Según el Concejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) los países de la región ya cancelaron su deuda externa, si se tienen en cuenta los altos costos de amortización de intereses.
"Con todos los intereses que han pagado los países (latinoamericanos),la deuda externa ya está cancelada", dijo a IPS Carlos Santiago Granados, secretario ejecutivo del Departamento de Comunicación Social del CELAM, organismo que agrupa a las conferencias nacionales de obispos católicos.
La deuda externa de la región es de 587.606 millones de dólares, según estimativos del Banco Mundial para 1995, que incluían deuda de largo y corto plazo más intereses y uso de créditos del Fondo Monetario Internacional. Para 1986 el acumulado era de 407.971 millones de dólares.
Al referirse al lastre que para el desarrollo social de la región significan los compromisos con la banca internacional, el directivo del organismo católico precisó que el problema "es tan grave que un país que se empeñe en pagar la deuda externa jamás progresa".
El pronunciamiento se produjo tras la reunión de evaluación de la marcha del Plan Global del Celam en la Aurora del III Milenio, documento que fija las pautas de acción de la jerarquía católica para el período 1995-99.
La reunión celebrada en la capital colombiana, sede del CELAM, pasó revista a la actual coyuntura latinoamericana, marcada por signos de violencia y de grandes desigualdades políticas, sociales y económicas.
"La brecha entre ricos y pobres crece cada día. La clase media se empobrece. La demanda no puede crecer y la amenaza de la crisis económica ronda por nuestros países", afirma el documento.
El encuentro de Bogotá es la antesala de dos cumbres de obispos previstas para 1997: el Sínodo de Obispos de América, convocado por el Papa Juan Pablo II para noviembre, en Roma, y la Jornada Mundial de Las Familias, prevista para el segundo semestre, en Río de Janeiro.
Granados explicó que el tema de la deuda externa regional fue abordado como uno más de los escollos que encuentran los pueblos y los gobiernos latinoamericanos para avanzar por caminos de equidad en un contexto global marcado por la interdependencia.
Al referirse a las relaciones entre los países industrializados y en vías de desarrollo, el directivo dijo que es orientación papal que los obispos intervengan ante los gobiernos y los organismos internacionales para lograr relaciones más equitativas.
"Desafortunadamente los llamados a una mayor conciencia no siempre tienen eco ni se traducen en políticas", dijo al explicar que la jerarquía católica ha establecido mecanismos de contacto con entidades el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
El directivo del organismo católico también se lamentó de la pérdida de influencia del mensaje cristiano de justicia social en los gobiernos, los gremios y en general el personal dirigente latinoamericanos.
"Pese a que en nuestro continente se ha avanzado hacia una democracia participativa" y los habitantes del área mayoritariamente se llaman católicos "muy pocos son cristianos practicantes. Quisieramos más dirigentes con una fe sólida(…), una sociedad más justa y solidaria", señaló.
también Gert Rosenthal, secretario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se pronunció respecto a los riesgos que para la democracia regional puede significar la profundización de la crisis social.
El actual esquema de distribución de la riqueza en la región "no garantiza que los sistemas democráticos y ni siquiera los éxitos de los ajustes puedan mantenerse en el mediano y largo plazo", declaró.
En América Latina y el Caribe los esfuerzos de integración regional y las medidas de ajuste económico "tienen consecuencias negativas sobre los sectores menos favorecidos de la sociedad", afirma el documento guía del CELAM.
"Mientras se registran índices de cremiento económico en algunos países latinoamericanos, en los mismos se observan signos preocupantes de empobrecimiento creciente en los sectores más marginados", indica el Plan Global de la conferencia de obispos.
"?Estamos, acaso, frente a un modelo que funciona para unos pocos pero excluye a la mayoría?", se pregunta.
América Latina refleja la crisis de la civilización occidental, que "es profunda y alcanza todos los niveles de la vida de las personas", subraya.
La dignidad del hombre y la mujer , fundamento de todo cambio cultural, dice el documento, "aparece muchas veces viciada por proyectos que se inspiran en el individualismo, la competencia y el relativismo ético".
El portavoz del CELAM opinó que un rasgo de la realidad regional es el predominio de la "cultura de la muerte", expresada en atentados contra la vida que van desde el aborto hasta la eutanasia, pasando por la falta de garantías para acceder a alimentación, techo, salud y educación.
Los obispos afirman plantear una "cultura de la vida" que implica cambios "no sólo en el plano estrictamente social, sino respecto a la mentalidad hacia actitudes y comportamientos más solidarios".
Según Granados la crisis social y la falta de oportunidades para la juventud es propicia para el crecimiento de sectas que se disputan con el catolicismo la orientación espiritual de las nuevas generaciones de latinoamericanos.
Es "una realidad que nos preocupa. En gran parte la base de las sectas se debe a la falta de presencia de la Iglesia Católica", aseguró.
"Tenemos que dar una respuesta porque nuestro continene hoy parece un supermercado de religiones donde cada uno ofrece y cada uno va a buscar solución a sus problemas", subrayó.
Remitiéndose al peso histórico de la Iglesia Católica en América Latina, Granados destacó que las jerarquías y la comunidad católica en su conjunto deben recuperar el predominio y evitar que las sectas funadamentalistas arrastren a sus feligreses.
De acuerdo con el cálculo más generalizado, de los 800 millones de católicos en el mundo, 300 millones son latinoamericanos. (FIN/IPS/mig/dg/pr-cr/96