FINANZAS: Banco Mundial revisa política de ajuste estructural

La creciente brecha entre ricos y pobres en muchos países en desarrollo ha forzado al Banco Mundial a examinar el impacto de sus clásicas políticas de ajuste estructural, mediante una iniciativa de revisión sin precedentes, en coordinación con ONG críticas de la agencia.

Nadie predice el final del modelo de desarrollo "amigo del mercado" de la institución financiera, pero varias señales indican un serio examen del enfoque, atribuido en gran parte a James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial.

Durante su primera reunión anual como presidente, el año pasado Wolfenshon señaló que el número de personas en la pobreza absoluta, -quienes viven con el equivalente de menos de un dólar diario-, aumentó de 1.000 millones a 1.300 millones en sólo cinco años.

Asimismo, advirtió que "la distribución de los beneficios del crecimiento presenta uno de los más serios desafíos a la estabilidad mundial", y aconsejó que "debemos aprender sobre el 'por qué' y 'cómo' de la distribución del ingreso".

Como la mayor fuente de asistencia al desarrollo, el Banco Mundial y sus preferencias tienen enorme influencia sobre los países pobres, en especial en Africa, el sur de Asia, América Latina y el Caribe.

Los donantes bilaterales y otras agencias multilaterales suelen condicionar su propio apoyo a los beneficiarios a su seguimiento de las políticas del Banco Mundial.

Estas políticas están diseñadas para promover el crecimiento económico y atraer la inversión extranjera, e incluyen medidas como el corte del déficit del sector público, la venta de empresas públicas, el estímulo de las industrias exportadoras, y la apertura de los mercados internos a la competencia extranjera.

Estas políticas han sido atacadas por ONG (organizaciones no gubernamentales) de los países en desarrollo. Entre otras quejas, la ONG han repetido que estas reformas tienen el impacto más duro sobre los pobres, cuya proporción ha crecido en algunos países seguidores de la línea del Banco Mundial.

Hasta ahora, la señal más evidente de la reevaluación ha sido la negociación de una iniciativa conjunta con ONG coordinada por el Grupo de Desarrollo de Políticas Alternativas (DGAP), para revisar los efectos sociales y económicos de los programas de ajuste estructural entre 10 y 12 países en desarrollo.

Ambas partes acordaron que la revisión, la cual ha sido respaldada por varias de las ONG más críticas del Banco Mundial, debe orientarse a la activa participación de ONG locales y otros integrantes de la sociedad civil, como sindicatos y asociaciones de campesinos en los propios países en desarrollo.

La iniciativa, que organizará foros públicos en los países escogidos como forma de recoger información, cuenta con el impulso personal de Wolfensohn, quien designó a Lyn Squire, directora de Investigación de Políticas, como principal punto de contacto del Banco Mundial para la revisión.

Squire se reunirá con el comité directivo de las ONG el 11 y 12 de julio, cuando ambas partes acordarán formalmente cómo y dónde se realizará al revisión, la cual será lanzada en octubre en Washington, y prolongará sus tareas al menos por un año.

Otra iniciativa interna del banco consiste en un grupo de trabajo sobre desarrollo social liderado por el vicepresidente para América Latine y el Caribe, S.J. Burki.

La persistencia del crecimiento de la pobreza absoluta en gran parte del mundo en desarrollo fuera del este de Asia en las últimas dos décadas revela que el crecimiento económico no es suficiente para aliviar la pobreza, dijo Burki la semana pasada en una reunión auspiciada por El Diálogo Interamericano.

"Estamos diciendo que hemos fracasado. Necesitamos movernos en otra dirección", dijo Burki a la reunión.

El grupo de trabajo concluyó que el fracaso puede haber resultado del hecho que los pobres, en especial en América Latina, carecen de "capital social", -la capacidad de organizarse de forma que los beneficios del crecimiento económico sean distriuidos justamente.

Para enfrentar esto, dijo el vicepresidente, el grupo de trabajo recomienda subrayar la creación de capital social, especialmente en las áreas urbanas donde vive la mayoría de los pobres latinoamericanos. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp/if-dv/96

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