente de verde.
Pero esa es ahora sólo una parte mínima de una estructura que incluye policlínicos, hogares permanentes para ancianos y menores, centros de atención médica y sicológica para adultos mayores sin recursos y centros comunitarios de rehabilitación de alcohólicos y drogadictos.
Cuenta igualmente con tres fundaciones: la primera de atención a jóvenes con problemas de conducta y aprendizaje, la segunda para discapacitados mentales y la tercera para discapacitados físicos.
Por último, la institución dispone de dos empresas filiales para la construcción de viviendas populares y una funeraria, que brinda servicios mortuorios a bajo precio.
Todo este complejo requería una organización empresarial, no sólo capaz de administrar eficazmente los recursos y de aumentar los ingresos, sino también de cumplir con los propósitos de atender a los pobres y difundir el ejemplo solidario.
Ricardo Leiva, gerente general del Hogar de Cristo, informó con orgullo que los gastos operacionales de la institución crecieron 60 por ciento entre 1992 y 1995, cifra que pocas sociedades anónimas pueden exhibir, según comentó El Diario, un matutino empresarial.
Una de las modalidades más novedosas puestas en marcha en los últimos años es el plan "uno más uno", mediante el cual los dueños de una empresa se comprometen a aportar recursos equivalentes a los que recauden sus trabajadores como contribución al Hogar de Cristo.
La buena gestión administrativa y financiera tiene dos méritos adicionales: el primero, que los "clientes" de esta empresa son "los más pobres entre los pobres", y el segundo que 30 por ciento del gasto del Hogar es entregado a otras instituciones menores de beneficencia.
Claro que, como destaca Leiva, el Hogar tiene dos plus envidiables respecto a una empresa privada común: por una parte, sus socios contribuyen sin pedir nada a cambio, y por otra el vasto contingente de voluntarios que incluye a numerosos profesionales calificados.
Eduardo Valenzuela es un médico de la Universidad Católica que desde hace 15 años dedica una mañana cada semana a los trabajos de la institución, generalmente en los policlínicos móviles que atienden gratuitamente a pacientes en barrios marginados.
Valenzuela integró esta semana un equipo de 60 personas, entre médicos, enfermeras, asistentes sociales, sicólogos y hasta peluqueros, que en el marco de los preparativos del Día de la Solidaridad llegó hasta la Vega Central de Santiago.
En este sector de la ribera del río Mapocho, identificado con un centro de acopio y venta de hortalizas, carnes y abarrotes, brindaron atención médica y sanitaria a los más necesitados y les distribuyeron ropas y alimentos.
Esta acción, explicó el médico, no es nueva. "La diferencia es que ahora se hace más pública, con el fin de sensibilizar la conciencia de las personas e invitarlas a ser solidarias", dijo.
Leiva explica que al ritmo de su crecimiento, el Hogar de Cristo tuvo que constituir un equipo ejecutivo eficiente, con profesionales que entregan parte de su tiempo en forma voluntaria en unos casos, y en otros trabajan por remuneraciones menores a las del mercado laboral.
La plana ejecutiva o gerencial está dividida en cinco áreas: la Social, encargada de la caridad, Recursos, del financiamiento, Recursos Humanos, para el personal, Administración y Finanzas y por último el área de Filiales.
Los ejecutivos aplican las directrices que determina un directorio que se reúne una vez al mes, compuesto por nueve miembros, empresarios y académicos católicos, además del sacerdote Poblete.
El Diario destacó que mientras la mayoría de las empresas chilenas buscan la experiencia extranjera para prosperar, el Hogar de Cristo recibe frecuentes solicitudes del exterior de otras instituciones interesadas en conocer su exitoso modelo de solidaridad. (FIN/IPS/ggr/dg/hd-pr/96