La mortalidad infantil disminuye constantemente en Brasil, pero es aún elevada, al tiempo que desde la década pasada se constata un gran aumento de las muertes de jóvenes a raíz de la violencia.
La cantidad de niños y adolescentes asesinados triplicó de 1980 a 1990, segun un estudio estadístico especializado concluido por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en base a datos oficiales del Ministerio de Salud.
La mortalidad infantil, antes del primer año de vida, bajó de 69,1 por mil en 1980 a 49,7 por mil diez años después, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que estima el índice actual en 43,4 por mil.
Brasil está aún lejos de un índice cercano o inferior al 10 por mil logrado por países ricos e incluso algunos en desarrollo, como Cuba, pero este indicador se redujo en un tercio en 16 años y tenderá a caer más rápidamente en las próximas décadas, señala el IBGE.
En un sentido contrario camina la mortalidad juvenil por "causas externas", entre las cuales el instituto incluye las muertes violentas.
En 1994 los homicidios, accidentes de tránsito, caídas, ahogos y suicidios representaron 10 por ciento de las causas de muerte de los jóvenes brasileños, ubicándose en segundo lugar detrás de las enfermedades circulatorias.
Casi 90 por ciento de las muertes violentas que se producen en Brasil afectan a jóvenes de entre 15 a 30 años. El 83 por ciento de las víctimas son varones.
El principal motivo de este tipo de decesos es el homicidio, que representa 25 por ciento de las muertes violentas entre adolescentes de 15 a 17 años, edad en que comienza a ser la principal causa de muerte.
Los datos analizados indican que la matanza de adolescentes es un fenómeno urbano y alcanza particular importancia en la región más desarrollada del país, el sureste, donde los asesinatos abarcan 40,8 por ciento de las muertes violentas, contra un promedio nacional de 25.
La región metropolitana de Sao Paulo, la más industrializada, detenta el récord en la materia, con 62,6 por ciento en 1990, el doble del índice registrado en 1980.
El crack, un preparado sólido de la cocaína para fumar, contribuye decisivamente a ese brutal aumento de los homicidios entre jóvenes, señala Alba Zaluar, antropóloga del Instituto de Medicina Social de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro.
Esa droga produce una rápida dependencia, es más barata y fácil de distribuir en pequeñas cantidades, con lo cual sus vendedores y consumidores proliferan, explicó.
Los narcotraficantes de Rio de Janeiro, más organizados, impiden que la droga se difunda en la ciudad, para no "enloquecer" a sus bases ni perder el control sobre ellas, añadió.
La mortalidad entre usuarios de crack en Sao Paulo es 13 veces mayor que el promedio mundial entre drogadictos, destaca una investigación de un grupo de la Universidad Federal de Sao Paulo.
El estudio se efectuó en 103 consumidores de crack, de una media de 23 años. El tratamiento especializado sólo logró recuperar a 29 de ellos. De los trece que murieron, siete lo hicieron violentamente, cinco por sida y uno por sobredosis.
Las cifras indican que la posibilidad de morir de los adictos al crack es "45 veces mayor que la de la población de edad similar", según indicó Ronaldo Laranjeira, coordinador del estudio. Se trata de "un genocidio", afirmó.
El crack es muy estimulante pero su efecto se agota en pocos minutos, "llevando al dependiente a procurarse la droga otra vez a cualquier costo, incluso recurriendo al tráfico y al crimen", explicó el médico.
El aumento de la violencia juvenil en Sao Paulo también fue comprobado por SOS Infancia, un organismo del gobierno estadual que acoge mensualmente a unos mil menores de 18 años acusados de cometer delitos y asiste a otros 3.000 necesitados de ayuda.
En el primer trimestre de este año, los menores atendidos cometieron 140 homicidios y 39 latrocinios (robo seguido de asesinato), 16,6 y 25,8 por ciento más respectivamente que en igual período de 1995. (FIN/IPS/mo/dg/pr/96
