América Latina y el Caribe todavía deben recorrer un largo trecho de definiciones para completar sus políticas de atracción de inversiones, postuló un estudio del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) divulgado hoy.
Paradójicamente, la región recibió mayores flujos de inversión extranjera directa en los lustros de restricción legal hacia esos capitales (1970-1984) que en los de apertura (1985-1994), señaló el SELA al revisar los cambios operados en esos flujos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) informó que en 1995, lógicamente un año con más respaldo legal acumulado a la apertura, el ingreso neto de capitales a la región fue de 22.400 millones de dólares.
La cifra se descompone en 18.000 millones de dólares de inversión directa y 14.000 millones en otros capitales, menos unos 10.000 millones de dólares en egresos de capitales.
El ingro neto de capitales en 1995 resultó el menor desde 1990 (17.600 millones de dólares), pues fue de 44.900 millones en 1994, de 66.900 millones en 1993, de 61.900 millones en 1992 y de 38.100 millones en 1991, indicó CEPAL.
Ese juego de cifras demostraría, según el SELA, que "los regímenes nacionales de inversión son sólo uno de los factores determinantes en la atracción la protección y no discriminación de la inversión extranjera con la necesidad de atraer, de modo prioitario, capitales estables y productivos.
América Latina todavía vive la resaca del "efecto tequila" o presurr 500.000 millones de dólares, según cifras del Departamento de Comercio de Estados Unidos.
Durante la última década, dijo el SELA, la región transformó "radicalmente" su trato al capital extranjero, abandonando controles y restricciones, pero "aún falta avanzar" en las políticas internas y en diversas negoiaciones internacionales.
El estudio del SELA identificó tres dilemas "de fondo". El primero es cómo compatibilizar la protección y no discriminación de la inversión extranjera con la necesidad de atraer, de modo prioitario, capitales estables y productivos.
América Latina todavía vive la resaca del "efecto tequila" o ctivos.
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