(Artes y espectáculos) CINE-EEUU: El indispensable enemigo común

La misión redentora que Estados Unidos se ha adjudicado históricamente parece localizarse en los cielos en vísperas del tercer milenio, cuando en la Tierra, algunos viejos enemigos son ya sus aliados y otros pierden poder desestabilizador.

A juzgar por la información de taquilla de este verano boreal, los extraterrestres son la nueva amenaza. Y una vez más, Estados Unidos está en el frente de batalla.

La película "Día de Independencia", que tuvo un costo de 70 millones de dólares, ingresó más de 230 millones desde su estreno el 4 de julio, precisamente la fecha en que el país conmemora su independencia.

Hollywood se adelanta a los responsables de la política exterior de Estados Unidos para señalar al público la posibilidad de una nueva amenaza global después de la guerra fría.

Tras luchar contra la monarquía y la autocracia, el colonialismo europeo, el fascismo y el comunismo, Estados Unidos necesitaba otra causa para unir a su pueblo.

Los productores de cine probaron con el terrorismo, presentado especialmente en su variedad árabe, el narcotráfico y aún con ciertos virus exóticos, para sobresaltar al público en las salas de exhibición. Pero ninguno de esos asuntos logró enraizar.

Desde su fundación hace 220 años, este país nunca puso en duda que, por mandato divino, tiene una misión de liderazgo que cumplir en el mundo.

Y así surgió "Día de Independencia", una atrapante obra de suspenso, aprobada por el candidato presidencial republicano Robert Dole, fuente de inspiración de columnistas conservadores e incorporada finalmente a la campaña para las elecciones de noviembre.

Dole elogió la película como un espectáculo sano, para entretener a toda la familia, y una celebración de los "valores americanos".

Para completar el asunto, algunos científicos reunieron la última semana a la prensa para proclamar que la ciencia ficción ya no es tan ficticia como era. En efecto, se conoce evidencia de vida en el planeta Marte, aunque aún no sea concluyente.

La trama de "Día de la Independencia" es tan sencilla como una historieta.

La Tierra cae en poder de grandes naves alienígenas, que se ciernen sobre las capitales y las principales ciudades de todos los continentes, borrando el sol y propagando el terror. Esas máquinas diabólicas no han llegado en son de paz.

Destruyen los helicópteros enviados por la Casa Blanca para intentar la comunicación con los visitantes y los pacifistas congregados en la cima de rascacielos para dar la bienvenida a los extraterrestres son eliminados por un arma tipo láser, que también aniquila ciudades enteras.

Nueva York, Washington y Los Angeles, con una población sumada de 25 millones de personas, desparecen en un terrible holocausto.

El destino del mundo queda en manos de tres hombres: un procaz piloto de combate afroestadounidense (Will Smith), un técnico judío, brillante aunque poco emprendedor (Jeff Goldblum), y un decidido presidente WASP (blanco, anglosajón y protestante), interpretado por Bill Pullman.

Los tres personajes son tan fríos bajo el fuego que no los doblega la aniquilación de cientos de millones de personas en el mundo, ni la muerte de los habitantes de las tres principales ciudades de Estados Unidos.

Cada uno tiene un talento especial, pero el presidente es un hombre realmente excepcional. No sólo es decidido y duro, sino que también ha comandado aviones en la guerra del Golfo. "Soy un piloto de combate, Bill", dice al jefe de las fuerzas armadas en la batalla final contra las naves alienígenas. "Pertenezco al aire".

No sólo puede volar, sino que demuestra una portentosa habilidad para prever las intenciones de los alienígenas, que viajan por el universo en busca de recursos naturales y matando todo a su paso.

"Ataquemos con la bomba atómica a esos bastardos", propone el presidente a sus colaboradores, en uno de los mensajes más claramente "viriles" de la película.

Pero, ¿cómo hacerlo?. Es entonces que entran en escena los otros dos héroes. Goldblum, el técnico judío que casi parece un mago, por sus geniales recursos, proporciona el cerebro, y Smith, el piloto negro, pone la perspicacia y el talento necesarios para la tarea.

El cuarto héroe de la película es un alcohólico, padre solo de una familia de origen hispano. Piloto derribado en la guerra de Vietnam, cree firmenente que en aquella ocasión fue secuestrado y violado por extraterrestres y busca la oportunidad de hacer pagar sus culpas a quienes lo maltrataron.

Esos hombres, encabezados por su presidente y respaldados por la potencia de la fuerza aérea de Estados Unidos, vencen a los alienígenas y liberan el mundo y el universo de la destrucción. Todo en el día de la independencia de Estados Unidos, el 4 de julio.

La breve aparición de pilotos europeos, japoneses e incluso árabes e israelíes, que han sido unidos por un oficial británico en la lucha contra los alienígenas, recuerdan al espectador que el resto del mundo también existe.

Así mismo, tras la batalla final, la cámara muestra a jubilosos africanos y árabes que celebran la liberación de la Tierra.

La moraleja es diáfana. Blancos, judíos, negros, hispanos, ricos o pobres, borrachos o abstemios, civiles y militares, si todos se incorporan a la misma lucha, si cada uno aporta su talento a la misión colectiva, y si es posible hallar un enemigo común, nada podrá detener a Estados Unidos.

Ni siquiera podrán hacerlo seres espaciales de tres metros de estatura con tentáculos de 10 metros de alcance.

"No podemos permitir nunca más que nuestras pequeñas diferencias nos consuman", advierte el presidente, al ponerse al mando de la fuerza aérea.

"Me gustó. Vencimos. Dios se impuso al diablo", dijo Dole, el probable candidato republicano a la Presidencia, al comentar "Día de la Independencia". (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/ff/cr/96

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