CARIBE: Buscan protección contra paso de barcos con carga nuclear

El barco de bandera británica Pacific Teal, proveniente de Japón, dejó el Canal de Panamá este miércoles y se encuentra hoy en aguas del mar del Caribe, en dirección a Europa, con una carga de material radiactivo de un potencial supuestamente enorme.

Se espera que este viernes navegue por el Pasaje Mona y enfile hacia el puerto francés de Cherburgo por el océano Atlántico, para después seguir hasta Sellafield, en Gran Bretaña.

Algunos políticos de la región reclaman la elaboración de un tratado regional que garantice a los pueblos del mar Caribe la necesaria protección contra el peligro que entraña el paso de buques con cargas radiactivas por sus aguas.

"Creo que ésta es una cuestión en la que deberá tomar cartas la Caricom (Comunidad del Caribe). Tendremos que ponerla en su agenda", expresó Lester Bird, presidente del organismo regional.

A la vez se reiteran las declaraciones que de forma solemne afirman cuán improbable sería que un barco cargado de residuos nucleares produjera daños desastrosos al pasar por la región.

Esas afirmaciones, sin embargo, no logran conformar a los dirigentes y a los ambientalistas, que no han cesado de hablar de ese peligro desde el momento en que se supo que ha puesto proa en esta dirección un nuevo barco cargado con material radiactivo.

El navío, de 103 metros de largo, va cargado de combustible nuclear irradiado proveniente de reactores japoneses, que es enviado a Gran Bretaña y Francia para ser tratado en plantas de separación de plutonio y reciclado.

Se entiende que el buque contiene 21 toneladas de combustible utilizado en los reactores nucleares de Shika y Tomari, en Japón. El cargamento podría contener hasta cuatro veces la radiactividad liberada por el desastre de Chernobyl en Ucrania, en 1986.

Pese a que los gobiernos caribeños y los ambientalistas vuelven a cruzar sus dedos para que el paso de este barco resulte tan inofensivo como los anteriores, el alto comisionado británico en Barbados y el Caribe oriental, Richard Thomas, juzgó que no hay razón para preocuparse ya que se han tomado las precauciones necesarias.

Peter Cook, segundo subsecretario de la representación británica, respaldó ese punto de vista recordando que los barcos destinados a estos transportes están especialmente preparados y construidos para ello, y son considerados entre los navíos más seguros que surcan los mares.

"El gobierno británico confía en que estos cargamentos no supondrán ningún peligro para las naciones del Caribe ni para ningún otro país que tenga, naturalmente, aguas territoriales próximas a las aguas internacionales por las que atraviesan estos barcos", expresó Cook.

"Obviamente, nuestra preocupación va en nuestro propio beneficio, ya que los barcos se dirigen a Gran Bretaña, y en consecuencia queremos estar seguros de que las medidas puestas en práctica son las más rigurosas y seguras que podamos concebir".

Se ha informado que esos barcos tienen doble casco, de manera que si uno de ellos fuera roto por una roca o colisión, el cargamento se mantendría a flote.

Otras medidas adicionales han sido tomadas para aumentar la resistencia de los buques a los temporales, colisiones y la mayor parte de los problemas imaginables que pueden ocurrir en altamar.

Además, los residuos nucleares han sido vitrificados y congelados en contenedores de cristal que van colocados en otra estructura de acero que pesa más de 100 toneladas, según Cook.

"Las estructuras son sometidas a rigurosos exámenes por la Agencia Internacional de Energía Atómica, para que puedan resistir a los más graves accidentes que puedan imaginarse, sin liberar radiactividad alguna", añadió el funcionrio británico.

"Si los materiales nucleares no fueran transportados de forma apropiada, podría pensarse en la posibilidad de un accidente. Pero nuestro sistema de seguridad es el mejor del mundo".

"En los 25 años que llevamos haciendo este trabajo, hemos viajado 16 millones de millas sin sufrir el menor escape de radiactividad", expresó una declaración de British Nuclear Fuels (BNFL).

Por el contrario, Damon Moglen, de la organización ambientalista Greenpeace, sostuvo que las pruebas no son exhaustivas y no prevén la realidad de muchos accidentes que ocurren en altamar.

Citó, por ejemplo, los incendios a bordo de los barcos, que duran entre 20 y 22 horas a temperaturas superiores a los 1.000 grados centígrados.

"Puesto que esos embarques contienen plutonio, uranio, cesio y otros isótopos nucleares, un accidente grave podría producir una contaminación de larga duración en el ambiente marino y terrestre", según Greenpeace. (FIN/IPS/tra-en/ta/cb/arl/en/96

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