Una mezcla de alegría y amargura imperó durante la celebración del segundo aniversario de la victoria del Ejército Patriótico Ruandés (RPA) contra el ex régimen hutu.
El genocidio orquestado por el régimen hutu en 1994, que condujo a la muerte de un millón de tutsis y hutus moderados, todavía se asoma sobre el país como un nube de mal aguero.
"En esta época, hace dos años, desesperaba de seguir viviendo", comentó Tharcisse Rubayiza, de 36 años, del suburbio de Kimicanga. "Sobreviví muchas veces a las infames milicias Interahamwe".
"He visto a amigos apresados y asesinados. Escuche gritar a niños y ancianos implorando piedad a sus carniceros… El destino me mantuvo con vida hasta que los Inkotanyi (los soldados del RPA) irrumpieron en el suburbio de Nyamirambo donde estuve escondido".
Rubayiza residió antes en el suburbio de Cyivugiza habitado sobre todo por tutsis. Es uno de los pocos que sobrevivió a la ola de atrocidades que siguió a la muerte del presidente hutu, Juvenal Habyarimana, en un accidente aereo el 6 de abril de 1994.
"Fuí arrastrado y dejado por muerto cerca del hoyo de la letrina donde habían arrojado a cinco de mis inmediatos vecinos", recordó. "Al amparo de la noche me arrastré a una casa cercana cuyos residentes habían sido exterminados".
Durante tres meses, Rubayiza luchó contra el miedo y el hambre en el sótano de la casa que había sido saqueada por las milicias.
Narraciones parecidas de milagrosa supervivencia afloran de las bocas de muchos residentes de Kigali, quienes afirman que deben la vida a los soldados del RPA.
"Un solo día de demora en la caída de Kigali podría haber significado nuestro exterminio", apuntó Elie Muhawenima, un twa que pagó una cuantiosa suma de dinero a un coronel para llegar a la iglesia de San Miguel, donde se escondió con algunos tutsis.
"El cuatro de julio a las dos de la madrugada el bombardeo y el tronar de los cañones cesó repentinamente, excepto algunos disparos esporádicos audibles en ciertas áreas", recordó Muhawenima.
"Cinco horas despues, tres comandantes del RPA entraron al edificio de la iglesia y nos informaron que la ciudad había sido liberada", continuó.
Uno de esos comandantes fue el mayor Rose Kabuye, la alcaldesa de Kigali. "La celebración del jueves solo trajo recuerdos agridulces a la gente", dijo la funcionaria.
"Este es el día en que la gente descubre que algunos de sus familiares siguen con vida, y otros que fueron desplazados perecieron asesinados", dijo Kabuye a la multitud reunida en el estadio de fútbol de la ciudad para celebrar el aniversario.
"Incluso algunas (de las fuerzas derrotadas) fuera del país aún tratan de causar más problemas, pero como combatimos esa guerra hasta la victoria, nuestra determinación es inamovible", añadió.
Para aquellos que sobrevivieron al genocidio, la siguiente batalla para luchar fue el caos, la destrucción, la podredumbre y el desaliento que recibió a la gente en los suburbios.
"La ciudad estaba tan destruída que ningún elemento de primera necesidad estaba en pie: no había agua, ni electricidad, ni teléfonos, ni gasolina ni dinero", recordó Eugene Kalisa, un taxista.
Kalisa fue uno de los primeros que regresó a la ciudad, ni bien las milicias y el ejército hutu fueron derrotados despues de tres meses de intensos combates..
"La imagen de los cuerpos diseminados por las calles y los merodeadores Interahamwe me persiguió durante días", contó Kalisa. "Me costó tiempo convencerme que podía vivir seguro en mi propio vecindario…" Kalisa temía que los asesinos, hombres y mujeres, todavía rondaran por la zona.
Ahora, dos años despues, la capital está engalanada con ornamentos multicolores, bares y salones de baile. La gente apenas percibe la siniestra amenaza de las fuerzas derrotadas que siguen realizando sangrientas incursiones desde los campos de refugiados en Zaire. Tutsis y hutus que sobrevivieron al genocidio son sus principales blancos.
"Muchos de nosotros olvidaron rápidamente los horribles días ocultos en iglesias, sótanos y agujeros", dijo un sobreviviente.
"Voy al mercado y cruzo las mismas calles donde nuestras tías, hermanas y hermanos fueron masacrados cada día. ¿Cuántos de nosotros toma un minuto para pensar en eso?", inquirió.
Las ceremonias conmemorativas del segundo aniversario de la liberación coincidieron con un informe de la organización humanitaria African Rights, basada en Londres, sobre la amenaza que representan las tropas exiladas, en su mayoría en Zaire.
"El 4 de julio de 1994, los 100 días del genocidio de tutsis en Ruanda llegó a su fin. La ciudad de Kigali cayó ese día en manos del Frente Patriótico Ruandés, y se creyó que la derrota política y militar de las fuerzas responsables del genocidio fué completa", dijo el informe de African Rights difundido el jueves.
Agregó que la victoria brindó un momento de esperanza a un reducido número de tutsis que escaparon al exterminio. "Sin embargo, el genocidio fue meramente suspendido pero no terminado", advirtió el grupo humanitario, citando a un sobreviviente.
La organización afirmó que el 4 de julio de 1996 no representó ninguna celebración para los tutsis sobrevivientes y los testigos hutus, que todavía son baleados, decapitados, macheteados y apaleados a muerte todos los días.
African Rights dijo que los actos de terror fueron perpetrados tanto por gente dentro de Ruanda como por los derrotados soldados del ejército y las milicias en los campos de refugiados en Zaire, Tanzania y Burundi.
El vicepresidente y ministro de Defensa, General Paul Kagame, admitió que si bien se habían dado grandes pasos hacia la reconciliación, las antiguas fuerzas seguían exterminando tutsis dentro de Ruanda y en Zaire, adonde escaparon.
Kagame reaseguró a los ruandeses que la misma valentía y determinación que condujeron a la victoria hace dos años ayudarán ahora a neutralizar "las fuerzas malignas".
"Encontraremos un remedio, cualquiera sea su precio", les prometió el jueves a los ruandeses. (FIN/IPS/tra- en/jbk//pam/ego/ip).
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