La brecha entre ricos y pobres persiste y aún se amplía en los países de buen desempeño económico de Asia oriental, y provoca una amenazante acumulación de tensiones sociales, advierten varios expertos.
No pocos economistas afirman que el crecimiento del sudeste de Asia es razonablemente equitativo y determinó el mejoramiento general de la calidad de vida en la región, pero sus informes no conforman a los pobres, que manifiestan descontento.
La desigualdad social causó este año bortes de malestar en Indonesia, que representan señales peligrosas para el gobierno de Suharto.
"Los ricos y poderosos celebran casamientos de 400.000 dólares, mientras los pobres de provincias pagan a intermediarios para lograr un empleo que sólo les garantiza un salario de dos dólares por día. La población sabe que algo va muy mal", observó un profesional residente en Jakarta.
Mientras, a instancias del Foro de los Pobres, miles de tailandeses se unieron a una manifestación que marchó sobre las oficinas del primer ministro, para ventilar infortunios comunes a los asiáticos postergados por el progreso.
La protesta congregó a personas desplazadas de áreas expropiadas para obras públicas o para la creación de complejos industriales, y a otros, que exigen el mejoramiento de las condiciones de trabajo en las factorías.
Aún en fase embrionaria, la desigualdad erosiona las bases del crecimiento de economías en transición, como la vietnamita y la camboyana. Y el progreso económico se concentra en China en las ciudades costeras del sureste y la región occidental permanece en la pobreza.
Algunos analistas pronostican el aumento de la tensión social en los centros urbanos más ricos del sudeste asiático, donde la globalización y la competencia multiplican los ingresos de los trabajadores cualificados y deprimen el jornal de los peones.
"El malestar todavía es latente, pero debemos pensar en el futuro. Es preciso promover una cultura política de participación, para redistribuir equitativamente la riqueza", exhortó Diana Wong, del Instituto de Estudios del Sudeste de Asia (ISEAS), radicado en Singapur.
Junto con la desigualdad entre grupos de población, también se incrementa la brecha entre países.
"La disparidad entre países se amplía debido al rápido crecimiento económico de algunos. Durante mucho tiempo nos referimos a la brecha entre el Norte y el Sur, y empezamos a ver el surgimiento de una brecha Sur-Sur", dijo Nay Htun, director de la oficina de Asia y el Pacífico del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Economistas indonesios afirman que 82 por ciento de los habitantes del país viven con 26 dólares por mes o aún con menos, y la mortalidad materna, así como el bajo gasto en salud y en educación, aproximan a Indonesia a las naciones más pobres de Asia.
El Banco Mundial observó que la distribución del ingreso permaneción sin cambios en Tailandia en las últimas dos décadas, aunque el economista japonés Yukio Ikemoto no concuerda con ese diagnóstico.
Ikemoto afirmó que la desigualdad ha aumentado en Tailandia. Según dijo, el 10 por ciento más rico del país multiplicaba por 17 los ingresos del 10 por ciento más pobre en 1981. Once años más tarde, el primer grupo tiene una participación en el ingreso nacional 38 veces superior al segundo.
China, la nación más poblada del mundo, también presenta una creciente brecha en la distribución del ingreso. Beijing asegura que la pobreza extrema afecta a sólo 80 millones de los 1.200 millones de habitantes del país.
Sin embargo, la cantidad aumenta a 350 millones si se emplea el método internacional de medida, que ubica la pobreza absoluta por debajo de ingresos equivalentes a un dólar por día.
La brecha se agranda entre las ciudades de Asia, que por lo general aportan 30 por ciento o más de la producción, y el medio rural.
"El desarrollo debe beneficiar a las masas, ya sean urbanas o rurales. No puede limitarse a crear un puñado de nuevos ricos en las ciudades", advirtió el analista indonesio Adi Sasono.
La brecha entre Manila y la región de Mindanao Occidental, la más pobre de Filipinas, es tan amplia como entre Corea del Sur y Bangladesh.
Kevin McGrath, representante del PNUD en Filipinas, indicó que Mindanao Occidental, donde operan guerrilleros musulmanes, figura al fondo de la tabla de desarrollo humano, que mide el producto por habitante, el alfabetismo y la expectativa de vida del país o la región considerados.
Wong, del ISEAS, destacó a IPS brechas emergentes entre ciudades del sudeste de Asia, y que aún en la opulenta Singapur comienza apreocupar la desigualdad. "Hay inquietud ante la diferencia entre salarios de trabajadores de alta y baja cualificación, pues podría afectar algún día la cohesión social", explicó.
Con la globalización, la paga de los profesionales altamente capacitados tiende a igualarse a la de mercados desarrollados, mientras el salario de los obreros no cualificados cae, debido a la competencia de países como Indonesia y Filipinas, de paga inferior.
"Creo que esa situación se agudizará en los centros urbanos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático", en la medida en que aumente su particpación en la economía global, dijo Wong.
Malasia redujo la pobreza de 49 por ciento en 1970 a 14 por ciento en 1993, aunque la diferencia entre los grupos extremos del arco social ha aumentado, comentó Zainal Asnam Yusuf, vicedirector general del Instituto de Estudios Internacionales y Estratégicos.
Algunos expertos argumentan que la desigualdad es inevitable en los primeros momentos del proceso de crecimiento, y que priorizar la equidad en esa etapa debilita la actividad económica.
No obstante, Sakiko Fukuda-Parr, jefe de la oficina de desarrollo humano del PNUD, cree que la justa distribución del ingreso "puede ser una máquina de crecimiento". Para que esa premisa se cumpla, es necesario igualar también las oportunidades en las áreas de educación y salud".
Al tanto del riesgo que entrañaría para la estabilidad política la protesta de los marginados del progreso económico, los países asiáticos ensayan medidas para estrechar diferencias entre ricos y pobres.
Uno de los mayores programas se aplica en China, cuyo gobierno se propone acabar en el 2000 con la pobreza absoluta.
Muientras, las autoridades de Indonesia lanzaron hace tres años un plan para las 20.000 localidades más pobres del archipiélago. Se pidió a los más ricos un aporte de dos por ciento de sus ingresos netos para atacar la pobreza.
Ciertos analistas creen que la educación es fundamental para economías de rápido crecimiento como Tailandia, donde el mejoramiento de la capacitación laboral es necesario para pasar de industrias de mano de obra intensiva a otras, de mayor valor agregado.
Pero los planificadores también consideran el alto valor como fuente de empleo de las industrias de mano de obra intensiva. Así, Singapur garantiza aranceles de protección al área de manufacturas intensivas orientada a la exportación.
Para traducir su crecimiento económico en la creación de empleo, China también favorece a ese sector, tras renunciar a su política de fomento de la inversión en industrias de capital intensivo. (FIN/IPS/tra-en/js/cpg/ff/pr if/96