CHILE: Minería y turismo ponen en peligro a los flamencos

Los flamencos, uno de los mayores atractivos de los salares andinos del norte de Chile, están amenazados por el impacto de las millonarias inversiones mineras y el auge del turismo.

Los organismos gubernamentales encargados de la protección de la fauna silvestre aún no han cuantificado en detalle el impacto de estas actividades en la población de flamencos, pero los indicios que poseen son descritos como alarmantes.

Las hermosas aves zancudas, consideradas una especie vulnerable desde el punto de vista de su supervivencia, pueden pasar ahora a ser catalogadas en peligro en las nortinas regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama.

Esas regiones, caracterizadas en sus áreas costeras por la presencia del desierto de Atacama, uno de los más áridos del mundo, son las que poseen las mayores reservas de cobre y otros minerales del país.

A medida que se asciende hacia la cordillera de Los Andes, las tres regiones ofrecen un paisaje altiplánico donde habitan comunidades aymaras junto a áreas de pastoreo en que se crían llamas, alpacas, guanacos y vicuñas.

Los camélidos conviven con una rica fauna de mamíferos y aves, desde zorros, chinchillas y majestuosos cóndores hasta numerosos plumíferos acuáticos asimilados al habitat andino en un proceso de siglos.

Los salares, grandes extensiones de agua de poca profundidad, atestiguan que hace miles de años estas tierras estaban cubiertas por el océano Pacífico y dan sustento actualmente a esta variada vida animal.

Los salares son cuencas de escurrimiento de cursos líquidos que descienden de la cordillera sin salida hacia el mar, por lo cual sus aguas sufren un alto grado de evaporación facilitando grandes concentraciones de sales.

Los flamencos, que emigran al lado chileno desde octubre a abril desde las tierras bajas de Perú y Bolivia, tienen en los salares el fito y zoo plancton con que se alimentan.

Los salares y los escasos lagos de altura, como el Chungará, en la frontera chileno-boliviana, son los mayores atractivos para un turismo de aventura que se viene multiplicando incesantemente en los últimos años.

En 1990 llegaron a las áreas altiplánicas de las tres regiones alrededor de mil turistas chilenos y de otros países y para este año se esperan más de 20.000 visitantes, según informes procedentes de la ciudad de Antofagasta, 1.370 kilómetros al norte de Santiago.

Este masivo turismo estimula la habilitación de caminos y construcción de albergues, así como la circulación cada vez mayor de vehículos motorizados, lo cual va alterando el ecosistema en torno a los salares en que anidan los flamencos.

Pero aún más peligrosa aparece la actividad minera, con millonarias inversiones que sólo en 1995 representaron para el país ingresos de capitales en las tres regiones por unos 5.000 millones de dólares.

El impacto de la minería es mayor que el del turismo, porque sus altos volúmenes de construcción de caminos, desplazamiento de maquinarias pesadas y realización de obras de infraestructura.

La actividad minera, además, extrae agua en grandes cantidades de los salares y al mismo tiempo arroja en ellos desechos sulfurosos con características contaminantes.

Juan Pablo Contreras, jefe del Programa de Patrimonio Silvestre de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), destaca que a la negativa influencia del turismo y la minería se suma en los últimos 10 años la baja en las lluvias andinas.

En años normales las precipitaciones son del orden de los 150 milimetros, mientras que en el último decenio el promedio de lluvias es de sólo 50 milímetros al año, dijo Contreras al diario El Mercurio.

En el Salar de Atacama, el mayor del norte de Chile, la población de flamencos en la temporada de verano (diciembre a marzo) se estimaba en 23.000 ejemplares en 1987, mientras que en 1995 se calcularon sólo mil, dijo el funcionario de Conaf. (FIN/IPS/ggr/dg/en/96

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