TURQUIA: Nuevo gobierno islamista fue recibido con indiferencia

El nuevo gobierno de Turquía liderado por islámicos tuvo, dentro y fuera del país, una acogida tranquila, aunque también indiferente y despectiva, para sorpresa de los partidarios del tradicional secularismo nacional.

El flamante primer ministro, Necmettin Erkaban, se vio acosado antes de asumir el cargo por las advertencias de los secularistas acerca de las reacciones internacionales contra Turquía, e incluso el aislamiento que sufriría el país, si produciría la instauración de un gobierno islamista.

Eso conspiró al principio contra la aspiración el dirigente de llevar a su Partido del Bienestar Islámico (RP) a la conducción del gobierno, pero finalmente lo logró.

Erbakan tuvo su oportunidad cuando los partidos de centro fracasaron en su intento de unirse en una coalición. Desde entonces, ganó poder y el sillón de primer ministro, en el que se sentó el 28 de junio.

Recién en ese momento comenzó a dejar de lado los duros cuestionamientos que había dirigido en discursos y documentos hacia la Unión Europea (bloque al cual Turquía pidió ingreso), la OTAN (alianza militar que el país integra como socio pleno) y Occidente en general.

"El RP pasó, literalmente de un día para otro, de un programa autárquico a la adhesión a la economía liberal, del rechazo absoluto al acuerdo militar con Israel a una mera revisión de sus términos", ilustró Nulifer Narli, de la Universidad de Mármara.

"El compromiso de Erbakan es más con el pragmatismo que con un planteo filosófico de transformación", agregó.

"Toda la política turca es improcedente. Ya no existen las reglas. Hasta yo, que soy un analista político, estoy harto de esta gente", dijo, por su parte, el experto kurdo Ahmet Zeky Okcouglu.

Narli explicó que "después de la difusión de todos los casos de corrupción y fraude que involucraban a gobernantes y dirigentes, los turcos optaron por dar la espalda a la política".

"Como reacción a la decadencia de los partidos centrales (en su mayoría seculares), primero se volvieron a movimientos radicales, pero ahora se sienten desmoralizados y alienados respecto de todos los sectores", sostuvo.

La escasa repercusión pública que concitó el acceso al poder de Erkaban contrastó dramáticamente con la furiosa reacción secularista, en especial de organizaciones femeninas, que produjo la victoria del RP en las elecciones de autoridades locales en 1994.

Cientos de "iniciativas ciudadanas" fueron lanzadas para contrarrestar las amenazas islámicas a los estilos de vida seculares. De todos modos, los recientemente electos alcaldes del RP evitaron prolijamente enfrentamientos con el 80 por ciento de la ciudadanía que no votó por ellos.

"Las elecciones locales de 1994 fueron un 'shock', pero sus resultados fueron asumidos por madurez por los turcos, pues generaron una mentalidad de 'esperar y ver' en lugar de un enfrentamiento abierto", opinó Narli.

La reacción de Occidente fue optimista. "No prevemos que Turquía deje de lado los compromisos en los que se embarcó bajo los tratados internacionales", dijo el analista del Instituto de Washington Alan Makovsky.

El empresariado turco fue igual de pragmático. "El gobierno del RP garantiza el carácter secular de la democracia nacional. Si el RP no se aparta de ella, el fundamentalismo no constituye una amenaza para Turquía", dijo el magnate de origen judío Ishak Alaton.

Omer Laciner, un analista político de Estambul de tendencia izquierdista, estimó que el ascenso del RP al poder y la tranquila reacción de la ciudadanía ante este hecho es una evidencia más del colapso del centro político turco.

"El Partido de la Vía Justa de Tansu Ciller y el Popular Socialdemócrata de Deniz Baykal, los pilares gemelos del centro, están en decadencia. Ahora, el sistema procura restaurarse llevando a su seno al RP", dijo.

Okcouglu también minimizó el riesgo de enfrentamiento entre el RP y los militares, que mantienen mucha influencia en la política de Turquía, y observó que los partidos ya no son extensiones de los uniformados. "El RP no es fundamentalista", agregó.

El Jefe del Ejército, general Ismail Hakki Karadayi, comentó este martes que el arma no se involucrará en asuntos políticos.

Ciller llevó a su partido a un pacto con los islamistas mientras la adhesión de sus simpatizantes caía del 22 por ciento obtenido en las elecciones de diciembre a menos de diez por ciento hoy, por debajo de límite constitucional para la obtención de representación parlamentaria. (FIN/IPS/tra-en/nm/rj/mj/ip/96

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