En medio de la parafernalia de efectos especiales que caracterizó a los estrenos de Hollywood en esta temporada, el filme "Lone Star", del cineasta John Sayles, se destaca como un reflexivo y atrapante comentario sobre Estados Unidos.
"Lone Star" (Estrella solitaria) se refiere a Texas, el único estado de la Unión que tuvo un período como nación independiente y cuya bandera está compuesta, simplemente, por una única estrella en el tradicional diseño de barras rojas, blancas y azules.
Arrancada violentamente de México por colonos blancos y cultivadores de algodón en 1836, Texas fue admitida en Estados Unidos nueve años más tarde. Como estado esclavista, combatió junto a la Confederación del sur durante la guerra de Secesión (1861-1865).
Texas es, hoy, el segundo estado del país en cuanto a su población, de 18 millones de habitantes, y sobrepasó hace poco a Nueva York. Uno de cada cuatro texanos es de origen hispánico, y uno de cada diez es negro.
Todos estos grupos tienen un papel en "Lone Star", cuya trama transcurre a lo largo de tres generaciones y cuyo principal mensaje parece ser que todos los estadounidenses están unidos por la historia por causas que apenas se pueden comprender con vaguedad.
Aprender quiénes son los estadounidenses requiere deletrear los mitos del pasado, una tarea que, a su vez, obliga a una prolija excavación, casi de arqueología. Y es en la excavación donde la película brilla.
El filme se abre en la actualidad, con la imagen de un campo de tiro dentro de una base del ejército estadounidense en Frontera, un pequeño poblado a caballo del río Grande. Dos oficiales que recogen balas viejas y cartuchos descubren allí un esqueleto y una placa de sheriff.
Cuando los habitantes del condado de Rio se preguntan cómo ese esqueleto llegó allí y a quien perteneció, la película se desencadena.
El actual sheriff de Frontera, Sam Deeds (encarnado por Chris Cooper), cree que ésos son los restos del racista, corrupto, odiado y violento Charley Wade (Kris Kristofferson), quien gobernó sobre pobres y marginados del condado hasta que desapareció misteriosamente en 1957.
Sam Deeds también cree que su padre, el legendario Buddy Deeds (Matthew McConaughey), ascendido a sheriff cuando Wade se esfumó, fue quien probablemente disparó la bala que acabó con la vida de su sanguinario antecesor.
Buddy Deeds es visto como un héroe por el actual alcalde, quien, al igual que muchos en Frontera, quieren dedicarle el monumento a los veteranos de Corea, pues fue rudo pero justo, especialmente con los pobladores de origen mexicano que constituyen la amplia mayoría del condado.
Sam, un lánguido abogado, tiene sentimientos encontrados hacia su padre y su reputación, así como toda la generación del 60 con respecto al supuesto heroísmo de sus progenitores. De hecho, parece decidido a descubrir que su brillante carrera como sheriff se inició con un asesinato.
Su búsqueda de la verdad histórica se refleja en otros dos pobladores de Frontera cuyas conductas dibujan intrigas secundaria: una profesora de historia de origen mexicano y el comandante de la base militar, que es negro.
Pilar Cruz, con quien Sam tuvo un romance en su adolescencia, trata persuadir a la junta escolar, predominantemente blanca, que acepte revisiones en la versión oficial de la historia de Texas, pues los textos omiten el papel de la esclavitud en el desarrollo del estado y otros detalles desagradables.
Sam, quien acaba de regresar a Frontera después de una prolongada ausencia y un fracaso matrimonial, simpatiza con las intenciones de Pilar, y sugiere que el monumento que los políticos locales quieren dedicar a su padre sea un homenaje a los soldados de origen mexicano que el pueblo envió a Corea.
El abogado confiesa a Pilar que ella es la principal razón por la que retornó al pueblo, pues desea reanudar la relación que su padre cortó abruptamente hace muchos años.
La profesora también tiene una historia que desvelar. Su madre, Mercedes, enriqueció desde que cruzó el río Grande y se instaló en Estados Unidos, y se sentía desorientada por el cortejo de Sam hacia Pilar.
Su prosperidad hizo olvidar a los pobladores blancos los prejuicios tradicionales hacia contra los "espalda mojada" (inmigrantes mexicanos) tan frecuentes en los días de Wade.
Por su parte, el comandante tiene sus propios problemas generacionales. Se trata de un prolijo, brillante y severo coronel, incómodo pues le asignaron el puesto en un lugar donde su padre, que le abandonó siendo niño, regenteaba una cantina para soldados negros.
Su propio hijo adolescente comenzó a visitar a su abuelo, quien le enseña su propia herencia. Así, le cuenta la historia de los esclavos negros que se unieron a la nación india seminola en Florida.
Después de resistir al ejército durante 15 años, los combatientes seminola y sus hermanos negros huyeron hacia Texas, donde trabajaron como exploradores tanto para los militares de Estados Unidos como para los de México. Esa es la historia que el coronel no sabe, pues no desea conocer a su propio padre.
La película se centra en la intriga de la muerte de Charlie Wade, pero va más allá.
Uno a uno, el filme va descubriendo mitos sociales, nacionales e históricos que tejen los complicados vínculos entre diferentes personas y grupos y hacen difícil comprender quiénes son los estadounidenses y cuán íntimamente, cuán inevitablemente y en qué medida unos se relacionan con otros.
Que el director y autor salga airoso de la titánica tarea que se impuso no es sorprendente, a la luz de sus trabajos previos, entre ellos "Return of the Secaucus Seven" y "Matewan", un cuento sobre la huelga, ferozmente reprimida, de los mineros de West Virginia a comienzos de siglo.
Sayles, uno de los más aclamados cineastas independientes de Estados Unidos, se convirtió en el cronista de aquellas historias olvidadas que brindan al espectador de su país un sentimiento de historia compartida que va más allá de los mitos sesgados recitados durante decenios en los textos escolares.
En esta película, la transición de la trama principal a las secundarias es tan suave que refuerza la idea de que el pasado es omnipresente.
"Olvida El Alamo", son las palabras finales de Pilar en el filme, una referencia irónica a la consigna "Recuerda El Alamo" que alentaba a los texanos blancos en su lucha contra el general mexicano Antonio López de Santa Anna, hace tantos años. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/mj/cr pr/96