Muchos investigadores sociales llaman a estos centros comerciales "no lugares", pero la realidad es que los 'shopping centers' han tenido en América Latina un éxito y una expansión significativa, hasta convertirse en una suerte de microciudades.
Muchos son también los que pronosticaron -y continúan haciéndolo- el agotamiento del fenómeno. Pero lo cierto es que los 'shopping centers' se siguen multiplicando y el público los prefiere a la hora de comprar e incluso de divertirse.
"Mucho del auge de los 'shoppings' se debe a la pérdida de influencia de las áreas centrales de las ciudades, que antes concentraban los comercios y los lugares de esparcimiento", comentó el sociólogo uruguayo Eduardo de León.
"El centro comercial aparece como un lugar práctico, donde todo está al alcance de la mano y concentrado, pero sobre todo seguro, en momentos en que crece el sentimiento de inseguridad ante la creciente la polarización social y la mayor presencia de la miseria en las áreas centrales", agregó.
"La irrupción de los centros comerciales son la punta de un iceberg de una sociedad que tiene muchas contradicciones", observa por su lado el chileno José Vargas, director regional para América Latina de Consumers International, la mayor red mundial de asociaciones de defensa de consumidores.
Entre esas contradicciones, Vargas cita "el hecho de que mucha gente, familias con niños pequeños, prefieran ir a pasear a un lugar atestado de personas, con poco aire puro y comida rápida, en vez de salir a pasear por un parque, hacer ejercicio físico o comunicarse de otra manera entre sí".
Empresarios del sector reunidos en mayo en Buenos Aires coincidieron en que el auge de estas iniciativas debe mucho al deterioro de los "locales de la calle".
Suma esto al hecho de que se adaptan a los cambios operados en los hábitos de los consumidores, según resumió la revista argentina "Emprendimientos".
En Chile, en especial en Santiago, el fenómeno de los 'shoppings' ha cobrado especial auge a partir de 1990. Los de mayor dimensión se han construido en tres municipios: Las Condes, Maipú y La Florida.
Las Condes abarca a los sectores de población de mayores ingresos de la capital, mientras que los otros dos están situados en las áreas de mayor expansión demográfica con población de estratos medios.
El 'shopping' de Parque Arauco, uno de los tres que opera en Las Condes, registró en 1994 ventas por 339 millones de dólares y la firma que lo controla está preparando inversiones en Argentina para instalar un centro comercial en el tradicional Mercado de Abasto de Buenos Aires.
Argentina y Brasil son otros dos países en que "el fenómeno shopping" se ha consolidado en los últimos años.
En la última década la industria argentina del sector ha invertido más de 2.000 millones de dólares en unos 35 establecimientos instalados en todo el país, que cada año facturan 3.500 millones de dólares y reciben a 150 millones de visitantes, empleando a 35.000 personas.
De acuerdo a "Emprendimientos", en el 2000 habrá en Argentina unos 70 centros comerciales, el doble que en la actualidad.
Brasil es el país donde se construyeron los primeros 'shoppings' de América Latina, hace 30 años, seguido por Chile y Uruguay. Sólo en Río de Janeiro hay 15 de estos establecimientos.
En Uruguay están concentrados en la capital, donde existen cuatro grandes centros comerciales para atender a una población de 1,4 millones de habitantes.
Para Tomás Hurst, cabeza del holding familiar constructor de los centros comerciales chilenos Parque Arauco, Plaza Vespucio y Plaza Oeste, el 'shopping' ha hecho una positiva contribución a las ciudades latinoamericanas, porque contribuye a descentralizarlas.
Otra es la visión del alcalde de Montevideo, Mariano Arana, quien apunta a privilegiar en su gestión "la ciudad a cielo abierto para posibilitar que los ámbitos sean auténticamente públicos".
"Los shoppings son una manera de eliminar la ciudad a cielo abierto. Resultan antidemocráticos si no se tienen políticas con una inequívoca intención colectiva que los equilibren para que los ámbitos públicos sean el reducto del puro mercantilismo", consideró.
En Montevideo, Arana intenta revitalizar la zona céntrica de la ciudad a partir de operaciones urbanísticas que le devuelvan el atractivo, incluso comercial, que los 'shoppings' le arrebataron.
En el mismo sentido que Arana se pronunció durante un seminario efectuado en junio en Montevideo el alcalde de la ciudad brasileña de Porto Alegre Tarso Genro. "Hacer ciudad", dijo el jefe comunal, significa también recuperar los espacios urbanos "abiertos".
Carlos Lecueder, uno de los propietarios del Montevideo Shopping Center, sostuvo a su vez que "el crecimiento de las industrias del sector en los países latinoamericanos dependerá de factores como la realización de estudios de factibilidad y localización exhaustivos o diseños que no generen costos operativos caros".
"No dirigir estos emprendimientos siempre al mismo segmento de público es una clave para crecer", dijo.
Los empresarios latinoamericanos del sector reunidos en mayo pasado en Buenos Aires coincidieron en que en la región se puede evitar aún cometer los mismos errores que llevaron a que en Estados Unidos los centros comerciales atraviesen una fase crítica.
Esa crisis fue admitida por Robert Welanetz, asesor estadounidense en la materia según el cual en su país, pionero en la edificación de 'shopping centers' en los años 40, se han construido demasiados establecimientos de este tipo.
"Ahora estamos reciclando o remodelando los existentes, sin construcciones nuevas", dijo Welanetz durante la Jornada Latinoamericana de Shopping Centers llevada a cabo en Buenos Aires.
En ese encuentro se pronosticó que en pocos años más se generalizarán en América Latina los 'shopping centers' "de segunda generación", dirigidos esencialmente hacia el entretenimiento.
A las tradicionales ofertas de comidas rápidas, tiendas de ropa, bares y cafeterías se agregarán "complejos culturales integrales", señaló a su vez un empresario argentino. (FIN/IPS/dg/jc/if/96