Rusia confía en que el Fondo Monetario Internacional (FMI) atempere las metas económicas que le impuso, pero la respuesta de la entidad fue postergar desembolsos a Moscú como señal de que exigirá una disciplina fiscal aun mayor.
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Funcionarios de Moscú afirmaron que los resultados económicos acordados con el FMI para la concesión de un crédito de 10.000 millones de dólares pueden y deben revisarse para dar espacio al nuevo gobierno del reelecto presidente Boris Yeltsin.
El FMI replicó a estos reclamos con una orden de suspender el pago a Rusia de la cuota del préstamo correspondiente a este mes, de 330 millones de dólares, a modo de advertencia contra el gasto fiscal excesivo y la magra recaudación de impuestos.
Moscú emitió entonces una respuesta apocalíptica. "Esta decisión jugará en favor de la izquierda, que intentará usar la presión del FMI sobre Rusia para sabotear o tumbar al actual gobierno", dijo un alto funcionario del Ministerio de Finanzas.
Pero más tarde, el viceministro de Finanzas, Oleg Vyugin, más relajado, dijo a la agencia de noticias semioficial ITAR-TASS que la postergación del crédito era "no inesperada" y "manejable".
En la primera mitad de este año, la mayoría de los economistas de Rusia ubicaron el déficit del país en seis por ciento del producto interno bruto (PIB), cuando el objetivo fijado por el FMI era de cuatro por ciento.
El primer ministro, Viktor Chernomyrdin, dijo que apenas se había recaudado 58,8 por ciento de lo que debió recaudarse en el primer semestre de 1996, muy por debajo de la meta de entre 70 y 75 por ciento que se había impuesto el gobierno para todo el año.
Ahora, el FMI comenzará lo que sus técnicos en Moscú un nuevo y profundo inventario que irá más allá de su públicamente declarada preocupación acerca del déficit y la recaudación, pues consideran que Rusia se ha quedado rezagada en las reformas que requiere.
"Las discusiones con las autoridades de Rusia abarcan las perspectivas para los próximos seis o doce meses, con especial énfasis en los ingresos presupuestales y en las reformas estructurales", según una declaración del FMI.
gún una declaración del FMI.
La institución impuso severas condiciones cuando concedió a Moscú el segundo crédito de su historia en cuanto a su monto, después del entregado a México para que sobrellevara la crisis financiera que sufrió en diciembre de 1994.
Entre las condiciones del préstamo a Rusia se contaba una revisión mensual del comportamiento económico del país, y no, como es habitual en estos casos, cada tres meses.
El plan de emergencia parece golpear fuerte en la única área en la cual Moscú está progresando: el combate contra la inflación, que alcanzó en junio su nivel más bajo (1,2 por ciento) en todo el período de reformas.
Pero la inflación, a pesar de que es uno de los resultados previstos en el programa del FMI, no se analiza como un indicador de comportamiento económico.
Vuigin dijo que confía en que la junta de directores del FMI aprobará los pagos de las cuotas de julio y agosto tras recibir más información, cuando se reanuden las conversaciones en Londres, el 19 de agosto.
La mayoría de los funcionarios de Moscú, al igual que sus contrapartes del FMI, prefieren rebajar el congelamiento. Otro viceministro de Finanzas, Andrei Vavilov, atribuyó la demora a "meros retrasos técnicos".
Lo que es claro es que esta acción no fue tan sorpresiva para Moscú como lo fue la crisis para el FMI. El fondo tiene toda la información sobre el problema, pero aparentemente prefirió diferir una acción hasta después de las elecciones, cuando Yeltsin se hubiera asegurado en su puesto.
El presidente distrubuyó generosamente dinero y exenciones impositivas para ganar votos a su rival anticomunista, Gennady Zuyganov.
"Ya en abril y en mayo, equipos del FMI se dieron cuenta de los pesados gastos preelectorales de Yeltsin dañaban la economía, pero sabían todo lo que estaba en juego en los comicios", explicó el economista independiente Alexander Bekker.
"El FMI no pagó la cuota de mayo, pero al advertir la situación se vio obligado a pagar dos cuotas a la vez en junio", agregó Bekker.
Como parte de la juerga de gastos, Yeltsin echó mano a las reservas de oro y divisas extranjeras.
"Rusia financió la mayor parte del déficit a través de préstamos sobre el mercado del tesoro, pero se vio obligada a garantizar réditos de tres dígidos", dijo a IPS Andrei Illarionov, director del Instituto de Análisis Económico de Moscú.
"Gran parte de los pagos de esos réditos, que totalizan entre 4.800 millones y 5.800 millones de dólares por mes, deberán producirse en agosto. Y aunque la mitad de esos ingresos cubrirán gastos de salarios y pensiones, la deuda del gobieron al Fondo Nacional de Pensiones volvió a aumentar", agregó Illarionov.
Por todo ello, los expertos pronostican una nueva crisis financiera en Rusia para mediados del otoño boreal.
Los primeros síntomas ya se perciben en el sector bancario, con el colapso del Tveruniversalbank, producida la semana pasada, y persistentes rumores de dificultades en el Incombank, el quinto banco comercial del país por su magnitud.
Las autoridades de Rusia toman urgentes medidas para resolver las dificultades que ocasionará la caída de los ingresos. El presidente del Banco Central, Sergei Dubinin, dijo este viernes que era consciente de que el agudo problema de recaudación de impuestos federales debía ser resuelto.
"Esto no solo pondrá en cuestión cualquier fondo futuro procedente del FMI, sino también la mera existencia del estado de la Federación Rusa", advirtió.
La recaudación mensual de impuestos, que alcanzó apenas unos 3.500 millones de dólares este año, deberá incrementarse entre 30 y 40 por ciento en el segundo semestre y alcanzar unos 6.750 millones de dólares adicionales a fin de año, dijo Vyugin.
El gobierno ya anunció que comparte alguna de las iniciativas del FMI, entre ellas la ampliación de la base impositiva, el aumento de las tasas, el combate a la evasión fiscal y la creación de un cargo al que se denomina informalmente "ministro de Impuestos".
Mientras tanto, algunos técnicos del gobierno atribuyen la lentitud en la recaudación a la falta de voluntad de las empresas rusas para pagar hasta que los resultados de la elección se conocieran.
"El gobierno deja que el ingreso fiscal caiga, pues permite prórrogas de pagos, exenciones y excepciones a los créditos de inversión. La evasión criminal es responsable de apenas un 20 por ciento de todo el ingreso perdido", afirmó Illarionov.
Pocos expertos creen que medidas como controles impositivos más severos o abolición de la exención de tributos o aranceles de la que gozan muchas de las principales empresas semiestatales rusas ayudarían a enfrentar la crisis en el corto plazo. (FIN/IPS/tra- en/ss/rj/mj/if/96