La victoria este domingo de Leonel Fernández en las elecciones presidenciales de República Dominicana marcó el fin de una era para el país caribeño de habla hispana.
En los últimos 60 años, la nación estuvo dominada por "hombres fuertes". Primero fue el general Rafael Trujillo, el dictador asesinado en 1961, y luego el actual presidente Joaquín Balaguer, que se vio obligado a retirarse y no pudo presentarse como candidato en los últimos comicios.
Sin embargo, el ciego y casi nonagenario mandatario, líder del conservador Partido Reformista Social-Cristiano (PRSC), triunfó en los hechos el último domingo, ya que la victoria de Fernández fue digitada por él.
En la primera ronda de votaciones, hace seis semanas, Fernández fue derrotado por el socialdemócrata José Peña Gómez, candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
La posterior alianza entre el PRSC y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) acentuó una campaña racista y xenófoba que, bajo el lema de "preservar la dominicanidad", intentó desprestigiar a Peña Gómez, de raza negra, a quien se le atribuyeron supuestos orígenes haitianos.
Para poder derrotar al socialdemócrata, Balaguer le retiró su apoyo a Jacinto Peynado, candidato de su propio partido, y apoyó en cambio a Fernández, que ganó en la segunda ronda por 2,5 por ciento de ventaja (unos 70.000 votos). Peynado quedó en tercer lugar.
El presidente saliente continuará teniendo una influencia significativa sobre la política del país de 7,5 millones de habitantes, que comparte la isla Española con Haití.
Se prevé que Balaguer será compensado por su apoyo a Fernández, aunque el presidente electo, que asumirá el próximo 16 de agosto, afirmó que el apoyo del mandatario fue incondicional.
Sin embargo, la nueva administración dependerá en gran parte de Balaguer para su funcionamiento, ya que el PLD de Fernández tiene escasa representación en el parlamento, controlado por los reformistas.
Fernández tiene solamente uno de los 30 senadores y 12 de los 120 diputados, mientras Peña Gómez logró colocar 14 senadores y 59 diputados. Todavía faltan dos años para las próximas elecciones parlamentarias.
La legislación propuesta por Fernández deberá contar con la anuencia de Balaguer antes de ser aprobada e implementada, y esto otorga al presidente saliente una gran dosis de poder.
"Tal parece que Fernández no tendrá otra alternativa que continuar dependiendo de Balaguer", manifestó Bernardo Vega, ex presidente del Banco Central.
El poder sin límites del mandatario quedó en evidencia este domingo cuando frustró por tercera vez las esperanzas de Peña Gómez de llegar a la presidencia. Ahora, el futuro político de Peña Gómez y, en particular, su liderazgo del Partido Revolucionario están en duda.
El cambio del panorama político nacional se hizo notorio por la forma de los comicios. El temprano retiro de Balaguer tuvo origen en las acusaciones de fraude en las elecciones de 1994, en que se impuso sobre Peña Gómez por menos de uno por ciento de los votos.
Balaguer aceptó un posterior acuerdo con la oposición que redujo su séptimo período de gobierno a la mitad y le prohibió presentarse nuevamente como candidato a la presidencia.
Según los observadores, las elecciones de este domingo fueron las más justas de los últimos 30 años, y aunque hubo algunos problemas logísticos, no afectaron los resultados.
Peña Gómez aceptó su derrota y exhortó a sus seguidores a hacer lo mismo. El país ha estado en calma desde los comicios, a diferencia de 1994, cuando las elecciones desencadenaron una ola de violencia. (FIN/IPS/tra-en/cj/cb/ml/ip/96)
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