Vietnam ya no está en guerra pero, según la retórica propalada esta semana en el Congreso del Partido Comunista, se puede pensar que perdura el estado de beligerancia.
El congreso de cuatro días, que finalizó el lunes, prometió defender al país contra las "fuerzas hostiles" del exterior y las amenazas a la independencia económica y política del país.
Le Minh Huong, un nuevo miembro del politburó que tambien es viceministro del Interior, advirtió al congreso que "fuerzas hostiles estan tratando de llevar a cabo una evolución pacífica, lo que es un agravamiento de la lucha de clases".
La mayoría de los analistas vietnamitas coinciden que esos temores son exagerados, quizás adredes por parte de un partido que usa la analogía de "fortaleza sitiada" para justificar su control sobre el poder. ¿En qué otra parte del mundo "evolución pacífica" es una mala palabra?, se han demandado los observadores.
No existe un movimiento democrático organizado y subterraneo o un difuso descontento entre la gente. La mayoría de los 60 millones de habitantes del país están deseosos de olvidar las décadas de guerra y privaciones pasadas para disfrutar de los resultados de la liberalización económica y el crecimiento.
El partido sabe que debe mantener esa política de liberalización para crear puestos de trabajo, conservar el apoyo popular y, a través de éste, su dominio del poder.
No obstante, la razón de una mentalidad de sitio es que la liberalización económica tambien abre al país a nuevas ideas y, posiblemente, a nuevas influencias subversivas.
Especialmente sospechosas son las flamantes ideas de democracia y pluralismo político, cuya infiltración en el país es obra de expatriados vietnamitas que retornaron. Por eso, la fórmula es mantener abiertas las puertas de la economía mientras se conserva la tapa del caldero político firmemente cerrada.
No es un secreto de donde sacó Hanoi ese modelo. La presencia del primer ministro chino, Li Peng, a la apertura del congreso del partido resulta un claro indicio, un hecho que en sí mismo fue un hito geopolítico dado que ningún líder chino ha venido a los congresos partidarios desde los años '60.
Los congresos deben realizarse cada cinco años y, para aquellos que observan su composición para comprobar cambios en la balanza del poder, en esta oportunidad fue muy claro qué grupo se había reafirmado, aquel de los militares.
El congreso decidió mantener su triunvirato en la cúspide, lo que fue una iniciativa radical respecto a la práctica anterior de rotación entre los ancianos del partido. Por este motivo, conservar al secretario general Do Muoi, al presidente Vo Van Kiet y al primer ministro Le Duc Anh fue un esfuerzo para evitar cambios repentinos, mantener estabilidad política y mantener el equilibrio geográfico en la jerarquía.
El congreso tambien decidió crear un poderoso comité permanente en el politburó, cuya misión será vigilar el cumplimiento de las decisiones del gobierno sobre comercio, inversiones, asuntos del partido y los militares.
El comité permanente reemplaza a la secretaría del partido y estará formado por Do Muoi, Le Duc Anh, Vo Van Kiet, Le Ka Phieu y Nguyen Tan Dung.
La asamblea eligió a cinco generales del ejército y la policía para integrar el politburó. El retirado ministro del Interior, Bui Thien Ngo, fue reemplazado por dos viceministros, lo cual refleja el creciente peso de esa poderosa dependencia que comprende a la policía y las fuerzas de seguridad.
Además, los generales, incluyendo el ex ministro de Defensa, Le Duc Anh, ahora tienen la mayoría en el comité permanente del politburó.
El congreso adoptó su "Informe Político", el mapa de ruta para llevar a Vietnam al siglo XXI. En el documento, la consolidación de la defensa nacional y el mantenimiento de la seguridad figuran entre las prioridades. Agregó que "debe ser intensificada todavía la conducción jerárquica del partido sobre el ejército y las fuerzas de seguridad".
Una década atrás, Vietnam era uno de los países en el mundo que contaba con uno de los ejércitos permanentes más numerosos con 1,5 millones de hombres bajo armas. Actualmente descendió a 900.000 pero sigue siendo una fuerza poderosa.
El ejército ha sido más cauto respecto a las reformas y se nota especialmente su efecto sobre la infusión de ideas de libertad política. El presidente Le Duc Anh, el héroe de la invasión vietnamita a Camboya en 1979, advirtió que la inversión extranjera podría amenazar la independencia política y económica del país.
Sin embargo, tambien es cierto que los militares se han beneficiado enormemente con la liberalización. Compañías montadas por el ejército ahora cuentan con más de un 50 por ciento de acuerdos em empresas mixtas con firmas extranjeras, con un capital combinado de 400 millones de dólares, la mayor parte en el negocio de hotelería.
En vísperas del congreso, la semana pasada, el lider del partido, Do Muoi, formuló un llamamiento al ejército para que destruyera los intentos de fuerzas hostiles de "despolitizar el ejército". Esto podría ser una advertencia a reformadores dentro del partido que desearían ver a los militares desprovistos de colmillos.
Gran parte de la ira de los militares ha sido dirigida a la prensa internacional por ser mensajera de noticias sobre rivalidades entre reformadores e intransigentes en la jerarquía del partido.
Los corresponsales extranjeros fueron específicamente culpados por "distorsionar intencionalmnente las realidades del proceso de renovación".
Desde junio, las embajadas vietnamitas cesaron de dar visas a periodistas ni tampoco extendieron permisos de residencia de corresponsales estacionados en el país. Visas turísticas y de negocios tambien soportan largas demoras.
Para estar seguro, el informe político presentado en el congreso del partido no aboga por un retorno de la época anterior. Expresa que Vietnam "proseguirá su política exterior de apertura y diversificación de relaciones en los próximos cinco años". (FIN/IPS/tra-en/an/sg/ego/ip).
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