AMERICA LATINA: El fantasma de los capitales golondrina

El deporte predilecto de algunas estrellas del cerrado círculo de gurúes económicos neoliberales de la actualidad parece ser la previsión de nuevas catástrofes financieras en America Latina, similares a la famosa crisis mexicana de diciembre de 1994.

La nueva ola de profecías apocalípticas afecta especialmente a Brasil y su controvertido Plan Real, implantado hace dos años y que logró revertir la hiperinflación crónica en ese país.

Segun expertos estadounidenses como Rudiger Dornbusch y Robert Barro, el Plan Real estaría al borde de un desastre después de haber sido rotulado como solucion milagrosa durante su primer año de vida.

Dornsbuch y Barro son los principales profetas de un inminente desplome de la joven experiencia brasileña de estabilización macroeconómica causado por el aumento del déficit estatal, que en el primer semestre de 96 alcanzó poco más de 8.000 millones de dólares.

Ese déficit fomentaría la desconfianza de los inversionistas extranjeros, interrumpiría el ingreso de capitales foráneos y transformaría rápidamente en polvo las reservas financieras brasileñas de casi 65.000 millones de dólares, que ahora son la principal garantía de continuidad del Plan Real.

Las reservas brasileñas son resultado de un masivo ingreso de capitales extranjeros desde el inicio del Plan Real.

Entre enero y junio últimos el aporte de inversionistas foráneos a la economía brasilena fue de 4.300 millones de dólares.

Sólo en junio entraron ingresraon 1.100 millones de dólares, un récord histórico.

Pero Francisco Gros, director del banco estadounidense Morgan Stanley cree que los capitales se tornarán escasos y se sumó a los pesimistas, afirmando que "habrá una guerra entre Brasil y Argentina" por captar dinero del extranjero.

John Welch, vicepresidente de la empresa de consultoría financiera Lehman Brothers, de Nueva York, tiene una visión totalmente distinta.

Welch fue uno de los más optimistas durante el 14 Encuentro Latinoamericano de la Sociedad de Econometría realizado en Rio de Janeiro esta semana.

Los argumentos de pesimistas y optimistas son altamente complejos e inaccesibles a los sufridos espectadores comunes de ese duelo de cerebros económicos.

Aun es imposible distinguir si Dornbusch, Barro y otros están movidos por el deseo de ganar protagonismo como oráculos de una tragedia o si son la punta visible de un iceberg conformado por intereses económicos más amplios, que por el momento prefieren el anonimato.

El debate en torno al futuro economico de Brasil está adquiriendo un cariz pasional porque un temblor cualquiera en el país afectaría de inmediato a todo el Mercosur y provocaría en el resto de América Latina un remezón mucho más fuerte que el causado por la crisis mexicana de 1994, el "tequilzao".

El Plan Real está lejos de ser una maravilla. Sus efectos sociales son casi tan dramáticos como lo fueron el Plan Cavallo en Argentina, el Plan Salinas en México, el Plan Fujimori en Perú y el Plan Caldera en Venezuela.

Todos esos programas están inspirados de la receta clásica neoliberal y tienen en común el hecho de depender de inversionistas extranjeros que controlan los capitales golondrinas.

Esos capitales se mueven en un clima altamente volátil que puede cambiar de un momento a otro porque se orientan por variables que están fuera del control de los gobiernos latinoamericanos.

Basta, por ejemplo, que la Federal Reserve, el Banco Central de Estados Unidos, aumente la tasa de interés a laso peraciones financieras para que las golondrinas emigren otra vez hacia Wall Street, la bolsa de Nueva York.

El fantasma de una nueva fuga masiva de inversiones deja así de ser sólo un elemento económico para transformarse también en un factor político crucial.

El resultado ya es bastante conocido: una nueva recesión economica, es decir más desempleo, menos gatos sociales y más pobreza. (FIN/IPS/cc/dg/ip-if/96

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