Murió hoy Altan Kerimgiller, el segundo preso político de los 2.500 que desde hace semanas cumplen una huelga de hambre en protesta contra las condiciones que se sufren en las 47 cárceles de Turquía.
Kerimgiller, de 28 años, esperaba en la prisión de Bayrampasa, en Estambul, un juicio acusado de "terrorismo" y afiliación al clandestino Partido Revolucionario de la Liberación Popular, murió este martes por la mañana.
Aygun Ugur, de 35 años, fue este domingo el primero en morir mientras cumplía la huelga de hambre en la cárcel de Umraniye, en la misma ciudad turca.
Unos 2.500 presos políticos, todos ellos integrantes o supuestos miembros de grupos izquierdistas clandestinos, realizan esta medida extrema con distinta intensidad desde marzo, en protesta contra las severas reglas carcelarias decretadas por el ex ministro de Justicia Mehmet Agar.
Del total, 157 prisioneros en 16 cárceles distintas cumplían este martes su décimoctavo día de "muerte rápida", después de otros 63 días de huelga de hambre menos intensa. Otros 500 ya alcanzaron la etapa previa de "huelga indefinida".
El abogado de Ugur, Ahmet Duzgun Yuksel, manifestó que no se esperaba que muriera tan pronto, aunque su salud había empeorado durante la huelga.
"Temíamos que otros que están en peor estado murieran en cualquier momento, pero el cayó primero. Más presos podrían morir en los próximos días", dijo Duzgun Yuksel.
El ministro de Salud de Turquía, Yildirim Aktuna, prometió "toda la asistencia médica necesaria cuando se la requiera", pero sus declaraciones no son acordes con las aparentes intenciones del gobierno.
Los simpatizantes de los huelguistas, que cumplen la medida hace 64 días, reclamaron este martes a la fiscalía de Turquía que acusara al actual ministro de Justicia, Sevget Kazan, por la muerte de los dos presos políticos.
Unos 6.000 presos políticos, la mayoría de los pertenecientes al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en la prisión de Diyarbakir, en el sur del país, aceptaron sus ofertas el día 8.
El presidente de la Asociación de Derechos Humanos, Ercan Kanar, dijo a IPS que el decreto de Kazan para aliviar la tensión en las cárceles "aún permite violaciones a los derechos de los presos a un juicio justo y a la defensa".
"Kazan todavía ordena traslados fuera de las áreas donde residen las familias de los presos para impedir que asistan a los juicios. Esta es la verdadera causa de la protesta", dijo Kanar.
"Aun cuando Kazan levantó los decretos de Agar, lo que dispuso va más allá en el aislamiento de los prisioneros políticos, pues prohíbe incluso los contactos entre ellos. Continuaremos hasta el fin", dijo un vocero de los huelguistas en Estambul.
"Kazan es responsable de la muerte de mi hijo", dijo Gulabi Ugur, quien, junto a su esposa Yildiz, fue detenido este domingo en una manifestación que reunió a un centenar de personas frente a la cárcel de Umraniye.
Se prevé que los escritores turcos Yasar Kemal y Orham Pamuk, así como el compositor y "embajador" de Unicef Zulfu Livaneli, difundan este miércoles una declaración en la que pedirán acciones urgentes.
"Esta situación agrega una página negra más a la oscura trayectoria de Turquía en materia de derechos humanos", indica el borrador del comunicado.
Agar, relevado a principios de este mes por Kazan cuando asumió el gobierno una coalición liderada por islámico Partido del Bienestar, introdujo un duro reglamento carcelario dirigido a aislar del exterior a los presos políticos izquierdistas, de extrema derecha y separatistas kurdos.
Los prisioneros fueron trasladados a cárceles ubicadas lejos de las áreas de residencia de sus familias, mientras se reservó la nueva y remota prisión en Eskisehir exclusivamente a los líderes de los grupos clandestinos.
Kazan derogó la mayoría de los decretos de su predecesor y ordenó el traslado de algunos de los presos de Eskisehir a otras cárceles.
Sin embargo, rechazó el reclamo de cierre permanente de ese establecimiento y la transferencia de sus presos cerca de las ciudades donde se desarrollan los juicios, especialmente Estambul, y permisos para visitas de familiares.
Los 2.500 huelguistas, aparentemente, continúan rechazando los alimentos. "Esperamos que las autoridades consideren la muerte de Ugur una señal de la determinación de los huelguistas y que se logre un acuerdo pronto", dijo el abogado Kemal Yilmaz.
Kazan ha negado que los prisioneros estén en peligro de muerte y aseguró que aún reciben alimentación. "Estos autodenominados huelguistas están de banquete y no de ayuno", dijo a los periodistas la semana pasada.
Los presos graduaron la medida de protesta. Primero cumplieron un boicot de alimentos que se fue agravando sucesivamente a huelga de hambre limitada, rotativa e indefinida. En la última etapa, denominada "muerte rápida", se rechazan todos los alimentos y el huelguista muere, normalmente, a los 40 días.
Desde 1980, 32 personas perdieron sus vidas en protestas cumplidas en prisiones de Turquía. Del total, 17 murieron en huelga de hambre, 11 fueron golpeados hasta morir y cuatro se prendieron fuego.
La mayoría de las muertes ocurrieron durante el draconiano régimen militar que gobernó a principios de la década del 80. Las víctimas eran, fundamentalmente, kurdos simpatizantes del PKK.
De todos modos, la cantidad de muertos aumenta a medida que el gobierno suma a integrantes de grupos izquierdistas clandestinos a la población carcelaria.
"Solo quiero decirle que no quiero que muera", dijo a IPS Enver Gunduz, de 60 años, padre de Huseyin Gunduz, quien cumple su día 64 de huelga de hambre en la cárcel de Bayrampasa.
"Hemos estado viajando entre Ankara y Estambul desde el mes pasado en busca de un medio de acabar con este conflicto. Todos los días detienen a alguien de nuestra famila, y ni hablar del destrato a que nos somete la familia", agregó Gunduz.
"El ministro de Justicia rechaza nuestros intentos de mediación", dijo, por su parte, Ercan Kanar, secretario general de la Asociación de Derechos Humanos de Turquía que intervino exitosamente en una protesta similar el año pasado.
"Propuse el lunes que Ferzat Citici, fiscal provincial de Estambul, forme una comisión de jueces para iniciar negociaciones con los huelguistas. El prometió transmitir mi propuesta al ministro y también que acabaría el destrato a los familiares de los presos", añadió Kanar.
De todos modos, los huelguistas también rechazan la mediación exterior.
La abogada Filiz Bozoglu, de la Oficina de Ley del Pueblo, conocida por su estrecho vínculo con los presos, dijo que "el Ministerio debería sentarse en la mesa de negociaciones con los huelguistas", porque "no hay nadie con quien negociar más que con ellos".
"Esto es cuestión de segundos, ni siquiera de horas. Si el gobierno no suspende su tratamiento draconiano para con los prisioneros o habrá montañas de muertos", advirtió Kanar.
De unos 50.000 presos que residen en las 643 cárceles de Turquía, 8.445 son dirigentes izquierdistas o del PKK y 344 derechistas o fundamentalistas islámicos, de acuerdo con datos difundidos por el Ministerio de Justicia. Del total, 136 son presos de conciencia, entre ellos escritores y periodistas.
Los presos políticos se encuentran en 47 penitenciarías, pero en su mayoría se encuentran en la prisión de Diyarbakir, donde se confinó a 1.062, y en Bayrampasa, en Estambul, con 745 prisioneros. (FIN/IPS/tra-en/nm/rj/mj/ip hd pr/96