Una baya roja que crece naturalmente en los himalayas indios se ha convertido en una fuente constante de recursos adicionales para familias que viven en aldeas de montaña.
Kamu, de 12 años, recoge las bayas que localmente son llamadas "kaifal", cuando vuelve de la escuela a su aldea, situada bajo el imponente y nevado Nanda Devi, uno de lo montes más altos de India.
"Hemos estado vendiendo las bayas desde que comenzaron a hacer jugo con ellas", explicó su madre, Savitri, quien se alegra por las ganancias adicionales. Kamu recolecta entre 10 y 15 kilos por día durante el verano.
Las bayas son vendidas a una organización no gubernamental (ONG) local llamada Vihan Gramothan Prashikshan Avam Sansthan, la cual las procesa en una bebida popular y vende su concentrado al equivalente de un dólar la botella. El 60 por ciento es costo de mano de obra que se paga a recolectores de la fruta como Kamu.
Fueron los investigadores de un inusual instituto oficial que promueve el desarrollo sostenible en los himalayas, los que dieron la idea a la ONG de embotellar el jugo de kaifal.
El Instituto G.B. Pant de Ambiente y Desarrollo en Kosi, a 20 kilómetros de Almora, ha hecho una diferencia en la vida de decenas de miles de personas en las aldeas de montaña, donde la subsistencia es mucho más dura que en la llanura.
"Kaifal o Seabuckthorn es una importante planta que crece en las zonas altas de los himalayas", explicó L.M.S. Palni, el director del instituto. "Tiene notable valor medicinal y nutritivo, y tambien es usada en la industria cosmética".
"Hicimos extensos estudios y descubrimos que pueden ser preparados 10 litros diarios por persona sin dañar la planta. La tecnología fue distribuída por nosotros a muchas ONGs", dijo.
El instituto en Kosi, alrededor de 400 kilometros al noreste de Nueva Delhi, fue creado hace ocho años en memoria de un líder independentista indio de las montañas. Está concentrado en la administración de tierras y recursos acuíferos, desarrollo sostenible de los ecosistemas rurales, análisis de impactos ecológicos-económicos y conservación de la biodiversidad.
Mientras la venta de kaifal ha sido "un gran éxito", según Palni, los investigadores del instituto tambien elaboraron un paquete -Sloping Watershed Environmental Engineering Technology (SWEET)- para conservar y almacenar el agua en las montañas que ha dado notables resultados.
En las montañas, donde los aldeanos dependen solamente de las lluvias para la irrigación, la técnica SWEET ha logrado ayudar a conservar la humedad del suelo como tambien aprovechar el agua de lluvia hasta de esporádicos chaparrones.
Gopal, un campesino marginal, se vió obligado por lluvias imprevisibles y lavado del terreno a dejar su granja y emigrar a la llanura en busca de trabajo en los años '80.
El desplazamiento a la llanura para buscar trabajo es un hecho en la vida de las aldeas de montaña, donde las mujeres y niños son virtualmente dejadas a su suerte y a veces reciben algún alivio con el dinero enviado por sus maridos que trabajan en las ciudades.
Sin embargo, despues de la introducción de SWEET sobre bases experimentales por el instituto, Gopal volvió a su granja. "Dejé el trabajo en la llanura", dijo y mostró con orgullo su verde y fértil parcela de tierra.
La tecnología está basada en la comprensión del sistema natural de circulación de agua de los himalayas.
"Las montañas son masas de tierra verticales terminadas en punta en sus cumbres", explicó Palni. "Con el correr del tiempo esas masas de tierra se convierten en estribaciones y surcos destinados básicamente a transportar el agua que produce la formación de terrenos húmedos y vías fluviales. Hemos alentado a la gente a "revegetar" esas áreas y aumentar la productividad".
Lo que hizo el instituto fue plantar árboles en los bordes del terreno de Gopal y contener la tierra con barreras de polietileno para evitar la erosión del suelo y aprovechar de cada gota de agua. "Nuestro trozo de tierra era verde y encantador en medio de extensiones secas y amarillentas", comentó Palni.
SWEET fue implementado con impresionantes resultados en otras parte de los himalayas, que se extienden 2.500 kilómetros desde el este al oeste de India.
Los investigadores tambien están haciendo un inventario de las plantas que crecen en las montañas con la ayuda de escolares entre 13 y 17 años de edad. Los jóvenes investigadores son enviados sobre el terreno tras un breve curso de formación en el instituto.
"Seleccionamos a estudiantes y maestros, y les enseñamos a reconocer plantas, cómo buscarlas y conservarlas", dijo U. Dhar, quien está a cargo del programa.
Lo que es encomiable acerca del proyecto es que dará gran impulso a los esfuerzos de conservación, porque el instituto ha comprometido a gente joven y les ha mostrado la riqueza de la biodiversidad en la región.
En forma discreta y poco publicitada, el instituto ha venido jugando un papel clave en la promoción del desarrollo y la conservación de la flora y fauna de los himalayas. (FIN/IPS/tra- en/sr/an/ego/en-dv).
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