/REPETICION/ EE.UU.-CHINA: Nuevo equilibrio en política bilateral

Hace sólo tres meses, Estados Unidos y China parecían encaminados a sufrir fuertes enfrentamientos con motivo de sus discrepancias en materia de comercio, proliferación nuclear, derechos humanos y la cuestión de Taiwán.

Pasado tan poco tiempo, China ha desaparecido de las portadas de los diarios, y la Cámara de Representantes -bastión de los contrarios a Beijing- aprobó la semana pasada, por una mayoría de dos tercios, la renovación del tratamiento comercial de mayor favor a la importación de productos chinos.

Se entiende que esta renovación de la aplicación a China del tratamiento de la nación más favorecida puede haber clausurado un debate sobre las relaciones comerciales con esa nación asiática, que se había repetido cada año desde la masacre de Tiananmén, en junio de 1989.

El presidente Bill Clinton se propone, además, enviar a Beijing a su asesor de seguridad nacional, Anthony Lake, para sentar las bases de una reunión bilateral al más alto nivel, el próximo año, si el titular de la Casa Blanca es reelegido en noviembre.

Lake será el funcionario estadounidense de más alto rango que visite China desde el fracasado viaje secreto del asesor de seguridad nacional del entonces presidente George Bush, a fines de 1989.

"Todavía existen muchos motivos de inestabilidad en la relación mutua", comentó Robert Manning, un especialista en Asia del Instituto de Políticas Progresistas, un centro de estudios centrista sito en Washington. "Pero creo que están ocurriendo algunas cosas significativas".

Los empresarios que tienen cuantiosas inversiones en China esperan que la votación parlamentaria de la semana pasada por el margen de 286 a favor sobre 141 en contra, sumada al acuerdo de última hora en la negociación sobre propiedad intelectual, inaugure un período de estabilidad en los vínculos bilaterales.

"Nadie predice un rápido retorno a los tiempos de comienzos de la década pasada, cuando Washington forjó una alianza estratégica con Beijing", dijo Robert Kapp, director del Consejo Empresarial EE.UU.-China, con sede en Washington.

"Pero creo que existe la sensación de que la eliminación gradual de una serie de factores irritantes -más el aparente descenso de la temperatura entre Taiwán y el continente- ha creado un conjunto de circunstancias que, tratadas con sumo cuidado, permitirán resolver asuntos de más largo plazo".

Los funcionarios estadounidenses entienden que han alcanzado un nuevo nivel de entendimiento con Beijing en los últimos tres meses.

Según esas fuentes, el momento decisivo para ello fue cuando Clinton envió un portaaviones a las cercanías de Taiwán durante los ejercicios balísticos sin precedentes realizados por China en el estrecho de Taiwán.

"Tomaron nota del hecho", señaló un alto funcionario. "La acción disipó sus presunciones de que podrían hacer cualquier cosa y que Estados Unidos haría la vista gorda".

Ese gesto de Washington fue seguido de la negociación de un nuevo acuerdo en el que Beijing se comprometió a restringir el suministro de misiles y tecnología nuclear a Pakistán y otros países que aspiran a convertirse en potencias regionales.

En mayo, el secretario de Estado Warren Christopher pronunció un importante discurso sobre política exterior en el cual abogó por no amenazar a China e instó a mantener conversaciones regulares de alto nivel entre ambos países, incluso reuniones en la cumbre.

Christopher llegó incluso a rechazar explícitamente la aplicación de una política de "contención" contra China -como habían reclamado algunos políticos republicanos, entre otras personalidades del sector público y privado.

El jefe de la diplomacia estadounidense argumentó que "tal política dañaría los intereses nacionales en lugar de protegerlos. Hacer de China un demonio es tan peligrosamente desorientado como tener pensamientos románticos a su respecto".

En el campo republicano, el casi seguro desafiante a la reelección de Clinton, Robert Dole, apoyó la renovación del tratamiento de la nación más favorecida otorgado a China, pero además propuso que Washington incluya a Taiwán en un proyecto de defensa balística para proteger a sus aliados asiáticos.

Por su parte el sector empresarial cree más en una presión silenciosa pero efectiva -tanto sobre la administración como sobre el Congreso- de las industrias clave de Estados Unidos, que participan en un comercio bilateral que ya llega a los 60.000 millones de dólares al año.

Estados Unidos mantiene al presente un déficit comercial con China de 34.000 millones de dólares, pero los 12.000 millones de dólares de mercancías y servicios que las compañías estadounidenses vendieron a Beijing el año pasado, pertenecen a industrias clave que controlan un enorme poder en Washington. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/arl/ip/96

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