AMERICA LATINA: Acceso a la tierra para seguridad alimentaria

El acceso de los pequeños productores y campesinos a tierras potencialmente productivas es uno de los requisitos para que América Latina responda a la creciente demanda de alimentos de su población.

Así lo advierte la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en uno de sus informes previos a la Cumbre Mundial de Alimentación, que reunirá a gobernantes de todo el mundo en Roma del 13 al 17 de noviembre.

El señalamiento de la FAO indicaría que tras los procesos de reforma agraria, emprendidos con fuerza en la década de los años 60, se ha producido en la región una suerte de contrarreforma, asociada a la capitalización y tecnificación de la agricultura.

Así, las tierras más productivas tienden a concentrarse en poder de grandes empresas, a menudo transnacionales, dedicadas a rubros de alta productividad y que acompañan el esfuerzo por ampliar las exportaciones y conquistar mercados internacionales.

La irrupción de la crisis de la deuda externa, en agosto de 1982, determinó a los gobiernos de la región a imponer drásticos planes de ajuste, reducir al máximo las importaciones y buscar el crecimiento de la capacidad exportadora.

Con las excepciones de México y Brasil, América Latina es una región típicamente exportadora de materias primas, y aún en aquellos países de potencial minero o petrolero, como Chile o Venezuela, la agricultura es una gran fuente de divisas.

A 14 años de la crisis del endeudamiento externo, la región muestra estabilidad económica y una progresiva derrota de la inflación, pero los efectos sociales del ajuste de la década de los 80 aún siguen vigentes.

Con alrededor de 40 por ciento de su población en los estratos de pobreza, la región latinoamericana es hoy por hoy la de mayor desigualdad en la distribución de los ingresos, de acuerdo con estudios de organismos internacionales.

Pese a la revolución verde, que en las dos últimas décadas aumentó significativamente la producción agrícola en Asia y América Latina, en esta última región persisten el hambre y la desnutrición asociadas a altos índices de pobreza.

Un informe conjunto de FAO y el Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP) advierte que el hambre y la desnutrición se intensificarán en las regiones del Sur, y sobre todo en Africa, al ritmo del crecimiento demográfico.

Las agencias de Naciones Unidas prevén que sólo en el 2050 se estabilizará el crecimiento de la población mundial, de 5.700 millones de personas en la actualidad, a 9.800 millones de habitantes.

Los países en desarrollo necesitarán garantizar un aumento permanente y sostenible de su producción alimenticia para responder al incremento de la demanda de su población en los próximos 54 años.

Africa, prácticamente al margen de la revolución verde, deberá aumentar 200 por ciento su producción alimentaria, y si bien América Latina y el Caribe no tienen una situación tan dramática, enfrentan una meta de incremento no despreciable, de 80 por ciento.

América Latina debe complementar su dieta con índices de incremento energético del orden de 10 por ciento, para superar la desnutrición crónica, que afecta a 14 por ciento de su población, unos 60 millones de personas, según cifras de 1990.

Los estratos poblacionales desnutridos en la región se identifican con la extrema pobreza, que a su vez tiende a aumentar en áreas rurales dejadas de lado en los procesos de modernización que impulsan la mayoría de los países.

En la medida en que esta modernización responde a la inserción regional en los mercados internacionales, no sólo margina a los campesinos pobres, sino que además atenta contra la producción de alimentos de demanda interna.

Según FAO, en América Latina "pueden obtenerse grandes beneficios (productivos) a través de reformas de la tierra basadas en el mercado para facilitar el acceso de los pequeños agricultores y los campesinos sin tierra a las reservas de tierras potencialmente productivas".

"Es preciso seguir fomentando sistemas de cultivos mecanizados y más sostenibles, así como la infraestructura de elaboración y comercialización necesaria para atender una población que en 80 por ciento vive en las ciudades", agrega.

Pero estos propósitos, advierte FAO, requieren también la atención a las zonas rurales, que "están insuficientemente provistas de la infraestructura social necesaria para potenciar el capital humano, que es el recurso productivo más importante". (FIN/IPS/ggr/ff/dv/96

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