Para enfrentar el mercado laboral, los trabajadores deberán desarrollar en el futuro sus capacidades de adaptación. El trabajo garantizado por toda la vida se volverá un recuerdo, y recalificarse, cambiar de empleo seis o siete veces e ingresar en la economía informal, será la realidad cotidiana.
Eso es, al menos, lo que vislumbran expertos de América Latina que participaron esta semana en la capital de Costa Rica en la reunión del grupo de trabajo establecido por la X Conferencia de Ministros de Trabajo de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Ian Chambers, director de la Organización Internacional del Trabajo para América Central y México, dijo a IPS que es necesario comprender que la mayoría de los empleos del futuro no estarán en el sector formal, ni público ni privado.
El trabajo estará, a juicio de Chambers, en el sector informal de la economía, en la microempresa. El problema es que hasta ahora los sistemas de educación formal no capacitan a la población para salir adelante dentro de ese esquema.
"Ahora hay que educar a la gente para tomar decisiones en situaciones estratégicas de su vida, como cuándo cambiar de empleo y percibir qué oportunidad económica existe. Hay que tener una capacitación muy específica, porque la carrera de toda una vida ahora es un fenómeno histórico", afirmó.
Para Chambers, los jóvenes que entren a partir de ahora al mercado laboral van a tener que cambiar cuatro, cinco, seis o siete veces veces de empleo en su vida.
Esa es la preocupación que abordaron en esta reunión sobre "La fuerza laboral del futuro: reconversión productiva y formación profesional" ministros y representantes de los ministerios de Trabajo de la región.
En ese sentido, los ministerios de Trabajo se plantean una novedosa función, la de capacitar a los trabajadores para que logren entrar al mercado laboral en un mundo donde la eficiencia tecnológica provocará una sobreoferta de mano de obra y millones quedarán fuera del barco.
El tema recién empieza a cobrar forma, y como ocurre siempre, no hay fórmulas ni potajes seguros. ?En qué áreas capacitar a la población?, ?hay un perfil de lo que debe ser el trabajador de la era de la globalización?
Osvaldo Giordano, director nacional de Empleo y Capacitación Laboral de Argentina, considera que las áreas de capacitación deben ser definidas, en adelante, por las empresas y no por el Estado.
"Son las empresas las que deben definir qué tipo de mano de obra, qué calidad y a qué nivel tecnológico debe estar preparada. El Estado debe ser capaz de percibir esas señales y necesidades y ayudar para que la gente acceda a esa formación".
El experto argentino considera que no hay todavía un perfil, pero, evidentemente, debe ser muy flexible, muy capaz de adaptarse a cambios, porque la vida laboral de las personas va a ser distinta, porque va a cambiar de empleo y va a tener que recalificarse varias veces.
"Por eso es que es clave que los ministerios de Trabajo estén preparados para una permanente recalificación de la mano de obra, porque de lo contrario cada cambio va a ser un trauma para las personas si no encuentran apoyo".
Por su parte, Chambers señaló que la globalización muestra objetivos inhumanos, en la medida en que se preocupa por la eficiencia económica sin importarle las consecuencias sociales.
Prueba de ello lo dan las cifras de empleo de la OIT para América Latina.
Entre 1990 y 1994 -e igual tendencia muestran los años siguientes- la mayoría de los nuevos puestos de trabajo son de baja productividad e ingresos, por lo cual aumentó la informalidad en gran parte de los países de la región.
Las cifras indican que 84 de cada 100 nuevos empleos correspondieron al sector informal. El empleo informal aumentó 4,7 por ciento anual y en 1994 representaba 55,7 por ciento del empleo no agrícola, en comparación con 52 por ciento de 1990.
Un informe presentado a la reunión de San José por organismos regionales de la OIT señala además que el desempeño del mercado de trabajo en América Latina se deterioró en 1995.
"La situación ocupacional se deteriora tanto al aumentar el desempleo urbano, que pasó de 6,2 por ciento en 1994 a 7,3 por ciento en 1995, como con el grado de informalidad en la que se encuentra actualmente 57 por ciento de los ocupados de la región.
Paralelamente, aunque la inflación se mantiene bajo control en casi todos los países de la región, los salarios mínimos se estancaron y los de la industria se contrajeron en 0,5 por ciento.
Estos números, advierten los expertos, muestran lo que puede pasar si los Estados no asumen el papel de preparar a su fuerza laboral para la batalla por conseguir trabajo.
Las experiencias de Chile con el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, de México con su proyecto de Modernización de los Mercados de Trabajo, de Brasil y su Plan Nacional de Educación Profesional, servirán para dibujar un proyecto latinoamericano que será conocido en la XI reunión de ministros.
Chambers considera que si bien la globalización tiende a la deshumanización, hay fenómenos interesantes que establecen un equilibrio.
En ese sentido, mencionó la discusión que generaron hace escasos meses las consumidoras en Estados Unidos por las pésimas condiciones de trabajo de las trabajadoras de la maquila en Honduras.
"No fue una estrategia, sino una discusión cuyo producto ha sido la definición de una nueva política en Honduras para mejorar paulatinamente la situación de esas mujeres".
"De manera imprevista vemos no sólo una globalización económica, sino también una social, bajo la cual consumidores de unos países sienten y actúan en un marco de responsabilidad social con los trabajadores en otros países".
Si se produce ese fenómeno, "el aislamiento del trabajador no se concretará", puntualizó. (FIN/IPS/mso/jc/if-lb/96