Los estudiantes de Cachemira, el conflictivo estado septentrional de India, ven que sus cursos y exámenes se retrasan una y otra vez a causa de la guerra civil, por lo que muchos pierden interés y abandonan los colegios.
Según los expertos, el estado de la educación ha colapsado en el valle de Cachemira, donde innumerables grupos rebeldes han estado luchando por la secesión de India en los últimos siete años.
La educación, como otros aspectos de la vida cotidiana, se ha convertido en otra baja de guerra. Más de 600 edificios de centros de estudios fueron incendiados, mientras otros 500 fueron tomados por las tropas del gobierno desplegadas para reprimir la insurgencia.
Unos 250 profesores fueron asesinados por fuerzas del gobierno o las milicias secesionistas en estos seis años. Muchos otros están prisioneros en cárceles o centros de interrogatorios, con uno u otro pretexto.
"Donde la vida está en entredicho, ¿cómo enseñar moral y valores?", se preguntó el educador Mohammad Shafi Khan.
Las interminables operaciones de búsqueda, represión, cierre de poblados, fuego cruzado, toques de queda, huelgas y manifestaciones provocaron la frecuente clausura de los centros educativos.
Un año normal de cursos en el resto de India insume entre 280 y 300 días de clase al año, pero en Kachemira este número se reduce a menos de 100 a causa de la violencia.
Las instituciones de educación apenas abrieron sus puertas 85 días en 1990, y no hubo mejoras en la situación en los años siguientes. En 1995, fueron solo 97 días.
Rubeena Gul cursa el primer año de bachillerato en Srinagar, capital de Cachemira. La estudiante de 20 años aprobó su décima materia en noviembre de 1992, pero debió esperar casi cuatro años para aprobar las dos siguientes.
La guerra civil en el valle de Cachemira retrasó nueve meses su admisión a la undécima materia. Luego, le insumió otros 15 meses asistir a la duodécima. Y si todas estas postergaciones no fueran suficientes, debió esperar 16 meses más hasta dar el examen y recibir el resultado.
Si las situación de Cachemira fuera normal, Gul estaría preparando su fiesta de graduación. Pero los continuos choques entre milicias armadas separatistas y fuerzas de seguridad de Nueva Delhi provocaron la cancelación de su primer período de exámenes en abril.
"Ahora perdí todo mi interés en el estudio", se lamenta.
"¿Qué educación podemos recibir? Nuestra escuela está cerrada por largos períodos", se lamentó Yasmeen, estudiante que cursa su duodécima materia en el Colegio Femenino del Gobierno.
Mohammad Amin Khan, ex director del Departamento de Educación de Kachemira, está tan desmoralizado por la situación en la materia que cree que no habrá "mejoras inmediatas". "El sistema ha colapsado por completo y tomará años ponerlo en marcha nuevamente", dijo.
El porcentaje de aprobaciones en varias instituciones oficiales y privadas se redujo a dos por ciento en 1995, cuando ese porcentaje era de 43 por ciento en 1985.
Para los expertos, a menos que la guerra acabe, el futuro de la educación es oscuro. "Los niños perdieron todo interés en el estudio", dijo Ghulam Mohammad, padre de un alumno escolar.
Las inscripciones a las escuelas disminuyó en estos años de violencia. Una investigación oficial del gobierno reveló que 65 de las 713 instituciones del gobierno existían solo en el papel porque nadie estudiaba allí y ni siquiera los profesores concurrían.
La situación es aun peor en áreas rurales y remotas. La mayoría de las escuelas de esas zonas tienen poco personal o, directamente, no cuentan con educadores. "No tenemos profesores de ciencia. ¿Quién nos enseñará botánica o física?", se preguntó Nusrat Aziz, alumna del pueblo fronterizo de Uri.
Mohammad Maqbool Masoodi, responsable del gobierno de la educación en Uri, reconoció que 150 cargos de profesores están vacantes en la zona. "Quince colegios funcionan sin director", agregó.
Como consecuencias indirectas, los estudiantes se copian frecuentemente en los exámenes, con la indulgencia de los maestros. Según los educadores, si los alumnos que se inscriben son pocos, menos aun son los asisten a clases.
La Junta Estatal de Educación Escolar canceló exámenes en varias ocasiones, lo cual afectó en un solo período a más 3.000 estudiantes que perdieron el año lectivo en 65 colegios del sur de Cachemira.
Mientras varios miles de alumnos se evadieron por este motivo del sistema escolar, los más afectados fueron los más estudiosos y capaces. "Hemos sufrido por algo que no es nuestra responsabilidad", se lamentó Razia, una alumna que logró excelentes notas.
"La educación ha estado atrapada entre una ametralladora y una administración arrogante y apática. El sistema no se corregirá hasta que todos sientan que tienen el deber de mejorarla", manifestó un profesor. (FIN/IPS/tra-en/pms/an/mj/ip ed/96