UGANDA-KENIA: Mejora de relaciones afectará a rebeldes exiliados

El mejoramiento de las relaciones bilaterales obligará a Kenia a expulsar a los opositores del gobierno de Uganda que aún quedan en su territorio.

La semana pasada, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, dijo que los integrantes del sanguinario Ejército de Resistencia del Señor (LRA) en Kenia serán expulsados pronto de este país como señal buena vecindad entre estos dos países de Africa oriental.

Museveni informó que "Uganda y Kenia acordaron que los oponentes de sus respectivos gobiernos no usarán el territorio del otro para realizar ninguna actividad".

El representante del LEA en Nairobi, James Obita, un doctor de la universidad australiana de Nueva Gales de 47 años, dijo a IPS que "siempre existe la posibilidad" de que el mejoramiento de las relaciones entre Nairobi y Kampala afecten su estadía en Kenia.

"Creo que el gobierno de Kenia expulsará a Obita pronto y que no podrá ir ni a Sudán ni a ninguna otra parte", sostuvo, por su parte, Museveni, tras una visita de estado de cuatro días a Nairobi.

Funcionarios del gobierno de Kenia se rehusaron a comentar las declaraciones del presidente de Uganda.

Pero una alta fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores confirmó la mejora de las relaciones entre ambos países. "Creo que son muy buenas, en comparación con lo que sucedía hace diez años, cuando Museveni llegó al poder", dijo el funcionario, quien reclamó reserva sobre su identidad.

Numerosos disidentes del gobierno de Uganda viven, supuestamente, en Kenia.

Obita no atiende el teléfono. La mayoría del tiempo, explicó, su línea está atascada con llamados desde Uganda, muchos de los cuales son para maldecir las actividades del LRA. "Por eso no atendemos", dijo a IPS en una extraña entrevista cara a cara.

Este rebelde ugandés es uno de los principales dirigentes del LRA y fue requerido por Kampala en conexión con el asesinato en masa de civiles en el norte del país y en connivencia con el gobierno de Sudán, según numerosas versiones coincidentes.

Pero el más conocido de los disidentes ugandeses en Kenia es el mayor Herbert Itongwa, de la Alianza Nacional Democrática (NDA), vinculado por Kampala con una serie de ataques a destacamentos policiales el año pasado.

El gobierno de Uganda puso un precio de 5.000 dólares a la cabeza de Itongwa, ex soldado requerido por asesinato y secuestro.

El nombre del militar renegado saltó a la tapa de los diarios de Kenia este año, cuando se informó que vivía en un campo de refugiados en este país.

Otra disidente ugandesa célebre que vive en Kenia es Alice Lakwena. En 1986, la "sacerdotisa vudú", como se la conoce, atrajo a miles de campesinos de la tribu septentrional de Acholi para pelear contra el predominantemente meridional Ejército de Resistencia Nacional.

El Movimiento del Espíritu Santo (HSM), grupo que lidera Lakwena, se nuclea en torno a una combinación de lealtad étnica, superstición y, en algunos casos, temor.

Los seguidores del HSM realizaron ataques virtualmente suicidas contra el NRA, pues peleaban sin armas al creerse protegidos por los "poderes mágicos" de Lakwena, quien predicaba que las piedras arrojadas por los creyentes podrían explotar como granadas.

La rebelión fue aplastada a fines de 1987, lo que forzó a la líder del HSM a huir a Kenia, donde fue encarcelada durante cuatro meses por cuestiones migratorias.

Cuando concluyó su condena, Lakwena fue trasladada al campo de refugiados de Ifo, a 600 kilómetros al noreste de Nairobi, donde vive ahora.

La dirigente tiene prohibido por ley salir del campo y solo puede viajar si obtiene un permiso especial del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) o del gobierno de Kenia.

Sin embargo, los últimos presos en Uganda por su participación en la rebelión de 1987 fueron liberados por Kampala en 1994.

Del otro lado, en Uganda se encuentra el autodenominado "brigadier" John Odongo, líder del grupo rebelde keniata "18 de Febrero". Su presencia allí generó problemas diplomáticos.

El gobierno de Ghana, encabezado por el presidente Jerry Rawlings, otorgó asilo político a Odongo el año pasado con el fin de aflojar las tensiones entre Uganda y Kenia.

Aparte de Odongo, no es claro si en Kenia residen otros dirigentes disidentes keniatas.

"No estoy seguro si Kenia tiene algún motivo de preocupación en ese sentido. Si lo hay, debe ser un 'don nadie' que no representa ninguna amenaza a la seguridad del régimen del presidente Daniel Moi", dijo un diplomático africano en Nairobi.

Las relaciones entre Kenia y Uganda llegaron a su punto más bajo cuando Museveni accedió al poder en enero de 1986, pero comenzaron a mejorar en enero, cuando Nairobi extraditó a Kampala seis disidentes como muestra de su nuevo espíritu de buena vecindad.

Esta medida, se supone, tuvo por motivo recortar el derecho a la residencia de los integrantes del LRA en Kenia.

Museveni confía en que, una vez deportado de Kenia, los dirigentes del LRA no tendrán ningún lugar a dónde ir, excepto Sudán, cuyas relaciones con Uganda están lejos de ser amistosas.

El LRA, liderado por el herbalista Joseph Kony, primo de Lakwena, profesa un cristianismo peculiar y comenzó a combatir contra Museveni en 1987, poco después de la derrota del HSM.

Kampala asegura que el LRA tiene sus bases en Sudán, desde donde lanza sus incursiones a territorio ugandés. Jartum, por su parte, acusa a Uganda de respaldar al rebelde Ejército de Liberación Popular de Sudán, en el sur del país. (FIN/IPS/tra- en/mmn/pm/mj/ip/96

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