ARGENTINA: Una sombra tras el nuevo ministro de economía

El gobierno argentino creó una nueva figura inédita internacionalmente: la del ministro de Economía en las sombras.

En vez de seguir el modelo británico, donde la oposición designa a un gabinete fantasma, esta figura responde al propio oficialismo.

Se trata del economista Roberto Alemann, responsable involuntario de aplazar la salida del ex ministro Domingo Cavallo del equipo del presidente Carlos Menem.

Tres veces fue tentado Alemann, de 73 años, para asumir el Ministerio de Economía durante la gestión Cavallo y las tres veces dijo que no, por razones personales.

Como un premio consuelo, la designación recayó sobre Roque Fernández, quien desde hace una semana y por espacio de algunos días más, prepara un paquete de medidas de ajuste fiscal que deberán contribuir a paliar el déficit de las cuentas públicas que este año, se estima, rondará los 6.000 millones de dólares.

"La medida que hay que tomar es aumentar las contribuciones patronales que Cavallo rebajó a mediados de 1994 para aumentar el nivel de actividad, crear empleo y recaudar más, a pesar de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) nunca estuvo de acuerdo con esa política", aconsejó Alemann.

Alemann, que fue dos veces ministro de Economía bajo gobiernos militares, consideró que de esa manera se podrá "cerrar el bache fiscal, recuperar la confianza externa y el mundo volverá a creer en Argentina".

El economista discrepó rotundamente con quienes recomiendan estimular la demanda para lograr la reactivación porque, dijo, eso sólo puede conseguirse emitiendo moneda.

Respecto de la huelga general realizada por los sindicatos este jueves, que tuvo amplia adhesión, la minimizó y dijo que el gobierno "no debe tomarla en serio".

Durante el paro, Fernández estuvo reunido con dos expertos tributaristas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que se adelantaron a la misión del organismo que llegará el día 20 para analizar las medidas que debería adoptar el gobierno a fin de recuperar el equilibrio fiscal perdido.

Alemann consideró que las iniciativas en estudio (el impuesto a los combustibles, la baja de reembolsos a las exportaciones, el aumento de la presión en el impuesto a las ganancias o los aranceles a la importación de bienes de capital), no tendrán el impacto que se obtendría subiendo las contribuciones patronales.

En este sentido, recordó que el objetivo de estímulo que se había propuesto Cavallo cuando rebajó esas contribuciones hasta 80 por ciento en la industria, no se cumplió y en cambio se abrió un déficit que fue entonces de 2.500 millones de dólares.

A ese primer desfase se sumaron luego los efectos de la crisis mexicana de diciembre de 1994, cuando 19 por ciento de los depósitos abandonaron los bancos argentinos y la economía entró en recesión, pero el principal "agujero negro" sigue siendo el sistema de seguridad social, dijo.

Las contribuciones a la seguridad social por los empleadores son de los pocos impuestos que no deben ser repartidos con las provincias sino que quedan 100 por ciento en las arcas del estado central, por lo que el efecto de uns suba se sentirá de inmediato, aseguró Alemann en un encuentro con la prensa extranjera.

El problema es que los industriales manifiestan una gran resistencia a entregar una conquista que ya tiene dos años y amenazan con un horizonte de mayor depresin si se les aplica, junto con las otras medidas que también los perjudican, tal como lo manifestaron este jueves.

La iniciativa de la rebaja había sido adoptada por Cavallo para reducir el desempleo, que entonces era de 12 por ciento, pero en lugar de bajarlo saltó hasta 18 por ciento y hoy está en 17,1 por ciento, aunque Alemann consideró que bajo esa cifra se ocultan numerosos trabajadores ilegales.

Alemann consideró además que "no hay motivo" para salir del esquema de convertibilidad dispuesto por Cavallo en 1991.

"Para salir de la rigidez cambiaria -la paridad es un peso igual a un dólar desde entonces- se requiere una economía que se financie principalmente con ahorro interno, que no es lo que sucede hoy".

En este sentido, admitió que "sin dudas la deuda externa puede ser un problema el próximo año, cuando vencen intereses por 10.000 millones de dólares, y se espera cerrar este año fiscal con un desbalance de 6.000 millones".

También consideró como un problema la falta de una iniciativa capaz de atraer a los 20.000 millones de dólares que no están declarados y que circulan dentro de Argentina, ni a los 72.000 millones que, se calcula, hay depositados en el exterior.

"Hay que lograr que esos patrimonios reingresen a la actividad", dijo.

Respecto de la presión tributaria, sostuvo que en Argentina hay un problema "cultural" de más de medio siglo, por el cual la gente evade impuestos porque no confía en los entes recaudadores ni en el Estado, pero consideró que esa forma de pensar debe cambiar con la estabilidad económica.

Señaló que ahora el gobierno estudia una reforma a la ley penal tributaria para encarcelar a grandes evasores pero que el problema no es penal.

Actualmente, dijo, la ley prevé penas de prisión para los defraudadores y sin embargo de las 8.000 causas en la justicia sóolo hay un preso, el dueño de un astillero.

Desde que comenzó el segundo período del presidente Menem en mayo de 1995, Alemann fue consultado dos veces durante los meses subsiguientes al comicio, el año de la recesión.

Pese a sus tres negativas, Menem conservó lo volvió a llamar a fines de julio para que suceda a Cavallo.

Esa fue su tercera negativa y ya entonces el presidente no esperó más y aceptó la sugerencia del propio Alemann, quien destacó la eficiente y férrea tarea que haba realizado el entonces presidente del Banco Central Roque Fernández durante la crisos derivada del crack mexicano. (FIN/IPS/mv/dg/if-ip/96

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