JAPON: Asalariados pagan caro tener "un futuro estable"

Hace seis años, Toru Fukushima, de 30 años, hizo un cambio crucial en su carrera. Dejó un trabajo seguro en una gran compañía productora de alcohol e ingresó en el mundo incierto del trabajo independiente.

"Fue una decisión difícil", declaró el ex vendedor que ingresó a la firma prestigiosa cuando tenía 21 años y acababa de graduarse en una de las mejores universidades. "Sabía que estaba dando la espalda a lo que la mayoría de la gente llama un futuro estable".

En la actualidad, Fukushima no extrae un salario regular. Tampoco puede contar con las prebendas adicionales que formaban parte de su condición de joven ejecutivo. La mayor parte de sus disminuídos ingresos provienen de fuentes privadas.

No obstante, no se arrepiente, porque afirma que su propia salud estaba en juego.

"Me sentía mental y físicamente exhausto al fin de cada jornada. Además, la atmósfera en la compañía era claustrofóbica", apuntó.

La experiencia de Fukushima es típica de los famosos "asalariados" de Japón, según líderes sindicales.

"La vida del empleado a sueldo es miserable", explicó Kyostubu Shitara, vocero de la Unión Japonesa de Ejecutivos, una organización recientemente creada que se ocupa de los problemas que afrontan empleados de empresas a mitad de su carrera.

"Están abrumados de trabajo y mal pagados, y el gobierno cierra un ojo a la situación", denunció.

Por supuesto, "mal pagado" es un término relativo. En grandes firmas, un graduado universitario puede esperar un sueldo inicial, incluídos beneficios adicionales, de 2.500 dólares mensuales.

No obstante, puede pagar un alto precio en el campo de la salud y el frente familiar, según analistas y ex empleados de compañías.

La presión es especialmente aguda en los nuevos empleados de quienes se esperan pruebas de lealtad a través de sacrificios personales. "Los jefes esperan que uno se convierta en parte de la empresa, no tanto a través del logro de grandes resultados sino siendo como todos los demás…", comentó Shitara.

En su calidad de nuevo recluta, Fukushima debía llegar al trabajo antes y dejarlo despues que sus superiores, lo cual significaba cumplir algunas semanas de 90 horas.

Además, debía cuidarse de no formular opiniones que pudieran considerarse "groseras", algo que es absolutamente tabú en el conservador mundo corporativo nipón.

Fue poco antes que Fukushima desistiera ser el empleado modelo que sus jefes comenzaron realmente a hacerle la vida imposible.

"Mi jefe nunca me dijo directamente qué era lo que no aprobaba en mí, lo cual hizo todo más difícil. Se limitaba a envenenar la atmósfera, por ejemplo, ignorándome en las reuniones", recordó.

Analistas laborales dijeron que si Fukushima hubiera quedado en la empresa, a pesar de todo, hubiera trepado la pirámide jerárquica. "La escalada es larga y difícil. Para mucha gente es un gran sacrificio que ha sido cuidadosamente ocultado bajo el mito de la seguridad", dijo Shitara.

El mito de la seguridad se derrumbó al final de la década pasada cuando una recesión económica, de la cual Japón recién se está recuperando, provocó miles de despidos.

"Es una mentira que los trabajadores japoneses son mejor tratados que sus colegas occidentales". afirmó Akio Misuda, de 50 años, que ha trabajado tanto en pequeñas como medianas empresas. "Se espera de nosotros que demos cuerpo y alma a la empresa y dudo que empleados occidentales estén dispuestos a hacerlo".

Explicó que "nunca puedo ser auténtico porque debo reprimir mis opiniones. También debo sacrificar mi familia y pasatiempos para ocuparme de mi trabajo. Es muy injusto…".

Shitara dijo que, desde el momento que la unión estableció una línea especial de ayuda para empleados de compañías, los teléfonos no dejaron de sonar.

"Al comienzo ofrecimos el sistema de apoyo por cuatro días, durante los cuales recibíamos alrededor de 100 llamadas de empleados a mitad de la carrera que se quejaban de malos tratos e indiferencia por parte de sus empleadores. Algunos estaban al borde del suicidio porque no tenían con quién hablar", añadió.

Misuda dijo que la presión durante largas horas y la tensión lo llevaron a beber "fuertemente", y esto motivó que tuviera una conducta "abusiva" en el hogar. "Mi mujer y la familia sufrieron las consecuencias".

Sin embargo, los trabajadores y sus familias están ahora devolviendo los golpes.

En los últimos años, numerosas viudas han ganado abultadas indemnizaciones en el tribunal y extrajudicialmente porque el exceso de trabajo llevó a sus maridos a la muerte.

El Ministerio de Trabajo estableció una unidad especial para ocuparse de quejas sobre "karoshi", el termino nipón para referirse a la muerte por sobrecarga laboral.

Los sindicatos elogiaron una decisión adoptada en enero último por el gobierno, la cual reconoce las palpitaciones irregulares como signo de abuso de trabajo.

La publicidad adversas ha obligado a grandes compañías a mostrarse "responsables" de sus empleados y reclutar inmediatamente consejeros laborales.

Sin embargo, las pequeñas compañias han sido lentas en seguir esa tendencia y los sindicalistas afirmaron que la presión a menudo es muy superior en pequeñas y medianas empresas, las cuales emplean a más del 50 por ciento de la fuerza de trabajo.

"Los cambios que vemos ocurren en las grandes firmas que pueden permitirse una mejoría de las condiciones, pero ¿qué pasa con la gran mayoría?", demando Shitara. (FIN/IPS/tra- en/sk/cpg/lb).

= 07151331 DAP005

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe