Estados Unidos y sus aliados de Occidente no se ponen de acuerdo sobre la posibilidad de fijar impuestos internacionales cuya recaudación suplemente la muy venida a menos asistencia al desarrollo de los países pobres.
"Exploremos la factibilidad de nuevos mecanismos financieros", dijeron los 15 integrantes de la Unión Europea (UE) en las Organización de Naciones Unidas (ONU) esta semana. "De ningún modo", replicó Estados Unidos, con lo que abatió la propuesta antes aún de que pudiera ser considerada.
La embajadora de Irlanda ante la ONU, Helen Brown, dijo en nombre de la UE a sus pares de la ONU que el cuerpo mundial debería instalar un grupo de expertos para que considere medios de financiamiento al desarrollo "nuevos y creativos".
"La ONU no tiene autoridad para imponer o recaudar ningún tipo de impuestos", respondió el embajador Víctor Marrero, integrante de la delegación de Estados Unidos.
Un estudio efectuado por un grupo de expertos informó este jueves que había identificado varias nuevas fuentes de financiamiento al desarrollo, entre ellas impuestos a las emisiones de carbón, al transporte aéreo y al cambio de divisas.
"Las propuestas de impuestos internacionales comparten un marco conceptual, que consiste en que las actividades que tienen un impacto mundial negativo pueden ser gravados y que el resultante puede ser empleado para financiar actividades de desarrollo sostenible", según el estudio.
Los expertos reconocieron que la asistencia oficial al desarrollo, como se denomina a la efectuada por estados y organismos intergubernamentales, es un ingrediente esencial, pero no cubre más de una fracción de las necesidades de financiamiento externo de los países pobres.
Brown dijo que el informe de los expertos contenía "muchas ideas" y debería ser estudiado con seriedad.
Pero Marrero estableció que Washington no respaldaría ningún tipo de impuesto internacional, aunque su gobierno "no objetaría cierto honorario como pago por servicios".
En ese sentido, mencionó los tributos que ya cobran entidades del sistema de la ONU, como la Unión Internacional de Telecomunicaciones o la Organización Mundial de Propiedad Intelectual.
Marrero sostuvo que si la ONU crea un grupo de estudio como el propuesto por la UE, su mandato deberá excluir específicamente la posibilidad de impuestos internacionales.
También dijo que, en el futuro, la principal fuente de financiamiento para el desarrollo debería ser la inversión privada. "El estancamiento de la asistencia oficial y el aumento de la inversión directa son indicadores en tal sentido", agregó Marrero.
Pero el administrador del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), el estadounidense James Gustave Speth, contradijo el mes pasado la creencia extendida en Occidente en que el aumento de las inversiones del extranjero mitiga las necesidades de asistencia de los países pobres.
"Si los fondos asignados a la ayuda a esas naciones continúa a la baja, el mundo pagará caro por las trágicas consecuencias y deberá enfrentar desembolsos financieros mucho mayores", manifestó Speth.
El conductor del PNUD dijo que las privatizaciones, el mercado libre, la globalización y la inversión extranjera directa eran mitos que obviaban la necesidad de asistencia oficial al desarrollo, que está en su nivel más bajo desde 1970.
Estos fondos se redujeron de 59.200 millones de dólares en 1994 a 58.800 millones en 1995. El total de las inversiones privadas, por otra parte, casi se cuadruplicaron desde 1990, y ascienden actualmente a cerca de 170.000 millones de dólares.
Speth argumentó que este incremento se dirige solo a un puñado de naciones, la mayoría en Asia oriental, y deja a su suerte al resto de los países pobres.