BANGLADESH: Nuevo gobierno combatirá crimen y droga en ciudades

La nueva primer ministro de Bangladesh, Sheikh Hasina Wajed, anunció que la restauración de la ley y el orden es una exigencia de máxima prioridad para el gobierno, que se siente alarmado por la extensión del delito en las ciudades.

Los robos, secuestros y asaltos se han convertido en un lugar común. Por temor a los tirones, las mujeres ya no llevan adornos de oro cuando circulan por las tiendas más concurridas o viajan en los rickshaws tirados por bicicletas.

La progresión del delito en los últimos meses ha sorprendido a la policía, que no es capaz de resolver más que un quinto de los casos. La confianza pública en la capacidad policial para mantener el imperio de la ley es ahora más baja que nunca.

El espiral del delito preocupa tanto al gobierno como a las organizaciones ciudadanas, que han llamado la atención de las autoridades hacia la vinculación entre el aumento de la violencia en las calles y el creciente tráfico de drogas.

La falta de trabajo ha dejado desempleadas a decenas de miles de personas, que en muchos casos se han introducido en el mundo de la droga, ya sea como consumidores o como intermediarios.

"La adicción a la droga destruye la paz de las familias, conmoviendo la estabilidad social y el propio tejido de la sociedad", reconoció Syed Rezaul Hayet, ministro del Interior.

En la década pasada, pocas personas estaban familiarizadas con palabras como heroína. En la actualidad, la adicción a diversas drogas atraviesa todas las clases sociales, bajo la presión y la angustia de la vida en las ciudades.

Si bien no se conoce el número exacto de los adictos, pueden estimarse de forma no oficial entre un millón y 1,2 millones, 70 por ciento de los cuales se sitúan entre los 16 y los 35 años.

Además de venir de India, los narcóticos también entran al país a través de la indefensa frontera con Birmania, que le sirve de comunicación con el "Triángulo Dorado" de Tailandia, Laos y Birmania. El grueso de este tráfico sale hacia Occidente.

La Interpol, con sede central en París, estima que alrededor de cinco por ciento del comercio mundial de drogas se canaliza a través de Bangladesh.

Este país dictó duras leyes contra el contrabando de opio en 1988, según las cuales los culpables pueden recibir pena de muerte o un máximo de 20 años de prisión.

El cultivo, la venta y el uso de cáñamo fue prohibido en 1989, promulgándose en 1990 la Ley de Control de Narcóticos. Con ayuda financiera de la Unión Europea, Bangladesh ejecuta ahora un plan de cinco años (1994-98) para combatir el contrabando de drogas y rehabilitar a los adictos. (FIN/IPS/tra-en/ti/an/arl/ip/96

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