El nuevo primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, podría sorprender al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton -cuando ambos se reúnan por primera vez en Washington este martes-, revelando un plan de paz con Líbano.
Según trascendidos en Tel Aviv, Netanyahu está empeñado en encontrar una forma de desviar la presión que Clinton ejerce para que el recién elegido jefe de gobierno retome las conversaciones de paz que su predecesor, el laborista Shimon Peres, dejó en marcha con los palestinos e iniciadas con el vecino Siria.
Una política de "Líbano Primero" -tal como fue llamada por medios israelíes que citaron fuentes cercanas al primer ministro la semana pasada- también daría a Netanyahu la oportunidad de aparecer tomando la iniciativa, algo que gusta al líder conservador.
Netanyahu tiene claro de qué cosas no quiere hablar. Resiste a la presión de Estados Unidos para que sean reabiertos los contactos de alto nivel con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y se reanude el retrasado proceso de retirada de las fuerzas de Israel que aún permanecen en la ciudad cisjordana de Hebrón.
Los palestinos se han quejado de falta de comunicación con el nuevo gobierno, pero Netanyahu ha dicho que sólo se reunirá con Yasser Arafat, presidente de la ANP, "cuando sea necesario para la seguridad de Israel".
En cuanto a Hebrón -conflictiva ciudad donde "conviven" 450 colonos judíos y 94.000 palestinos-, Netanyahu declaró este lunes, al partir hacia Estados Unidos, que tampoco piensa tocar ese punto en Washington.
"Creo que apresurar las cosas en Hebrón o en cualquier otro lugar podría conducir a la violencia y a un deterioro de la seguridad, lo cual perjudicaría tanto al proceso de paz como a los propios palestinos", dijo Netahyahu a la Radio del Ejército.
El primer ministro no hizo ningún comentario acerca de los temas que piensa tocar en Washington, pero su oficina emitió este lunes una declaración oficial en la que señaló que Netanhyahu "no desea filtrar a la prensa los puntos que pondrá sobre la mesa en su encuentro con el presidente estadounidense".
Sin embargo, la mayoría de los observadores esperan que el líder del derechista Likud se presente ante Clinton con su usual firmeza combativa.
Su habitual estrategia, inspirada en la máxima consagrada por el poeta romano Ovidio -la mejor defensa es siempre un buen ataque- le benefició claramente en su reciente victoria electoral.
Netanyahu, de 46 años, advirtió a los electores que su rival, el entonces primer ministro Peres, levantaría los asentamientos israelíes en Cisjordania y Gaza, aceptaría dividir Jerusalén y permitiría el retorno de cientos de miles de palestinos, arriesgando así la "seguridad demográfica"de Israel.
De esa manera puso a la defensiva a Peres, de 72 años de edad, quien se vio forzado a mantener el debate electoral dentro del marco definido por Netanyahu.
En esta oportunidad, al dirigirse a Washington, Nethanyahu trata a Clinton como un rival virtual.
Se puede percibir un hondo abismo entre la línea política del nuevo gobierno presidido por Netanyahu ante el conflicto de Medio Oriente, y las posiciones que Washington adoptó a partir de la conferencia internacional de Madrid, en octubre de 1991.
El proceso de paz en la región se centró inicialmente en dos vías de conciliación, facilitando la puesta en marcha de los acuerdos firmados entre Israel y los palestinos por un lado, y por otro el tratado de paz entre Israel y Jordania, en 1994.
Al asumir Netanyahu el gobierno, se ha abierto una segunda fase en la que el proceso debe continuar avanzando por la senda palestina y abrir la puerta a una solución del conflicto por la senda sirio-libanesa.
En ambos frentes, el gabinete de Netanyahu ha fijado una posición de línea dura.
En el frente palestino, la nueva política consiste, en primer lugar, en reforzar y desarrollar los asentamientos israelíes en Cisjordania y Gaza, garantizando que puedan mantener su "afinidad" con Israel.
En segundo término, el gobierno desea preservar el derecho del ejército israelí, de "ir a cualquier lugar para garantizar la seguridad de los judíos", lo que presumiblemente incluye a los territorios controlados por la ANP.
Tercero, el gobierno se opone a la formación de un estado palestino. Cuarto, se opone al regreso de los refugiados palestinos a "ninguna parte del Eretz Israel (la 'Tierra de Israel' según la Biblia) al oeste del río Jordán".
Y quinto, se propone desbaratar cualquier intento de socavar la unidad de Jerusalén, impidiendo cualquier acto contrario a la soberanía exclusiva de Israel sobre la totalidad de la Ciudad Santa.
En el frente sirio, la política de Netanyahu es simple: retener la soberanía de Israel sobre la Meseta del Golán. Puesto que el presidente Hafez al-Assad está empeñado en recuperar todas las alturas del Golán ocupadas, debería considerarse cerrada esta senda del proceso de paz.
En consecuencia, tampoco podría registrarse ningún progreso en el frente Israel-Líbano. El artículo 5 del Tratado Sirio-Libanés de Hermandad, Cooperación y Coordinación, firmado en mayo de 1991, exige que las partes contratantes coordinen su "política árabe e internacional", extremo que se cumple en todo momento.
Todas las partes involucradas en el proceso de paz de Medio Oriente han comprendido y aceptado esta realidad, según la cual sólo después que Israel haya concluido un acuerdo de paz con Siria, estará listo el escenario para unas conversaciones de paz verosímiles entre el Estado judío y Líbano.
Sin perjuicio de lo cual, Netanyahu espera poder cambiar esta realidad al iniciar su política de "Líbano Primero".
Para ello tendría que dar cumplimiento a la resolución 425 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas -aprobada durante la invasión israelí de Líbano, en marzo de 1978-, que exige a Israel "retirar de inmediato sus fuerzas de todo el territorio libanés".
Nada podría detener a Netanyahu si decidiera abandonar sin condiciones la franja de territorio libanés que Israel mantiene ocupada junto a la frontera entre ambos países.
No obstante, eso significaría desautorizar a sus generales, una decisión impensable después de este lunes, en que se hizo efectiva la entrada en el gabinete del campeón de la línea dura, Ariel Sharón.
El primer ministro viaja con la débil esperanza de persuadir a Washington de la conveniencia de adoptar una posición más dura ante Siria. Según informó la televisión israelí este domingo, Netanyahu lleva a Clinton "nueva información" que vincula a Siria con el terrorismo.
Netanyahu ha criticado a Damasco por dar refugio a los grupos terroristas y por apoyar a la guerrilla de Hizbollah que combate a Israel en el sur de Líbano.
No obstante, será difícil considerar a ningún plan del tipo "Líbano Primero", como nada más que un intento de desviar la atención de Clinton de un hecho: la evidencia de que el nuevo gobierno israelí se aparta del principio básico que subyace al proceso de paz iniciado en Madrid.
Ese principio, definido en la resolución 242 del Consejo de Seguridad, de noviembre de 1967, establece que Israel debe retirarse de las tierras árabes que ocupó en la guerra de junio de 1967, a cambio de tratados de paz con sus vecinos árabes. (FIN/IPS/dh/rj/arl/ip/96