La propuesta de realizar una reforma tributaria ha provocado en Alemania un gran debate político sobre las características que el nuevo sistema debe tener, que enfrenta a la coalición de gobierno y la oposición y revela diferencias internas en los partidos de ambos bandos.
El primer ministro, Helmut Kohl, en vacaciones en Austria, echó leña al fuego el viernes 9 al anunciar en la televisión que la reforma tributaria -la cuarta de la República Federal- entrará en vigor a partir del 1 de enero de 1999, año en el que deberá realizarse la Unión Monetaria Europea.
Kohl declaró asimismo que la reforma irá vinculada a un incremento del impuesto al valor agregado (IVA), porque este aumento es imprescindible para establecer una relación de equilibrio entre los impuestos directos y los indirectos.
Sin embargo, Wolfgang Gerhard, presidente de los liberaldemócratas (FDP), el socio menor en la coalición de gobierno en Bonn, insiste en que la reforma se debe efectuar gradualmente a partir de 1998.
Sostiene además que sólo cuando se haya reducido sensiblemente la carga impositiva de los ciudadanos se debe decidir un aumento del IVA.
Dinamarca y Suecia, con 25 por ciento, tienen el IVA más alto de la Unión Europea, Gran Bretaña y Holanda figuran en el medio, con 17,5 por ciento, y Luxemburgo acompaña a Alemania en la cola con 15 por ciento.
La socialdemocracia (SPD), el mayor partido de la oposición, y los Verdes/Alianza90, preconizan un aumento de la carga tributaria para los segmentos de mayores ingresos para poder disminuir los impuestos a los sectores con ingresos menores y sufragar los costos de las prestaciones sociales.
El presidente de los socialdemócratas y primer ministro del Estado del Sarre, Oskar Lafontaine, se ha declarado partidario de reducir notablemente las subvenciones y las cargas sociales de los ciudadanos.
Propone al mismo tiempo incrementar los impuestos al consumo de energía y elevar la ayuda familiar según el número de hijos.
Con esta propuesta piensa iniciar después de la pausa estival una negociación con el gobierno.
Por otro lado y en relación con la proyectada reforma del sistema de jubilación en Alemania, Lafontaine propone que los trabajadores participen en el patrimonio productivo de las empresas, que posean acciones u otros títulos que les permitan no depender completamente del seguro de jubilación.
El político socialdemócrata está convencido, según declaraciones publicadas por el semanrio de Munich "Focus", que la reforma tributaria será uno de los temas principales de la campaña electoral de 1998.
Lafontaine gobierna con absoluta mayoría en el Sarre desde 1985, pero hasta ahora no ha tenido suerte en los comicios federales, pues en los de 1990 fue derrotado por Kohl y su partido obtuvo en ellos los peores resultados desde 1957.
La debilidad de los socialdemócratas en las elecciones nacionales contrasta con su fortaleza en los comicios regionales. Actualmente gobierna en solitario o cogobierna con verdes o liberaldemócratas en 13 de los 16 Estados federados que conforman la Alemania reunificada.
La coalición de gobierno democristiano-liberal (CDU/CSU-FDP) tiene mayoría en el Parlamento, pero en la Cámara Alta los socialdemócratas pueden bloquear proyectos de ley ya aprobados.
Gerhard Schroeder, otro dirigente socialdemócrata que tiene posibilidades de ser el próximo candidato de su partido a la jefatura del gobierno, rechaza de plano la idea de elevar ahora el IVA, por razones conyunturales, pero considera que no hay que hacer un tabú eterno de esta cuestión.
Rudolf Scharping, jefe de la fracción parlamentaria de los socialdemócratas, opina que un aumento del IVA causaría ahora enormes daños a la demanda interna y por tanto a las plazas de trabajo.
La desocupación afecta en la actualidad a unos cuatro millones de alemanes, que representan 10,5 por ciento de la población económicamente activa.
Scharping señala, además, que la reforma debe reducir la carga impositiva a los ciudadanos con menores ingresos, o sea aquellos que ganan un sueldo o salario apenas superior al mínimo existencial (8.000 dólares al año) y exige que se castigue con más dureza a los infractores de la ley tributaria.
Finalmente opina que sólo en una segunda fase se debe pensar en reducir la carga tributaria de los ciudadanos con ingresos superiores.
En Alemania, la tasa más alta del impuesto sobre la renta de las personas físicas, que rige para quienes ganen al año más de 80.000 dólares brutos, es del orden de 57 por ciento.
Dinamarca castiga con 62 por ciento de detracción -el porcentaje más alto de la Unión Europea- a los ciudadanos con ingresos anuales mayores de 42.000 dólares.
En el otro extremo, en Portugal la tasa impositiva para los sectores ubicados en la franja de ingresos superiores a 38.000 dólares, es de 40 por ciento.
En torno a la propuesta de reforma tributaria están en pugna cuatro proyectos: dos cristianodemócratas, uno cristiano social de Baviera y uno liberaldemócrata, frente a los puntos de vista de los socialdemócratas y de los verdes, aún no articulados en una propuesta concreta. (FIN/IPS/rc/jc/ip-if/96