El «Club de Campesinos Esterilizados», situado en el poblado de Viet Long, a unos 25 kilómetros al norte de la capital de Vietnam, quizás sea único en el mundo.
Creado a comienzos de este año, el club nació a raiz del programa estatal dirigido a frenar la tasa de natalidad del país asiático, que asciende a 1,5 por ciento anual.
«Ya tengo cuatro hijos, así que decidí esterilizarme», dijo Le Ba Con, quien, además, convenció a otros 18 hombres del distrito de Soc Son de que siguieran su ejemplo. Ahora, todos ellos integran el Club de Campesinos Esterilizados.
El gobierno fomentará la fundación de clubes similares para dar impulso a la iniciativa.
Las autoridades incentivan la esterilización a través mecanismos como la prestación de servicios médicos a quienes se someten a la operación después de tener dos hijos.
En algunas provincias pobres, como Tuyen Quang, en el norte de Vietnam, todos aquellos que se esterilicen reciben un pago de nueve dólares, más de la mitad del ingreso mensual promedio de las familias del país.
Mai Ky, ministro y presidente del Comité Estatal de Planificación Familiar, pronosticó que la población del país pasará de los actuales 75 millones de personas a más de 150 millones en el 2050 si no se adoptan medidas urgentes.
Las autoridades temen que un crecimiento de la población descontrolado pueda dejar sin efecto los logros económicos alcanzados en los últimos años de reformas de mercado.
«La alta tasa de natalidad amenaza la actual autosuficiencia de Vietnam en materia de cosechas», dijo Dang Quan Thuy, vicepresidente de la Asamblea Nacional (Congreso) del país asiático.
Ni las guerras ocurridas en el último medio siglo en Indochina, en las que murieron tres millones de vietnamitas, ni hambrunas como la que segó la vida de dos millones en 1945 frenaron la tasa crecimiento de la población, que se triplicó desde el fin de la segunda guerra mundial.
La falta de control sobre la natalidad fue, en parte, resultado de la decisión del gobernante Partido Comunista de asignar tierras de acuerdo con el tamaño de las familias. De ese modo, los predios más grandes y fértiles eran entregadas a los núcleos más numerosos.
Sin embargo, la tasa de natalidad cayó en los últimos cinco años de 3,01 por ciento a 2,53 por ciento, según cifras oficiales.
El principal desafío del gobierno en la materia se sitúa en el delta del río Mekong, donde cultivadores de arroz relativamente prósperos no sienten presión para limitar el número de hijos.
Los proyectos de planificación familiar también concitan oposición en las áreas predominantemente católicas, donde reside cerca de diez por ciento de la población de Vietnam.
La financiación para estos programas es, además, escasa, en un país arrasado por la guerra que recién abrió sus fronteras a la inversión extranjera a fines de la década del 80.
Vietnam invierte un promedio anual de 0,02 dólares por persona para planificación familiar. Desde el fin de la guerra de Vietnam, en 1975, el Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP) suministró a Hanoi 50 millones de dólares con ese destino.
La agencia de Naciones Unidas también contribuyó en equipamiento y en adiestramiento de personal educativo, así como en la instalación de una fábrica de condones con una producción anual de alrededor de 80 millones de unidades.
La FNUAP es activa en muchas áreas del programa de planificación familiar, pero evita involucrarse en el fomento oficial al aborto.
El gobierno anunció que comprará equipos modernos que permitirán la detección de anormalidades en fetos durante las primeras semanas de gestación. En esos casos, de acuerdo con la política oficial, las mujeres deben abortar.
«Esto contribuirá a asegurar en el 2000 el nacimiento de niños normales y saludables en todas las familias vietnamitas y aliviará a la sociedad la carga de cuidar a niños discapacitados», dijo Mai Ky a la agencia oficial de noticias VNA.
La alta tasa de anormalidades congénitas es uno de los crueles legados de la guerra de Vietnam, especialmente en zonas del norte del país donde el ejército de Estados Unidos arrojó 72 millones de litros del herbicida tóxico denominado «agente naranja», según observadores extranjeros.
Altos funcionarios sanitarios aseguran que las generaciones de posguerra seguirán viéndose afectadas por estas sustancias durante varias décadas. (FIN/IPS/tra-en/sb/cpg/mj/pr he/96