SRI LANKA: Ofensiva rebelde debilita plan de paz gubernamental

Los separatistas Tigres de Tamil cortaron el paso a los refuerzos enviados por el ejército a una asediada base militar en el noreste de Sri Lanka y la situación parece anunciar la peor derrota de las fuerzas gubernamentales en 13 años de guerra civil.

La lucha por el estratégico campamento militar de Mullaitivu, ubicado a 275 kilómetros de Colombo, se libra desde el jueves en tierra y mar y pone en riesgo el plan de paz del gobierno.

Según analistas políticos y militares, la magnitud de la ofensiva rebelde demuestra que toda iniciativa de paz debe tener participación de los Tigres y de su líder, Velupillai Prabhakaran.

Los Tigres luchan desde 1983 por la independencia del norte y el noreste de Sri Lanka, las dos zonas en que está asentada la minoría tamil.

El asedio a Mullaitivu "evidencia que los insurgentes no fueron debilitados por las últimas victorias del ejército", opinó el mariscal del aire Harry Goonatilleke, ex jefe de la Fuerza Aérea.

"Prabhakaran confirma que es un actor clave". El ataque contra la base "indica claramente que el conflicto no se resolverá si los Tigres no son tenidos en cuenta" en las discusiones de paz, destacó el comentarista político Paikiasothy Saravanamuttu.

El cerco impuesto a Mullaitivu significa un fuerte golpe para los militares, que mantenían la iniciativa en la guerra civil desde diciembre, cuando después de una ofensiva de 50 días, el ejército capturó el norteño bastión rebelde de Jaffna.

Tras lograr el desalojo de Jaffna, las tropas gubernamentales obligaron a los Tigres a retirarse a la selva del norte, y en mayo, informaron haber logrado el completo control de la península de Jaffna.

Las perspectivas de paz mejoraron desde entonces y unos 400.000 civiles tamiles, que habían sido expulsados un año antes del norte por los combates, regresaron a su hogar.

El gobierno anunció un programa a tres años y por un costo de 274 millones de dólares para la reconstrucción del norte, la región más castigada por la guerra civil, que ha costado 50.000 vidas.

"El ataque a Mullaitivu puede aumentar los obstáculos que ya enfrenta el programa de rehabilitación, dado que pone en duda la afirmación del gobierno de que tenía el control del norte", advirtió un diplomático occidental.

Las autoridades confían en el programa de rehabilitación para ganar el apoyo de la minoría tamil a sus propuestas de paz, que contemplan una amplia autonomía para la minrotaria etnia tamil mediante la creación de una federación de regiones.

La iniciativa permanece estancada en un comité parlamentario, debido a que el principal grupo de oposición, el Partido de Unión Nacional, que cree ver en el texto una amenaza a la integridad territorial de Sri Lanka.

También los Tigres rechazaron el proyecto, y la misma posición adoptaron los influyentes monjes budistas y los cingaleses radicales. La propuesta debe obtener una mayoría de dos tercios en el parlamento y ser refrendada luego por votación popular.

Los guerrilleros separatistas abrieron brechas en las defensas de la base de Mullaitivu y, tras alcanzar el arsenal, se llevaron numerosas armas, entre las que se cuentan dos cañones de 122 milímetros y cientos de miles de municiones.

La representación de los Tigres en Londres aseguró que los rebeldes destruyeron la base y dieron muerte a 1.000 soldados, mientras sufrieron 120 bajas.

Pero el Ministerio de Defensa desmintió el comunicado rebelde y afirmó que las fuerzas gubernamentales aún controlan el sitiado campamento de ocho kilómetros cuadrados de superficie, donde permanecen 1.500 efectivos, entre los que se cuentan algunos marinos y policías.

El ejército utiliza la base de Mullaitivu para controlar los movimientos de las lanchas de asalto de los insurgentes.

Otras fuentes militares aseguraron que las bajas del ejército superan en realidad las admitidas por el mando militar. Aunque el Ministerio de Defensa insiste en que las mayores pérdidas corresponden a los atacantes.

La lucha en Mullaitivu sólo puede agravar la guerra y afectar el desarrollo económico.

Se aguarda para este año un crecimiento económico de cuatro por ciento, frente a 5,5 el último año. El debilitamiento de la actividad se debe especialmente al gasto militar, que este año será de 836 millones de dólares, con un aumento de 39 por ciento respecto de 1995.

El gobierno adquirió armas, tanques, aviones y barcos de guerra desde abril de 1995, cuando los rebeldes pusieron fin a una tregua y a conversaciones de paz.

"El gobierno parece empeñado en matar tantos rebeldes como pueda, para obligar a Prabhakaran a negociar la paz. Pero el ataque (contra Mullaitivu) demuestra el fracaso de esa estrategia", señaló el analista Saravanamuttu. (FIN/IPS/tra- en/dp/an/ff/ip/96

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