El fantasma de la violencia de los años 70 revivió este martes en Argentina al producirse un tiroteo en una reunión de la Confederación General del Trabajo (CGT), un enfrentamiento como no se registraba desde los años previos al último golpe de Estado, ocurrido en 1976.
Un grupo de desconocidos vestidos de saco y corbata, portando armas sofisticadas y teléfonos celulares, se apostaron en las terrazas de la sede del encuentro y disparon contra trabajadores inermes que reclamaban una huelga general de 48 horas.
Los incidentes, producidos cerca del aeropuerto internacional de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires, dejaron como saldo siete heridos, y recordaron los episodios de la década de los 70', y especialmente uno ocurrido justamente en Ezeiza.
En 1973, durante la manifestación de bienvenida al líder Juan Perón, que volvía al país tras 18 años de exilio, unas 400 personas fueron acribilladas a balazos.
En la llamada "masacre de Ezeiza", se enfrentaron grupos armados de los sectores conservadores y de izquierda del peronismo por el control del estrado que debía recibir a Perón, y se originó un largo tiroteo, cuyas víctimas fueron en su mayoría gente desarmada y totalmente al margen de los enfrentamientos.
Perón aterrizó finalmente en otro aeropuerto, mientras la violencia continuaba en una tarde para el olvido.
En ese mismo año, grupos guerrilleros asesinaron a balazos al secretario general de la CGT, José Rucci, representante de los sectores de la derecha peronista.
Al igual que hoy, la CGT estaba entonces identificada con el gobernante partido peronista, un fenómeno que en lugar de aquietar las tensiones parecía provocarlas.
Los enfrentamientos internos continuaron en los años siguientes en forma cada vez más violento.
Miles de militantes de la izquierda peronista fueron secuestrados y asesinados antes del golpe de Estado de 1976 por la organización paramilitar Triple A, y luego directamente por grupos militares de represión.
Tras el tiroteo ocurrido esta semana, la CGT, que estaba dispuesta a realizar un paro, acusó a "manos extrañas, ajenas al movimiento obrero", de los disparos que venían del sitio donde la dirigencia se hallaba reunida.
Los representantes del grupo atacado, el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), responsabilizaron a la cúpula de la CGT por "cumplir con un mandato del gobierno" que es, a su juicio, el de montar un escenario que desprestigie la acción gremial.
La acusación alude a la tradicional armonía de los líderes de la CGT con el gobierno del presidente Carlos Menem, que comenzó a desafinar en los últimos dos meses debido al alto desempleo y a la profunda recesión que apenas comienza a revertirse lentamente.
La CGT realizó entonces una huelga general contra el modelo económico el 8 de agosto, que tuvo un nivel de adhesión superior al esperado por los propios organizadores, que conocen las encuestas sobre su falta de credibilidad ante la opinión pblica.
Pero el gobierno, presionado por el déficit fiscal, lejos de acusar recibo del malestar social imperante, respondió con un plan de ajuste que apunta contra el bolsillo de los sectores de ingresos medios, y no propone ningna medida contra el desempleo y en favor de la reactivación.
Entonces la conducción sindical advirtió que realizaría otro paro, esta vez de 36 horas y con movilización callejera. El MTA, que tiene una posición minoritaria dentro de la conducción sindical, pidió que la huelga sea de 48 horas, y no en setiembre sino a fines de este mes.
La frustrada reunión de este martes hizo que la amenaza de conflicto social entre el gobierno y los trabajadores organizados se traslade al interior de la organización gremial, mientras los trabajadores y desempleados asisten absortos al recrudecimiento de la violencia y a la postergación de sus reclamos. (FIN/IPS/mv/jc/ip/96